“La región más transparente” de Carlos Fuentes: autopsia tardía
Comentario por Gonzalo Martré
Existen dos métodos para escribir una novela urbana representativa y totalizadora de una gran ciudad. El primero consiste en conocer sus entrañas a fondo, en haberla vivido y en amarla hasta el coxis; luego, a teclear. El segundo, no necesariamente requiere su conocimiento, mucho menos el haberla vivido y tampoco amarla, simplemente echar a vuelo una buena dosis de fantasía hollywoodense… y a teclear. El resultado del primero es, por ejemplo, Lima la horrible (1964), de Sebastián Salazar Bondy o Adán Buenosayres (1948) de Leopoldo Marechal. Como prototipo del segundo método está La región más transparente (LR+T), de Carlos Fuentes. Por los resultados de una relectura de esta novela citada de Fuentes, el título más adecuado para ella sería La región más desconocida, por el autor, se comprende, y por los incautos lectores que, guiados desde hace 50 años por reseñistas “orientadores” la tienen por la “gran” novela urbana mexicana del siglo XX. Aquí debemos diferenciar entre los calificativos “gran” y “grandota”, muy parecidos pero de ninguna manera afectados de sinonimia.
Afirmar ante la “inteligencia” mexicana que la R+T de CF es fantasía demente es como decirle a los judíos que su Talmud es charlatanería, a los árabes que su Corán sólo sirve para limpiarse el culo y a los católicos que su Biblia es un tratado de inmoralidades. Pocos, rarísimos son los mexicanos que se atreven a encontrarle defectos a esta tan cacareada novela de Fuentes. La Rana Roja presentó dos reseñas adversas. Primero la más antigua, la de Elena Garro, en el número anterior. Y ahora, la presente, de Gonzalo Martré:
Comencemos la deliciosa tarea de hacer la autopsia al cadáver exquisito de LR+T: lo abrimos en canal y hallamos el hígado cirrótico: un personaje curioso que al menos exhibe unas cuatro personalidades opuestas entre sí y al cual bautiza con un nombre novelesco (Ixca Cienfuegos) quien a su vez presenta al personaje que CF considera marco y fondo, ángulo y vértice, el todo y sus partes: la ciudad de México. Así comienza lo que CF y sus corifeos consideran la primera novela urbana que describe con prosopopeya rimbombante todos los círculos infernales y celestiales de la CdeM de los años 50 y cuya primera edición data de 1958. El autor tenía 30 años y según presume era un conocedor profundo de todos los estratos de la ciudad, por eso emprendió tamaña labor épica (quién sabe cómo le hizo, porque la mayor parte de su vida la había pasado en el extranjero).
Luego hallamos un órgano cardiomicrónico porque la malévola y pícara ciudad no cupo en las casi 500 páginas de la primera edición, resultó inabarcable para la limitada capacidad narrativa del autor y más inaprensible aún por los escasos conocimientos que poseía de la misma, enmascarados por un estilo farragoso aplicado intencionalmente para meter al lector en un vericueto fantasioso plagado de galimatías disfrazados de literatura.
¿Difícil demostrarlo?; para un reseñista literario nacido en los 50, quizá; para otro nacido en los alegres veintes, facilísimo; hallamos un pulmón atrofiado:
La introducción en boca del personaje llamado Ixca Cienfuegos es una parrafada repleta de retórica verborreica muy propia del entonces novelista puntero de la mafia de Fernando Benítez, su golden boy, su dandy intelectual que al devenir de los años se convirtió en el famoso “Dandy Guerrillero” por las posturas izquierdosas que asumió en adelante y que tan sólo fueron poses para la mercadotecnia editorial; CF jamás sintió ni vivió la izquierda, siempre fue un burgués gentilhombre bien arraigado en la plutocracia.
Salta el páncreas canceroso: el primer cuadro urbano que presenta el autor es desafortunado; CF no conoció la calle de Guerrero, quizá la recorrió con rapidez alguna madrugada en su auto último modelo –los vidrios subidos– y obtuvo una impresión fugaz e inexacta. Nos habla de la fichera Gladys que trabaja en el “Balí-Hai”, cabaret –que no antro- situado en la confluencia de Av. Chapultepec y Av. Oaxaca, pero en su ignorancia lo sitúa en la calle Guerrero; fue el Bali Hai un cabaret para clase media alta, muy lejos de parecerse al “Camelia”, al “Atzimba”, el “Olímpico”, el “Jardín” o el “3X” antros típicos de la calle guerrero para obreros y empleados burócratas de quinta cateogoría.
