HEMOS GANADO: ANIVERSARIO DE LA DEMOCRACIA EN MEXICO
Artículo por Ulises Lara López (México)
Los mexicanos hemos recorrido un largo camino por la democracia. No han sido pocas las adversidades y escollos que hemos tenido que sortear a lo largo de las últimas décadas.
Miles de nuestros compatriotas entregaron sus vidas o su libertad para que se reconocieran los derechos políticos; hechos que hoy, en muchas ocasiones, pasan inadvertidos.
Tampoco se valora la trascendencia del sinuoso proceso de reformas a las normas electorales, a las reglas para la conformación de la representación popular y de un nuevo sistema de partidos; que permitió acudir en condiciones más equitativas a las sucesivas contiendas electorales y reglas más justas para lo conformación del poder político.
Hace 18 años, el 6 de julio de 1988, los ciudadanos cobramos conciencia de que era posible derrotar electoralmente al Partido Revolucionario Institucional; que la hegemonía que mantenía, a partir de detentar la presidencia y desde ahí controlar todos los espacios de la vida política y social de los mexicanos, dosificar el ejercicio de las libertades públicas y subordinar a los poderes públicos, no era una situación eterna.
Hace poco más de treinta años estaban de hecho prohibidas las manifestaciones, los sindicatos no permitían disidencias internas; los líderes de organizaciones campesinas independientes eran perseguidos y asesinados por guardias blancas de caciques y latifundistas; las huelgas universitarias eran intervenidas por la policía. Los medios de comunicación sólo daban cabida a la versión oficial de los hechos y el número de periódicos y revistas
comprometidos con la denuncia de los abusos del poder o de los movimientos sociales se reducían a dos o tres publicaciones.
La larga marcha de la democracia fue sumando más núcleos y organizaciones sociales, organismos civiles y partidos que coincidían en ampliar los esquemas de participación social y en democratizar todos los espacios de la vida social y política de nuestro país.
Así, logramos la alternancia en 1997 en la Ciudad de México, y se logró poner fin a 70 años de partido hegemónico de Estado en el ámbito nacional.
A fuerza de votos y ejerciendo los derechos políticos que consagra nuestra Carta Magna, hemos venido trasformando el sistema autoritario que caracterizaba a nuestro país a un sistema esencialmente democrático.
Ahora la pluralidad de la sociedad se expresa en una mayor distribución del poder, gozamos de mayor libertad para expresar nuestras ideas, tenemos los gobiernos y congresos que los ciudadanos desean, se expresa la competencia de alternativas para la solución de los problemas en los ámbitos nacional, de las entidades y de las delegaciones o municipios. La transparencia, es una divisa que se acredita día con día en el ejercicio de la función pública. La participación y corresponsabilidad creciente de los ciudadanos en el quehacer gubernamental hacen posible la gobernabilidad democrática. La eficacia y eficiencia gubernamental se convierten en retos y desafíos de la competencia política que se expresa en las contiendas electorales.
En este orden de ideas, es que el ejercicio del gobierno en la ciudad de México por parte de autoridades emanados de la izquierda, nos ha venido otorgando legitimación. Se acreditan día con día nuestras propuestas
gubernamentales, se reconocen las bondades de las políticas públicas que aplicamos. Las encuestas de opinión y los resultados electorales que obtenemos desde 1997 muestran la creciente satisfacción de los ciudadanos del Distrito Federal.
Sin embargo, hoy enfrentamos el mayor de todos los retos que hayamos tenido, realizar la hazaña más grande de la izquierda mexicana: ganar la Presidencia de la República, con el liderazgo extraordinario de Andrés Manuel López Obrador.
Están por concluir los cómputos distritales y no me cabe duda de que al final del proceso habremos de remontar la incertidumbre del resultado de la contienda presidencial; habremos superado todos los obstáculos que se nos han presentado; desde el desafuero, que pretendía impedir el registro de nuestro candidato, hasta las campañas de descrédito contra nuestro exitoso ejercicio gubernamental y de la opción que representamos.
Lo tenemos claro, no lograrán doblegarnos los persistentes ataques e intromisiones del Ejecutivo Federal en la campaña. No es con el miedo con el que se construye una sociedad moderna y democrática. Nunca hemos sido un peligro para el pueblo de México, busquen los fantasmas en otro lado.
Ante el enorme esfuerzo realizado en los últimos meses por millones de ciudadanos, sería un grave retroceso que una institución tan sólida y fundamental en la democracia mexicana, como el IFE, se vea deteriorada por irregularidades; sería irresponsable destruir el prestigio, que tanto ha costado a los mexicanos, por no preservar los principios de equidad, imparcialidad, de justicia y profesionalismo que ordena nuestra Constitución para el respeto del sufragio y de la voluntad popular.
Hoy conmemoramos el triunfo de la democracia en la Ciudad de México, y el triunfo de la democracia en el país y es ocasión propicia para una reflexión; no sólo sobre el proceso de tránsito a la democracia, no sólo sobre el proceso de consolidación de nuestra democracia sino del futuro que nos espera.
En la lucha por la democratización, hay que decirlo con fuerza, hemos ganado, ¡todos hemos ganado! Iniciamos un nuevo camino y en un juego dialéctico ya no somos el mismo país y sin embargo somos los mismos, los que en calidad de sujetos transformadores de la historia decidimos darle un nuevo rumbo a nuestra nación.
Ya nada impedirá el ejercicio de los derechos y las conquistas democráticas. Se abren paso oportunidades en los diferentes ámbitos de la vida pública para un desarrollo con equidad e inclusión de todos, sin importar la edad, género, preferencias religiosas, políticas o sexuales.
Iniciamos una nueva etapa, como siempre, de lucha constante, guiada en principios, en nobles aspiraciones de bienestar para los mexicanos.
Iniciamos una nueva etapa de lucha, que demanda de nosotros constancia y congruencia, nuestra resistencia y fortaleza deviene de la razón de nuestros argumentos y la solidez de nuestros ideales. Nada se ha perdido, en la construcción de la democracia HEMOS GANADO.
6 de julio de 2006