Núm. 41 – Sobre José Luis Colín Publicación de marzo, 2000, JOSÉ LUIS COLÍN, CRÍTICO DE ARTE Y POETA, entrevista por José Tlatelpas

 

José Luis Colín, crítico de arte y poeta I

Entrevista por José Tlatelpas

José Luis Colín es un espejo horadado, originario de Salina Cruz, Oaxaca. Es crítico de arte, poeta y editor. En esta ocasión lo entrevistamos respecto a su experiencia como crítico de arte.

JT: José Luis, dinos por favor cuáles son tus principales pasiones en la cultura…

JLC: La poesía-aguardiente de pechuga, la crítica de arte y ser editor, en ese orden las tres. Primero la poesía-pomo y la pechuga, que es un aguardiente de mi tierra, Oaxaca.

Después empecé a hacer crítica en 1966, en la revista cultural de El Nacional con Juan Rejano. Él descubrió mi talento de crítico, que ni yo mismo conocía. En ese año de 1966 yo andaba muriéndome de hambre y me hablaron de Rejano y su revista, le llevé unos poemas míos y nos caímos bien. Obviamente, además de entregar los poemas me quejé de la situación, que me quedaba en la calle, que no tenía qué comer y no sé si porque mi poesía era muy descriptiva y pictórica, después de llevar los poemas me preguntó: ¿ha escrito crítica alguna vez? Me preguntó también si había hecho crítica de arte y como soy muy audaz le dije que sí y en esa época yo sólo sabía que existía Diego Rivera, José Clemente Orozco… y le dije que “si le interesa tengo algunos artículos en un periodiquito de mi pueblo, ¿cómo cuáles le gustaría?”, le pregunté, y me dio la cartelera del Excélsior. Le pedí consejo: “¿qué le pregunto al pintor?” Y como vio que no sabía nada se rió y comprendió y me dijo: “tome este libro” y me dio Budismo Zen y el Arte, de Jean Rostand. Entonces me pidió “tráigame un comentario del libro”. Ese fue mi primer artículo y me costó mes y medio escribirlo, todo el día y aun sin saber la gramática.

Yo ponía la palabra y entendí la relación y me acordé de los consejos de Azorín y Bertold Brecht sobre cómo escribir y sobre los principios de redacción. Y finalmente pasé la prueba y me encargó una entrevista y, total, mis dos primeros artículos los hizo Rejano. Después me mandó con un paisajista, Francisco Fierro, me mandó con este cuate y me recomendó dos o tres libros y me dijo cómo hacer la entrevista. Le pregunté su técnica y pasaron otros veinte o veinticinco días, y como vio que me apuré y ya me tardé sólo la mitad del tiempo, yo creo que le caí bien, y entonces me dio una columna. Me encargó un artículo sobre García Ponce y otro sobre Juan Lucas y así empecé junto a Bertha Taracena y Pablo Márquez.

JT: Dos nombres importantes. Me imagino que te habrá tocado tener por compañeros a varios críticos y periodistas muy interesantes.

JLC: He alternado con Antonio Rodríguez en Catorce Conferencias en 14 Universidades, nos alternamos todos con la ANUIES, Bertha Taracena, Pablo Márquez, Raquel Tibol en el Excélsior, Hugo Covantes, Alberto Híjar, con el extinto con ellos.

JT: ¿Qué elementos originales o distintos encontramos en tu trayectoria como crítico latinoamericano?

JLC: Pues que honestamente voy a juzgar por lo que veo, lo positivo y lo negativo, que no me voy a dejar influir por importancia ni la estatura del pintor, ni por las conveniencias del poder. Además, que voy a enfocar la obra del artista dentro de su contexto personal y social y nunca lo voy a desligar. Además, la cuestión del lenguaje, he procurado evitar los términos críticos que se usan en la crítica formal y que son ininteligibles para la gente normal. Además, que no me importan los grandes, no voy a escribir algo sobre alquien que está arriba si no me atrae su trabajo. Siempre mi trabajo lo he dirigido a la valoración de la obra de los jóvenes.

JT: ¿Has descubierto nuevos valores?

JLC: Muchos… no estoy de acuerdo con esos críticos que descubren, pontifican, etc. No ha sido mi política. Mi política ha sido darle la oportunidad a un joven al cual vea posibilidades. Y tengo orgullo de que cuates que están arriba ahorita yo fui el primero que les dio importancia para un artículo serio. En el final de los sesenta y setenta te puedo mencionar a Javier Arévalo, Benjamín Domínguez, Leonel Masiel, Nahum B. Zenil, Janitzio Escalera, Dalia Monroy, Leticia Ocharán que ya murió, cuando empezó a hacer grabados Beatriz Zamora, Carlos García Estrada, entre otros.

