APUNTES SOBRE ANGEL MA. GARIBAY K. Y SU PAPEL COMO HISTORIADOR Y TRADUCTOR DE LITERATURA NAHUATL 1/3

APUNTES SOBRE ANGEL MA. GARIBAY K. Y SU PAPEL COMO HISTORIADOR Y TRADUCTOR DE LITERATURA NAHUATL

“Para emprender el estudio que intentamos, necesitamos fijar algunas normas de posición. No vamos a hacer propaganda, sino tratamos de hacer historia. Veremos qué nos dicen los documentos…”
Angel Ma. Garibay K.Historia de La Literatura Náhuatl, II Tomo.

 

Parte 1/3

 

En este ensayo, por razones de espacio, tiempo y seriedad, no pueden ser cubiertos todos los aspectos de la obra titánica del más fecundo investigador moderno de la lengua náhuatl: Angel María Garibay Kintana.

La obra de Garibay semeja una nopalera de rotundas e interminables avenidas. Traductor de lenguas clásicas, propias y ajenas, sacerdote y filólogo, personaje asaz, original y maravilloso, Garibay nos lega lo que nunca dejó de ser nuestro.

A través de los dobleces de Los Trece Cielos, quizá atrapada la toga, o la sotana, en su defecto, en una estrella afortunada, quedan prendidos como rutas de lo rojo y de lo azul aquellos sabios tlamatines que fecundan a su pueblo con amor, generosidad y tino.

Por ello, por esta generosidad y tino, debemos de decir que el padre Garibay circunscribe su perfil en un glifo de exactitud y acierto.

En la prodigiosa multiplicidad de sus huellas, en las que el devoto sacerdote de lo antiguo y lo sagrado encaminó sus direcciones, múltiples hallazgos revivifican nuestra conciencia y nuestra historia.

El Dr. Angel Ma. Garibay Kintana, desde luego, es precursor y es un hilvanar clásico de los elementos analíticos e históricos de la literatura mexicana, principalmente náhuatl y otomí. Sin embargo, a pesar de sus importantes contribuciones, como todo precursor e iniciador de causas que más tarde se casarán con el gusto popular o nacional, debe ser revisado, mejorado, aumentado o, dicho de otro modo, complementado para enriquecer su contribución en el proceso natural de la evolución histórica y del pensamiento.

El es el maestro de las generaciones a que han pertenecido Miguel León Portilla y Wigberto Jiménez Moreno. Garibay, con todo y su prodigiosa fecundidad, tal vez no abarca todo el campo que León Portilla, Swadesh, Austin y Sullivan comprenden. Todos ellos, sin una obra tan grande como el maestro Garibay, y en ocasiones citándolo excesivamente, han tomado diferentes caminos y complementado importantes estudios. Debemos agradecer a Garibay su contribución que ha dado base y origen a excelentes investigadores modernos.

Entre las más importantes contribuciones del maestro Garibay tenemos, desde luego, su titánico (porque así, titánico, es como debe ser nombrado) esfuerzo por catalogar, sistematizar, rescatar, recuperar y constatar en la literatura náhuatl. Horacio Caballero, ensayista y escritor, en un apunte para una conferencia sobre el tema nos dice: “Garibay fue un extraordinario humanista, traductor de latín, griego, náhuatl; entendía varios idiomas
indígenas. Políglota además, hablaba inglés, alemán, latín; canónigo de la insigne Iglesia Catedral.” Caballero comenta también que Silva Herzog decía que Garibay y Alfonso Reyes llegaron a polemizar duramente sobre algunos puntos y aún a enfrentarse: “Se peleó con Alfonso Reyes de quien decía traducía del francés, no del griego y no lo confesaba. Y que no era perfecto traductor del griego sino un impostor y lo demostró en varias ocasiones y en varias revistas. Silva Herzog lo platicaba, era un chisme del medio intelectual de esa época.” Garibay fue un hombre que se preocupó por la educación del pueblo mexicano. Vasconcelos tuvo también una preocupación por el futuro de la educación en México. Muy discutible, en la actualidad, la obra de Vasconcelos, como la de su antecesor, Justo Sierra, pero dado que esto no nos atañe en este momento, baste decir que Vasconcelos, como dice Caballero: “y su estrella en el firmamento, opacaron la obra de gente tan importante como Alfonso Reyes y Garibay, su figura ocupó demasiado espacio en el elogio de la época y no se vio la estrella de Garibay y su obra, quien tradujo a muchos de los clásicos griegos, tradujo erotismo de lo prehispánico sin tabús, no tenía pelos en la lengua, tenía críticas muy duras; era abierto, como buen intelectual sin concesiones no tenía una antena timorata.”

