ENCUENTROS CON EL ESCRITOR RAÚL MACIN, por Arturo Trejo Villafuerte

 

ENCUENTROS CON EL ESCRITOR RAÚL MACIN

Otro por Arturo Trejo Villafuerte (México)

 

Es casi seguro que conocí a Raúl Macín en Ediciones de Cultura Popular, la editorial del Partido Comunista Mexicano, que en aquel entonces estaba instalada en las calles de Balderas, en el Centro, donde esa heroica empresa tenía sus oficinas y que, con una persona a la que no quiero mencionar, comencé a pasar por ahí.

Muchas veces los editores tienen los libros que merecen y los autores los editores que merecen. Me consta que el maestro Macín siempre apoyó dentro de la editora del PC a los libros de literatura: viene a mi mente 13 rojo, título que reunía a trece militantes del partido, entre ellos, si la memoria no me falla, se encontraban David Martín del campo, Gonzalo Matré, Gerardo de la Torre, Xorge del Campo, entre otros; recuerdo con mucho cariño el libro de poemas de Efraín Huerta, Amor, patria mía, al cual “El gran cocodrilo” me pidió que yo presentara y que no lo pude hacer por un viaje que hice a Europa, pero mi ausencia fue muy bien suplida por la voz de un o de los Claudios -Obregón o Brook, ya no recuerdo quien de los dos, ambos excelentes actores y voces-, quien se encargó de leer mi texto que dejé para semejante ocasión.

Ya estando de nuevo en México y trabajando yo en la Dirección de Literatura del INBA, se presentó Las muertes de Aurora de Gerardo de la Torre en el Palacio de Bellas Artes, con gran asistencia de público y un muy buen coctel que se prolongó, por muchos de nosotros hasta la Casa Dolores en la calle del mismo nombre.

En todas estas actividades de Ediciones de Culura Popular estaba Raúl Macín, a quien incluso físicamente no lo ubicaba, pero sabía que ahí atrás de esos autores, de esos libros y de otros tantos, y atrás de otros más autores se encontraba su mano, su hechura, su trabajo…

Muchos años más tarde me tocó organizar un Foro sobre Cultura para el Instituto Hidalguense de la Cultura, al que asistieron paisanos ilustres que tenían algo qué decir sobre el tema y, por supuesto, uno de los invitados fue Raúl Macín, quien en ese entonces echó a andar el proyecto de la Editorial Claves Latinoamericanas (y Miguel Ángel Granados Chapa, Ignacio Trejo Fuentes, Gonzalo Martré, José Joaquin Blanco -que creció en Tulancingo-, y otros tantos más).

Tengo que decir que hasta ese momento, después de casi 15 años de saber de él, lo traté y conviví con él: solidario, fraterno. Lo diríamos así: era una dama, pero también lo podría decir al contrario: era un caballero que ennoblecía a quienes eran sus amigos. No fui su amigo, pero cuando Xorge del Campo o Gonzalo Martré me hablan bien de él y de sus actos y actitudes, sentía que por prolongación yo también era su amigo. Y ahora, al enterarme por una esquela en La Jornada de su fallecimiento, recuerdo las charlas con Martré y Xorge y siento que ahí está Raúl Macín, el editor, el escritor, el amigo. Y así lo siento: como un amigo que nunca terminaré de tratar.