No, CF nunca conoció esos antros. Ni por fuera los vio, pero los inventó. Gladys hablándole de “usted” a un cliente que era ruco y se hacía pasar por alto funcionario burocrático. ¿En serio creyó CF y nos quiere hacer creer que había putas respetuosas muy sartreanas en los cabaretuchos de las calles de Guerrero? ¿Es que de repente estamos en Montmartre o, por ventura, en el Café de Fiore?
El bisturí nos descubre un estómago ulceroso: sin solución de continuidad (pág. 16) salta al ambiente que sí conoce bien: el de las golfas socialités, de los currutacos, del destrampe bonito, de las fiestas en mansiones suntuosas y nos presenta al ramillete de personajes de ese mundo donde el dandy intelectual fue rey. Estos personajes no son nuevos en la narrativa mexicana, poco antes aparecieron muy similares y perfectamente satirizados en Casi el paraíso de Luis Spota, realmente la primera gran novela urbana del siglo XX.
Rodillas anquilosadas: continuando con sus fallas de ubicación, en la (pág. 13) describe una variedad cabaretera. ¿De qué show habla CF? En los antros de Guerrero no había variedad, se iba a bailar y beber nada más; las variedades podían verse en cabarets de más categoría, en el Bremen por ejemplo, no en los antros de Guerrero. Ignorancia pura.
¿De modo que la fichera Gladys “llegó al fin a la Doctores, rendida”? CF nunca se enteró de que una fichera cuando sale del cabaret aborda un ruletero porque ha bailado diez horas sin parar y no puede ya dar paso?
Manos con artritis: la descripción de su personaje estelar Ixca está en la página 31. Es un sujeto de novela barata, sin ningún rasgo de autenticidad, inventado por un autor ignorante y pedante. Es el sujeto de una ficción que pretende pretende novelar la city y narra fantasías hilarantes por lo disparatadas. Este improbable personaje de tramoya, va llevando el hilo del comentario compitiendo con el autor: ambos dicen las mismas tonterías presuntuosas.
Fractura en la pelvis: en la página 47 CF exhibe su gran ignorancia sobre los bongoceros: invoca a Pérez Prado porque no sabe que PP sin trompetas y sin sax no es PP. Los bongoceros jamás tocan mambo, sus toques son de rumba o de santería. Trata de imprimir ambiente “tropical” a una fiesta mezclando frases de algunos mambos con algunas rumbas, loca fantasía ajena a lo que ejecuta un auténtico bongocero-rumbero. Los bongoceros de aquella época eran famosos y el autor no pudo personalizarlos porque simplemente no los conocía: Silvestre Méndez, maestro de bongoceros; Chocolate, Batamba, Jimmy Monterrey, Manolo Berrio, Joaquín González, Ángel y Modesto; fiesta con bongoceros que se respetara contrataba al menos dos de los citados. Cubanos en su mayoría.
Lengua purulenta: casi toda la primera parte hasta “Gervasio Pola” está repleta de diálogos cenagosos entre seudointelectuales y sus amigos. Espejismo; Pola es su escritor en la novela, hacia el final, un judío productor de churros lo descubre y lo convierte en guionista de cine y como tal… ¡se hace millonario! Muy desorientado e ingenuo se observa al autor, porque en la época del Cine de Oro mexicano ningún guionista se hizo millonario, les pagaban mal sus historias y adaptaciones, el ejemplo incontestable es Mauricio Magdaleno, guionista del Indio Fernández: muy lejos de hacer una fortuna en el cine; otros como Juan de la Cabada y José Revueltas apenas sí sacaban lo de un par de botellas de tequila. Carreras como las de Pola nunca ocurrieron, CF jamás se enteró de que la Clasa Films Mundiales nunca pudo ser la Metro Goldwyn Mayer de Hollywood y vistió a Pola de oropeles relumbrantes hechos de celuloide gringo.
En la página 90 se nos anuncia que Ixca es casualmente un casateniente acomodado. ¡Cambio de piel! Venía apareciendo como un vivales sin oficio conocido.
