MACARIO MATUS: CREADOR Y PROMOTOR DE LA CULTURA ZAPOTECA, entrevista por José Tlatelpas

 

Macario Matus: creador y promotor de la cultura zapoteca

Entrevista por José Tlatelpas

JT: Macario, nos da gusto entrevistar a un poeta indígena como tú quien, además, ha sido un destacado promotor cultural, crítico y defensor de nuestra antigua cultura. Viendo tus múltiples actividades se nos ocurre una pregunta: ¿Cuáles son tus pasiones principales?

MM: Yo creo que todo me interesa muchísimo, porque a todo le entrego mi alma, mi pasión, mi espíritu, mi corazón. No a Pedro Infante porque bueno… Mi gran pasión… primero, es el ajedrez, sigue la música, clásica, digamos, pero estoy a gusto con todos los géneros, mis hijos y mi mujer, luego viene la poesía, que yo siento que es la concreción y la síntesis del lenguaje. Y ésta, particularmente para mí, ha sido un reto, porque yo nací zapoteco. La primera lengua con nací es la zapoteca y día a día la enfrento con esta lengua impuesta. Después, al enfrentarme con el mundo externo, como no se puede vivir en ninguna parte de la poesía, uno tiene que ejercer otros oficios, en mi caso el de promotor cultural o periodista cultural, donde me he paseado en todas las planas de la mayoría de los periódicos nacionales. Esto me llevó un día a ser director de la Casa de Cultura de Juchitán en donde fue un momento heroico, porque ha sido más que todo una lucha muy importante para el país que generó un partido regional de izquierda, la COCEI. Mi retorno a Juchitán que fue de 1979 a 1989, diez años, obedecí a una circunstancia histórica y accidental. Junto con Francisco Toledo, el pintor oaxaqueño y otros compañeros, habíamos decidido en participar en un movimiento de cultura en Juchitán, Oaxaca, un pueblo de tradición de lucha cívica. Otra vez la historia, desde la época prehispánica hasta la fecha, era formar una institución que llevara cultura y arte, y se convino con un hecho histórico que estaba ahí y nos no sabíamos. Y ocurrió la coincidencia, en que unos jóvenes luchando en el sentido material de transformación cívica conjugamos intereses cada cual en su terreno. Ellos en el sentido material y nosotros en el espíritu, en diez años cada cual hizo su papel, de nuestra parte pudimos llevar el arte en todas sus manifestaciones a un pueblo culto, artístico, sabio, dentro de lo suyo.

JT: ¿Y qué fue lo que ustedes hacían en ese momento?

MM: Solíamos reunirnos en la Casa de la Cultura, les llevamos la otra parte de la cultura, la que se desenvuelve en el resto del país. El pueblo ganó con la acción por que tuvieron acceso a una gran bibliografía de 20 mil volúmenes, a un acervo pictórico donde resaltan los nombres de Utamaro, Pablo Picasso, Augusto Rodin, Tolousse Lautrec y todos o la mayoría de los pintores latinoamericanos, incluyéndote a ti, por cierto. Y también fuimos un puente con los escritores. Todo lo que significa el alimento del espíritu humano. Nunca pensamos que Juchitán necesitara cultura, Juchitán era ya un pueblo culto, simplemente estuvimos ahí. Y esto que te comento fue lo que ganó el pueblo a través de sus artistas quienes estaban ahí antes que nosotros. Sólo que no tenían el foro, el espacio físico para expresar lo que estaban haciendo. En esos diez años afloraron al menos diez poetas de primer orden, veinte pintores de primer orden, tres músicos de supremo orden, fotógrafos, y alguno que otro interesado en teatro. Es la ganancia del pueblo de Juchitán, que los tenía. Ahora en un supuesto caso ¿qué fue lo que a mí me dio ese momento? Aprendí que la cultura es única, y que el pueblo, o los pueblos como los nuestros, son inmortales. ¿Y qué a mí me dieron los habitantes de Juchitán? Me dieron el alimento más grande que he recibido en mi vida, por que me tocó la lucha del pueblo y ésta renació en Juchitán, de donde yo había salido veinte años antes y me encontré con una explosión humana, vital.

JT: ¿Cuál es el perfil de tu poesía?

MM: Hay vertientes… primero , hoy somos pueblos dominados, sobre todo los prehispánicos, dominados, no conquistados; porque conquistados significa fuerza bélica, invasión, significa armas con poder, como las catapultas, mosquetes y nosotros con una honda, una flecha, en la punta obsidiana. Entonces lo primero que hablamos nosotros al nacer es la lengua zapoteca, hasta los seis años nos enteramos que había otra lengua y ahí está el drama de querer dominar la segunda lengua. Y las relaciones comerciales, educativas incluso, eran a través de la lengua española. Entonces hubo un freno a través de los profesores de que nos deberían hablar la lengua nuestra, la nativa y no lo hicieron. Se interrumpió el proceso normal de desarrollo de nuestra lengua y empezamos a aprender el español, por lo que se cantaba, se escribía y empecé a escribir en español, traduciendo mi pensamiento en zapoteco; pero no se podía, por que ambas lenguas son universales, porque ambas lenguas tienen sus códigos fonéticos, lingüísticos, verbales.

