LOS AÑOS MOZOS DE XORGE DEL CAMPO

LOS AÑOS MOZOS DE XORGE DEL CAMPO
Por Gonzalo Martré

Conocí A Xorge en una cantina hace 40 años. Me lo presentaron Manuel Blanco y René Avilés Fabila con motivo de la aparición de un ensayo que a este muchacho de poco más de 20 años le había publicado la editorial “Siglo XXI” de Arnaldo Orfila.

La celebración fue de borrachera general y pocos a excepción del autor, creíamos en la importancia de este libro. Sin embargo, al correr de las décadas ha sido estudiado y comentado asiduamente. Uno de los comentarios mejor documentados y más serios es el de la doctora Patricia Cabrera en su libro Una inquietud de amanecer Literatura y política en México 1962-1987. UNAM-Plaza y Valdés 2006.

El proyecto editorial de “narrativa joven” de Xorge del Campo, comenzó a gestarse antes del movimiento estudiantil de 1968. Requirió una preparación ardua, pues el editor aplicó a los escritores en ciernes un cuestionario sobre sus motivaciones y objetivos: de modo que el volumen resultante, “Narrativa joven de México”, aparecido en 1969, se integró con un cuento de cada autor, precedido por las respuestas. El antecedente del proyecto había sido la convergencia en Mester del ideador del proyecto, Del Campo, con Avilés Fabila, Cross, José Agustín, Páramo, De la Torre y Tovar. En consecuencia todos ellos publicaron cuentos en el libro Narrativa joven… al lado de nombres escasamente conocidos (Eugenio Chávez, Farill Guzmán, Eduardo Naval y Juan Ortuño Mora). Esta disparidad habría sido la razón para que Jorge Aguilar Mora y Sáinz se negaran a participar en el libro (Sáinz, 1991: 633-634) pues ya se creían las divinas garzas, pero el tiempo los ha puesto en su verdadera dimensión: patitos grises.

A juzgar por las declaraciones de Del Campo el propósito fundamental del libro fue “relevar cierta parte de nuestra cultura joven, rescatar algunos valores, descubrir nuevos talentos […]

Que se manifestaran los espíritus más lúcidos e insomnes, más inconformistas y rebeldes”; además, abrir el camino editorial a la juventud e inaugurar en masa “la iniciación de una nueva época literaria en nuestro país” (“Rev. S” , 9-XI-1969: 10), pero sin que los escritores renunciaran a “poseer una ideología bien acendrada y manifiesta en su arte” (“Rev. MC”, 23-XI-1969: 2). Asimismo Del Campo admitió haber aprovechado la coyuntura de la fama de José Agustín, Sáinz y Tovar, así como la tónica de Editorial Diógenes, para impulsar a otros narradores jóvenes desconocidos y presentar “una topografía de nuestra cultura joven” que incluyera valores y nuevos talentos (Hoy, 25-XII-1971: 45-46). Esperaba, pues, que la conjunción de autores que ya habían alcanzado reconocimiento con escritores desconocidos contribuyera a la legitimación de los segundos.

Las respuestas al cuestionario incluidas en el libro fueron muy dispares. Sin embargo, fue José Agustín quien mostró mayor claridad en su proyecto.

Con motivo de que algunos de los críticos manifestaron juicios negativos sobre el libro, Avilés Fabila, Del Campo, José Agustín y De la Torre, entre otros, respondieron públicamente. Los críticos reprocharon a Narrativa joven… la calidad dispar de los textos, la omisión de algunos escritores nuevos y la inclusión de quienes ya se tenían por “maduros” (en la literatura, claro está); y además, ser un “libro bochornoso y lleno de pornografía”. En respuesta del Campo condenó la hipocresía de quienes eran ciegos ante la pornografía en los medios masivos de comunicación y defendió la libertad de expresión ( “Rev.S.” 9-XI-1969:10).

(En la selección de los cuentos hecha por Del Campo no destacan los contenidos políticos, sino los eróticos, que para la época resultaban escandalosos.)