SEMBLANZA BIOGRAFICA

Angel Ma. Garibay, fue uno de los primeros grandes investigadores que realmente tomó en serio tratar de estudiar nuestra lengua autóctona y tradición, fue un sintetizador, un redescubridor más apreciable que Colón. Sería magnífico que se le pusiese a la Biblioteca Nacional el nombre de Angel Ma. Garibay.

El era un intelectual que se dedicaba al trabajo, no era un sodomita ni un frívolo, era un intelectual decente, honesto y de una amplia solidez intelectual.

El P. Angel María Garibay K. (1892-1967) nació en Toluca, Estado de México y falleció en la capital de la República. Barbado y calvo, aficionado al mate argentino, el sabio original y erudito guardaba un parecido mágico con Miguel de Unamuno, era como un fantasma maravilloso que recorría conventos y archivos olvidados, llenos de tesoros, para traernos, a través del tiempo, las delicias de nuestra propia alma, olvidada por equivocación en un armario. Garibay era un hombre de pésimo carácter, no era muy tratable, dicen algunos. Domingo Martínez Paredez, investigador de la cultura maya lo definía como severo y profundamente responsable con su trabajo. Decía Martínez que Garibay era un hombre dedicado al trabajo y si había algo importante que discutir, siempre tenía oído atento. Con acuciosidad y metodología científica y con definitiva tendencia humanista, llevó a cabo sus investigaciones acerca de la literatura náhuatl, llegando a ser no sólo el principal nahuatlato moderno; sino uno de los más importantes recopiladores de literatura prehispánica en el continente Ixachilankah, hoy también llamado americano. En 1906 ingresó al Seminario de la Arquidiócesis, estudió varias lenguas autóctonas, y llegó a dominar el náhuatl y el otomí entre otras lenguas nativas. Por otra parte, conocía bien y traducía del latín, el griego, el hebreo y las principales lenguas modernas. Recibió el grado de doctor honoris causa de la Universidad Nacional en 1951 y, desde el año siguiente, profesor extraordinario en la Facultad de Filosofía y Letras; fue investigador del Instituto de Investigaciones Históricas desde 1956 y también director del Semanario de Cultura Náhuatl. Académico de la lengua y de la historia, recibió el Premio Nacional de Literatura en 1966. Fue cura párroco en varios poblados del Estado de México; en 1941 se le nombró canónigo lectoral de la Basílica de Guadalupe. Benito Balam, historiador y poeta de fuertes vínculos con la prehispanidad señala que: “El maestro es continuador de los primeros misioneros franciscanos evangelizadores que llegaron al nuevo mundo con una actitud abierta hacia las demás culturas, hacia las culturas desconocidas, en otras palabras buscando al ser humano en el indio, gente como Fray Bernardino de Sahagún, Las Casas. La actitud de estos frailes o religiosos es de un gran interés, asombro y maravilla, ante la profunda espiritualidad que estos pueblos poseían y poseen independiente de los prejuicios de su propia cultura.”

Pero Garibay no es un sacerdote tradicional es, asimismo, un fino intelectual y un erudito dotado más que de naturaleza inclinada a archivar, de naturaleza inclinada a hacer ciencia de los hallazgos y a sintetizar su experiencia gracias a una poderosa visión y un claro sentido de relación y abstracción. Inquieto, también, lo que le permitió descubrir muchas cosas negadas a más pasivos espíritus. Benito Balam nos continúa diciendo: “Es muy curioso que al mismo tiempo que se mete en la investigación de la cultura grecolatina, está buscando sus fuentes originales indígenas y se va a ambas culturas, a la raíz de ambas y es lo característico que lo diferenciade los demás misioneros que nadamás partían del encuentro con una cultura desconocida.”

Garibay pasará a la historia como un generador de historiadores, como un personaje maravilloso en su propia figura. ¿Quién no se ha sentido fascinado por el Garibay que vestía como canónigo, o como sabio, con su birrete? ¿Cómo confundir su larga barba y su mirada inteligente y muy aguda, tras de sus lentes semiredondos? De mal carácter a veces; pero “no de mala cara para las gentes”, como bien señala Horacio Caballero.

Ser un mestizo sociológicamente es tal vez un hecho inconsciente; pero el ser mestizo culturalmente es un hecho antropológico de conciencia histórica donde ya interviene la voluntad del individuo y es aquí justamente donde es muy loable la actitud del padre Garibay porque es donde intenta recuperar su ser mestizo en la fuente indígena y occidental.

Continúa en el próximo número de LA GUIRNALDA POLAR…