JT: ¿Y cuál ha sido tu trabajo principal en estos años?

MM: Como periodista cultural. Como no se puede vivir de poesía en ninguna parte o país de este planeta, por muy civilizado que sea ese país, entonces alguien que hace poesía tiene que buscar subterfugios, para sobrevivir. Y yo encontré el periodismo cultural que yo considero un género literario, dependiendo de quién lo use. Como nadie me podía pagar un poema y yo me había casado, obviamente sin un vaso de leche, tuve que entrevistar a todos los genios de la pintura y de la literatura. Precisamente en este lugar (un restaurant-cantina de la calle de Guerrero, en la ciudad de México) comencé buscando. Tuve la suerte de llegar a un círculo de escritores de gran estatura estética y ética: por ejemplo Juan Rejano, uno de los exiliados de España, porque él era un refugiado político, y los latinoamericanos que habían sufrido también el exilio: Tito Monterroso, Otto Raúl González, Cardoza y Aragón, Alfredo Cardona Peña y tantos otros. Pero también llegaba yo a los otros exiliados en su propia patria como Efraín Huerta, Renato Leduc, Miguel Guardia y otros. Como crítico de arte el hambre me llevó a recorrer los géneros del periodismo. Acabo de cumplir 25 años dentro del periodismo cultural. Empecé en 1973 y en los últimos diez años me especialicé en las artes visuales, después de tanto trabajo con los artistas plásticos porque además tenía yo un vacío en mí, me faltaba conocer el mundo de Rufino Tamayo, el mundo de Francisco Toledo, de Rodolfo Nieto, de Morales, entre otros grandes. Por el periodismo yo había esta cerca de personajes interesantes, de Rulfo, de Juan José Arreola a quienes entrevisté. Estaba empapapado de literatura pero me sentía desnivelado porque lo mejor de Oaxaca, hasta la fecha, son pintores. Entonces en mi orfandad aprendí a mirar y admirar la pintura.

JT: ¿Y qué nos dices sobre tus sueños y tus metas actuales?

MM: Creo que afortunadamente no tuve sueños y no tengo sueño porque siempre estuve despierto a todo y hasta la fecha sigo aprendiendo de todos los artistas. Trato además de entender, comprender el alma de mi pueblo. Cuando yo pueda reflejar todo el sentido ético y estético de mi pueblo creo que podré decir: Macario Matus, ahora sí cumpliste…

JT: Qué cosas de tu relación con la cultura recuerdas más especialmente?

MM: De mi vida recuerdo con cariño haber nacido. Me parece una grandiosidad la vida y tener una madre que todavía vive y tiene 99 años. Recuerdo cuando yo era niño, tal vez cuando tenía ocho años, acostado en el piso raso. Recuerdo mis pláticas con mi madre, entonces de 17 años, que para hacernos dormir nos contaba “hubo un país donde hubo un rey que no podía heredar su trono y dijo a sus vástagos que salieran del país y el que regresaran con riqueza y heredaran el trono…” Treinta años después me enteré que mi madre me había contado todo lo de Las Mil y una Noches sin haber ido a la escuela. Y mi padre, en los últimos treinta años de convivencia marital, también nos platicaba cuentos y nunca nos contaba lo mismo. Yo estaba junto con mis dieciocho hermanos y, cuando mi padre llegaba a casa, nos preguntaba: “¿qué les contó esa vieja bruja?”. Y lo le respondía: “Nos contó las historias de un rey…” Y mi padre nos decía: “No es cierto, no es cierto nada de éso que les ha contado. La verdadera historia es ésta…” y bordaba los cuentos más maravillosos sobre lo mismo que nos había contado mi mamá. Eso recuerdo y tengo en la memoria, sobre los cuentos de mi madre y la imaginación de mi padre. Siempre me ha ido bien.

JT: ¿Y respecto a tus proyectos para publicar?

MM: Lo que pasa es que tengo varios libros inéditos de poesía y cinco libros de cuentos. O sea que casi no tengo planes y ya están hechos. Tal vez lo que tengo que hacer es corregir.

JT: Muchas gracias por tu tiempo y tus palabras, Macario. Esperamos pronto tener noticias de tus trabajos recientes para publicar algo sobre ellos y te felicitamos por tu trabajo.

 

La portada del libro Los zapotecas, del maestro Macario Matus