Columna vertebral desviada: desde el principio y hasta la página 148 CF nos cuenta por boca de sus personajes principales, la historia de cada uno, todos de la “alta”. Aquella escena fugaz en la cual un anciano nostálgico e iracundo le muestra a su nieto el México porfiriano que se fue y nunca más volvió, mientras viajan en un autobús Reforma-Lomas es indicativa de la persistencia de CF en describir las clases “altas” infatigablemente a través de su novela.
Colon obliterado: a la altura de la página 300 esta novela es la historia de la gente bonita del Defe; los personajes centrales bien dibujados hasta el momento son: un banquero transa, muy rico, su hermosa mujer, un círculo de parásitos sociales y su pequeña corte. Alrededor de ellos vuela el moscardón Ixca Cienfuegos. Todos de las Lomas a Reforma, sus bares, sus cafés, sus chismes, sus pequeñas intrigas, celos y traiciones comunes en esa plutocracia. Todos posando para la prensa de sociales; la seducción de la ricachona Norma por el dandy Ixca está apestada por un diálogo “intelectual” infame por lo artificioso. La quiebra del banquero transa nunca pudo ocurrir en México y mucho menos atribuyéndola a chismes de salón. En primer lugar, en México los banqueros no quiebran porque los protege el sistema. No fue sino hasta 1982 cuando el sistema les faltó al respeto, pero no quebraron, cobraron hasta el último centavo de sus activos. Cándidamente, CF desarrolla en esta novela situaciones y personajes que sólo se dan en E.U., su verdadera patria. Los casos del banquero y del escritor son típicos de la sociedad gringa, no de la nuestra. Entre estos extremos y la barriada que no conoce, CF va dando tumbos literarios sin ton ni son.
A ratos cree el lector estar leyendo el argumento de un churro del cine nacional donde alternan gigolós que bailan mambo con señoras que cantan en cabarets de lujo porque poco antes bailaron en antros. Ixca Cienfuegos, interpretado por Rodolfo Acosta, y Norma Larragoiti por Ninón Sevilla ,“Víctimas del pecado” entre ustedes los ricos. Las escenas donde intervienen los pobres también son de churro nacional, inferiores a las aventuras de Pepe el Toro, no cuentan con un personaje a la altura de Pedro Infante o de David Silva; ni siquiera de Mantequilla.
Peritonitis en el intestino delgado: Página 444. El autor trata de justificar el título de su novela y larga un capítulo repleto de reflexiones y nombres ilustres que han llenado la historia de la ciudad desde Tizoc, pasando por el Panzón Soto hasta Xavier Villaurrutia, luego, para que el lector asombrado por su conocimiento de la ciudad vea que sí la conoce, larga una lista de colonias y calles sacadas de la Guía Roji y para terminar, una bonita selección de frases extraídas de su mamotreto con una escena final de churro fílmico imaginada entre su galán de celuloide al estilo de Ramón Armengod y su piruja decadente al estilo de Leticia Palma. Y el galán peripatético y ridículo montado en el viejo puente de Nonoalco como en todo churro que se respete le dice una frase hecha de cartón piedra pegada con engrudo acedo; “Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer”.
No se halló el cerebro: para considerar seria, importante y trascendente una novela urbana que trata de ser constancia histórica arquitectónica, antropológica y social, debe contener escenarios que son imprescindibles: en ésta falta Tepito, realmente barrio bravo desde un siglo antes; faltó la Candelaria de los Patos, la auténtica Corte de los Milagros de la C de M; en la época descrita faltaron los salones de baile con sus falenas y sus caifanes (había al menos unos veinte). No hallamos las laberintosas vecindades de hasta 7 patios y más de cien viviendas conocidas popularmente con el nombre de “El Palacio Negro” en Mixcalco y “La Bella Elena” en la Morelos entre una diez de tal jaez. El autor creyó que la calle de Guerrero era el asiento máximo de los bajos fondos y que sus cabarets eran los antros más sórdidos cuando hacía una década la colonia Guerrero era habitada por trabajadores, no delincuentes; le faltaron los cabarets de la Merced (el Nopal, el Irma, etc), le faltó el siniestro La Pampa, enclavado entre la Lagunilla y Tepito, esquina de Argentina y Rayón frente al tenebroso salón de baile La Playa; le faltaron los antros Agua Azul y Molino Rojo en las calles de Allende, pertenecientes a la zona de la Lagunilla y en donde las ficheras bailaban descalzas. La ausencia de La Lagunilla es deplorable, apenas sí la menciona cuando en aquella época era una zona comercial importantísima para la clases media y pobre. ¿Pero existe la clase media en esta ”región transparente”?.
