El gruñido de la Luna

 

Por Benito Balam

Cuando hubo pues por terminar sus giros en el aire
sus giros peregrinos
sus giros calendáricos
las alas del águila
se depositaron como brazos ardientes sobre la tierra
virgen
hundió su cuello en la digestión de la serpiente
y fueron a caer sus plumas pardas matinales
como hojas de otoño sucumbidas.

El humo creció
se hizo redondo
vasija
cavidad humana
humo enrojecido
humo de maíz
humo del vientre
humo brotando
o desde las candelas y la mano del hombre.

Primogénitos
los primeros hombres desnudos
vientre de pipa y de volcán
primogénitos sobrecogidos
arrimados sobre las milpas
sobre los tulares y los carrizales
sobre los batallares y las ceremonias
cuna
cuna

lecho galopante.

En América nada le faltaba nombre
o ser humano rodeándola
todo nos era propio
todo llevaba rostro
y el timbre y su acento.

El hombre habitaba el continente
desde el nacimiento del Sol
hasta la tumba del mar
almacenando sus huesos
en el mineral de América
introduciendo sus sonidos
entre los ritmos del maíz
y la organización de las piedras.

La serpiente se arrastra a sus anchas
haciendo senderos para el pie del hombre
su espíritu viajaba
sobre las garras de los grandes felinos
ocelotl, yaguarí, balam o puma…

Mi cuerpo noble de animal ya se violenta
y a diferencia del típico español
no tengo ningún toro adentro
traigo un jaguar que cuelga en mis costillas
traigo un jaguar que a garra me desgarra
traigo un jaguar que se derrama dentro.

Maya Quiché, de Yucatán y Chiapas
Maya de ayer, reconocido ahora
Maya de garra que raya el firmamento
Maya felino brillando de a colmillo
Maya jaguar, Balam de cacería…

Mientras la Luna se vaciaba con toda su luz negra
la naturaleza acuática
se ceñía sobre la primera urbe…

Mexitli, ombligo de la Luna
ven con nosotros
Itzel, lluvia de la Luna
ruega con nosotros

Sombra del Sol, sol en la penumbra
mordisco de luna, luna encarcelada
ombligo de luna, vientre encarcelado
sol del jaguar, ábreme la Luna!

Mudos ante la noche circular
todos vuestros rostros de piedra
vuestros ojos de pedernal y caoba
abiertos y blancos ante la concavidad de los astros
ante el espectáculo del jaguar
bramando impune en los corredores de la selva
¿dónde están
lascas de fuego?
¿fría luz de la Luna
con que bañas mi desnudez?
¿dónde estás
herida de mi plumaje
ahora que estoy yerto en esta celda del vuelo?

Agua jaguar, pez, cólera líquida
garra del agua, pluma del pez, vuelo del jaguar
serpiente con plumas, regrésame la Luna!

Ya no soy sino quien encoge los hombros
o deshace los brazos o los cruza
para no llorarse la mudez en que han quedado
Nada soy más que este palpitante deseo de arrogancia
marca inmune en el cristal de mi roca
en el tatuado desvelo de la piedra
¿dónde estás cadáver, por qué ya no me proporcionas?

Serpiente del fango, onda de la Luna
luna serpiente, hilo de agua
luna de estrellas, grito que atrapas

Kukulkán hijo del hurakán
Quetzalcóatl hijo de los huesos del caracol
voz del viento que corta el caracol

¡devuélvanme la Luna, devuélvanmela!

“El Gruñido de la Luna”, es una composición épica basada en poemas del autor escritos entre 1981 y 1987: Arroja el Tomahawk, Canto a la Ciudad de México, Traigo un Jaguar que Me Desgarra Dentro, Elegía del Sueño, Vicios de la Luz y Rueda del Katún.

 

Mujer arquetípica. Imagen de J. Tlatelpas