Ahora bien, el prólogo del libro, cuya autora fue Margo Glantz constituyó una pieza de crítica literaria que influiría en la percepción de los lectores. Las razones emanan de los mecanismos de legitimización literaria que forman el habitus del campo literario mexicano. Según José Agustín (1996:96) Glantz “se lanzó al abordaje” del proyecto de Del Campo para escribir el prólogo. Sin embargo, es creíble que al ser publicado el libro por una institución editorial, Siglo XXI, a ésta le hubiera convenido sustentar en una opinión autorizada la decisión de difundir textos que podrían provocar la recepción adversa por parte de posiciones tradicionalistas. Glantz resultó idónea para el prólogo por ser académica universitaria y directora de Punto de Partida.

En el ensayo de Glantz, fechado en noviembre de 1968, se percibe en general una suerte de decepción de esa novísima literatura; decepción proporcional a las ideas preconcebidas en que se sustentan sus juicios. En tal tenor su punto de arranque es considerar la producción incluida en Narrativa joven… como resultado de la lucha generacional recurrente a lo largo de l historia, y expresión del “rechazo anclado en la destrucción del lenguaje” de la ruptura concebida como parricidio y del deseo de desintegrar “todos los moldes morales temáticos” (Glantz, en Campo, 1969:5).

Con los párrafos anteriores copiados fielmente del ensayo de Patricia Cabrera, es suficiente para darse cuenta de que Xorge del Campo, ensayista en ciernes que en aquel entonces tenía 23 años de edad y se hallaba concluyendo la carrera de Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dio cima a un proyecto excelente, pero como acertadamente apuntó José Agustín, Margo Glantz se lanzó al abordaje y se pirateó cínicamente el libro de Xorge cambiándole el título y modificando su propio prólogo. El resultado fue “Onda y escritura en México: jóvenes de 20 a 33”, aparecido en 1971. Y con este libro se hizo famosa pues con el mote de “escritores de la onda” encasilló a varios de los jóvenes escritores más destacados de la época.

Por aquellos años adopté a Xorge como mi quinto hijo. Salíamos los domingos de día de campo, jugaba futbol con mis tres hijos varones y conmigo bebía pulque, bebida a la que de ningún modo le hacía el feo. Así sucedió durante unos cinco años, luego halló pareja, una gordita llamada Vicky y le bauticé a un bebito de nombre Jorge Sol; pero Jorgito Sol salió defectuoso y no vivió mucho. No pasó de los dos años de edad. Más tarde mi compadre Xorge halló otra pareja con la cual procreó dos hijos (hembra y varón), pero la relación tampoco duró mucho pues el poeta, narrador y ensayista era muy dado a la crápula. Una de las chicas que más tiempo le aguantó fue Myriam Ruvinskis, hija del luchador y también actor Wolf Rubinskis y de una bailarina del coro del “Lírico” llamada la “Flama Negra”, una prieta monumental. Myriam quería ser poetisa y actriz, Xorge fue su mentor, pero parece que la jovencita de apenas unos 18 años no reunía el talento suficiente, se aburró de las exigencias de Xorge respecto a su disciplina intelectual y finalmente tronaron. Después hizo pareja con Edna Ochoa, joven dramaturga y actriz, pero tampoco la relación fue duradera.

Hubo una época larga cuando Xorge era soltero, en la que le dedicó mucho tiempo a las ficheras arrabaleras. Xorge tomó como base el “Bucabar”, antro situado casi frente al café Habana y ahí cultivó la amistad de muchísimas suripantas que después inmortalizó en sendos poemarios como “El libro rojo de Xorgeres”, “Animal de amor”, “Sexo de ámbar”, “El diablo Eros” y “Quimera de sal”, resultando que, nadie como Xorge ha cantado a las putas modernas con tal maestría y apego.

Escribo estos recuerdos el día en que se cumple un año de su muerte. Estuve con él hasta unas horas antes de que exhalara el último suspiro, que estertores no hubo. Soportó estoicamente las agresiones feroces de un cáncer del estómago. Como suele suceder en estos casos, terminó hecho un esqueleto… pero rumbero. Si se fue al infierno, debe de estar bailando y bebiendo allá con las ficheras.

Xorge del Campo, maestro de las antologías, el danzón y la fabla profana, foto de Jorge Vargas