Para el autor, la CdeM era las Lomas y Barrilaco, un poco Polanco y algo del Centro como el Hotel Regis y el Del Prado. Lo demás está desleído, despintado por la lejía de su ignorancia engreída, un mero telón de fondo para sus escenas ridículas.
Sin proponérselo, 100 años antes logró Manuel Payno en Los Bandidos de Río Frío una verdadera novela urbana. Ahí sí está la CdeM de 1850. En la novela de CF ni siquiera asoma el bosquejo.
¿Cómo una novela tan notoriamente fallida, chata, coja y manca logró el éxito delirante de la crítica?
Deplorablemente para la Mafia de Benítez, ésta no tenía una carta mejor para jugar. Era necesario impulsar la carrera literaria de su golden boy mediante el impacto mediático y puso a todo su equipo a alabarla. Como por fortuna para CF sus impulsores conocían la ciudad menos que él, no tuvieron empacho en declarar la LR+T una obra maestra. De hecho, la única voz fuerte que se alzó con la verdad, la de Elena Garro no fue oída. Es más, fue perseguida y vilipendiada. A fuerza de repetir a través de 5 décadas que esa novela era lo máximo, llegó a serlo. Al cumplir ahora 50 años su primera edición, de nuevo las loas se volcaron como cataratas del Niágara y de Iguazú juntas. A medida que el tiempo pase, a medida que vayan desapareciendo quienes sí conocieron las entrañas de esta ciudad a mediados del siglo pasado, la novela se fortalecerá pues ya nadie podrá señalar: ¡esa es una fantasía!
¿Nadie? Nadie, con excepción del autor. En efecto, muchos años después, consciente de que la ciudad que aparece en LR+T nada tiene que ver con la CdeM de mediados del siglo XX, el Dandy Guerrillero acepta y repite a la menor provocación, que esa urbe es una fantasía literaria muy suya y para su gusto y consumo y que sus lectores deben aceptarla así y dejarse de sandeces. Desde esa perspectiva, CF se deslinda de la verdadera CdeM y construye otra muy distinta, como construyó en su caso Onetti el Puerto de Santa María, como Verne recreó el Centro de la Tierra y como otro autor muy moderno erigió la mítica Ciudad Gótica donde se pasea Batman. Fantasías literarias y populares muy legítimas, siempre y cuando el autor no pretenda dar gato por liebre. Si el ciberlector se resiste a creer que CF acepta ser autor de una obra fantástica en LR+T, por favor siga leyendo.
Sección “La botica de Juvenal” (Noviembre-15-08)
Como era de esperarse, el suplemento “El Ángel” del periódico Deforma también se volcó en elogios a rajatabla con motivo del homenaje a Carlos Fuentes. Lo más notable fue el ensayo de Jorge Volpi titulado La batalla interminable , como el Chóforo es en este suplemento el director de facto, mandó hacer una ilustración que muestra a CF en su papel de “El Dandy Guerrillero” , mote que le puso KK el de Letras Viles hace mucho tiempo, tal y como el camarada Martré lo describe en su novela El Címbalo de Oro (2001), así lo muestra cruzado el pecho con cananas que en vez de balas llevan plumas de escribir, agraciado el retrato con un cañón que es una pluma gigante.
Fuentes en “El Ángel” está perfecto, no podía ser menos que se le rindiera homenaje cabal en periódico tan reaccionario y mendaz. El aristocrático “Dandy Guerrillero” queda bien para “Deforma”. Si uno lee con cuidado el artículo de Volpi, obtiene en conclusión que, soterradamente, lo minimiza en vez de magnificarlo. No es la catarata de elogios, sino un plácido manantial de loas dudosas. Reconoce Volpi lo que ninguno –excepto La Rana Roja– acepta y sostiene: que La región más transparente no es la primera novela urbana, ni la más importante, sino la más “perturbadora”. Algo es algo. Y luego afirma que CF “se inventó una extraña tierra para que la poblasen sus personajes. La llamó México.” En efecto, esa tierra es tan extraña, pero tan extraña, que a duras penas los lectores pueden identificarla con nuestro país. Siendo que CF pasó su niñez y primera juventud en el extranjero, ¿cómo se le ocurrió escribir una novela “totalizadora” sobre la ciudad de México a los 30 años de edad? Porque para este laureado autor, todo el país, incluyendo su capital era Cuautitlán, y así lo demás, por el estilo.
Se ha dicho que Volpi es el heredero natural de Fuentes. La lectura de este artículo enseña que, a Volpi, maldita la gracia que le hace tal herencia. ¡Vade retro, Satanás!
La página dos está adornada con 36 citas de Fuentes aparecidas en diversas publicaciones del mundo, siendo la mayoría del “Deforma”. Digna de citarse es la siguiente aparecida en The Paris Review Interviews, 1981. “Soy un caso peculiar en la literatura mexicana, ya que crecí lejos de México, y México fue siempre un espacio imaginario para mí, y agregaría que nunca ha dejado de serlo. Mi México y mi historia de México se llevan a cabo en mi mente. Su historia es algo que yo he soñado, imaginado, y no la historia real del país.” Vamos, a confesión de parte, relevo de pruebas. Al menos, el Dandy Guerrillero no engaña a nadie, son sus adoradores y los lectores de esos adoradores los que captan lo que el autor jamás quiso decir, ni en broma. Autoengañados, pasean al autor en hombros y lo ovacionan como si hubiesen asistido a una corrida de toros en la cual vieron una faena imaginaria.
En la página 4 vienen 4 artículos. El primero del escritor peruano Santiago Roncagliolo quien describe un almuerzo con Fuentes y su preferencia indiscutible por Aura. Esta novela es lo máximo para el peruano. Y uno se pregunta, ¿habrá leído Los papeles de Asper, de Henry James? Y uno se responde: No, Roncagliolo no ha leído a James, de otro modo, volcaría toda su admiración por el inglés, verdadero autor de Aura. El segundo artículo y más grande trata de Fuentes en el cine. Esto es, Fuentes como guionista. Y cita cinco películas mexicanas, en ninguna de esas figura como guionista único, siempre está asociado con guionistas profesionales, como lo fueron y son: Gavaldón, Ripstein, Juan Ibañez, Wallerstein, Carlos Velo, Manuel Barbachano, Casalz, Gavilán e Iturriaga. Ellos trabajaron y Fuentes gustoso aceptó aparecer en los créditos. En “Los Caifanes” intervinieron 4 guionistas, ninguno de los cuales supo jamás lo que era un Caifán. Llamar caifanes a un trío de matacuaces fue lamentable y patético.
El cuarto artículo lo firma alguien que se llama Steve Boldy, exégeta de CF en Cambridge. Hay mesura en sus elogios, no los escatima pero tampoco los derrocha como JEP.
En la página 7 la inefable Guadalupe Loaeza recrea “Las andanzas del joven Carlos” e involuntariamente, apoya al propio Fuentes en su grandioso desconocimiento de la ciudad de México, al reproducir una declaración que el Dandy Guerrillero hizo al escritor Julio Ortega: “Yo no soy un escritor realista de la ciudad; yo soy un inventor de la ciudad para mi consumo personal. Siento que la ciudad de México es mi gran invención, se parezca o no se parezca realmente a lo que yo imagino. Por eso es un tema central de mi obra, como puede serlo la sociedad parisiense en la obra de Balzac o Londres en la obra de Dickens”. Valga la comparación, toda proporción guardada, si los lectores de Balzac y Dickens en el siglo XXI creen que el París y el Londres descritos fueron así, lo más probable es que los lectores del siglo XXII también crean que el México de Fuentes así era. Lo cual será sumamente deplorable.
Para terminar, en un recuadro aparece el programa oficial del homenaje nacional a Fuentes. El lunes 17, será la inauguración en el Castillo de Chapultepec con la asistencia del presidente Calderón. La visita que le hizo el Dandy cuando Calderón era candidato rindió sus frutos. El homenaje a Fuentes adquiere dimensiones nunca antes vistas. Ni Paz tuvo en vida un homenaje así. Y es natural: ¿cuándo Fuentes ha disentido o se ha alejado del Príncipe en turno?
Ser parte del poder, aunque sea tras bambalinas, deja.