JT: ¿Qué has aprendido de los críticos de tu generación?

JLC: De los críticos de arte aprendí lo que no es un crítico. Por eso no estoy en la élite y no estoy en ninguna de sus sociedades de críticos, que hay dos y me han invitado. Y de los periódicos mexicanos, como no ha habido muchos auténticos, tampoco aprendí mucho de ellos. Por eso no he sido un periodista formal o institucional; sino que siempre he sido independiente y si aprendí algo fue de alguien en especial, fue de Juan Rejano. Y lo que aprendí es el incio de la honestidad con él mismo y los demás, cosa que ninguno de los ojetes que estuvieron con Juan Rejano lo aprendió.

JT: ¿A qué te refieres exactamente?

JLC: Por ejemplo Alberto Dalal que fue su discípulo: Alberto Dalal no aprendió nada. Tampoco aprendió nada de la modestia y sencillez, de la honestidad, de la nobleza ni de la solidaridad, que eran cuatro de las cosas chingonas de Juan Rejano. Ahí está René Avilés Fabila que nunca aprendió el pudor personal. Juan Rejano no permitía que se escribiera sobre él en su suplemento. René Avilés Fabila, al segundo número, todo era sobre de él y toda la bola de sus lambiscones, ahí estaba Mauricio Eichenzwer, Dionisio Morales, etc. quienes tenían que tratar de quedar bien parados. No los culpo a ellos, sino al director que llenó su suplemento de elogios a él mismo. Manuel Blanco, jefe de la sección cultural de El Nacional, tampoco aprendió: nunca fue capaz de defendernos a los redactores de planta y colaboradores por no perder la chamba.

JT: No sé si aceptarías que tu crítica es crítica-crítica, controversial y sin concesiones. Estas son cualidades muy valiosas en este tipo de trabajo, pero muy difíciles de encontrar, por diversas razones. Entre ellas porque los directores de los medios quieren promover más incienso que crítica profunda. ¿Qué es lo que realmente encontramos en José Luis Colín?

JLC: Encuentras un iconoclasta que no le gusta nada, más que aquello que esté definido históricamente como arte. ¿Qué es el arte? No vamos a volvernos platónicos, el arte en verdad no es sólo un concepto platónico. El arte es la verdad que genera emoción, que no todas las cosas generan emoción ni todas las emociones son verdades. El arte es, como decían los cabalistas: es donde más transparentemente se encuentra al corazón que piensa. El corazón siente y piensa a veces más profundamente que la parte racional. También para los prehispánicos el corazón era importante, más que la mente racional. Desde un punto de vista yo me defino más como un crítico de arte. Pero vamos a ver la definición de un crítico de arte. Siempre he pensado que más que una definición conceptual de crítico, su definición no debe ser conceptual ni de posición ni de condición, sino más bien la que tenga que ver con su función. O sea, para qué sirve. Porque el crítico no puede no ser nada: ni un periodista completo, ni un escritor completo, ni un artista completo, ni un científico completo. Tiene que ser un crítico completo. Por no entender esto hay tanta impostura.
Más bien la importancia del crítico de arte está en su función social. Y su función social es la un orientador o un medio de comunicación entre el artista, su obra y el medio en la que éstos fructifican o actúan. Y, por tanto, en vez de ser un fomentador de la especulación, de la inflación oficial, de las políticas culturales del Estado, casi siempre mañosamente corruptas, en vez de ser un cómplice de las élites y las mafias que promueven un arte neutro y neutralizador, y nuestras deformaciones educativas y culturales, debe ser, en verdad, todo lo contrario a eso. Yo, en realidad, como no me siento pontificador ni desfacedor de entuertos, ni héroe cultural, ni patricio de nuestra República, no he intentado hacer nada, lo único que he hecho es cumplido con mi conciencia. Por eso hay gente que me tiene muy arriba y gente que no me quiere. Como ves, estoy aquí en la cantina y no me siento mal por eso.

JT: ¿Hay relación entre tu trabajo y el de tu paisano Macario Matus, quien también es un poeta y crítico brillante?

JLC: No hay relación entre mi trabajo y el de Macario, aunque varios de compañeros quizá fueron influenciados por mí. Después que llegué con Juan Rejano llegó Manuel Blanco, “el bunker” Jesús Luis Benítez, Macario Matus, y otros. Yo estaba al principio con el poeta y periodista costarricense Alfredo Cardona Peña y el guatemalteco Otto Raúl González.

JT: ¿Tus temas principales?

JLC: La desmitificación: dentro de este terreno, algunos de mis mejores artículos han estado dirigidos a Octavio Paz, Rufino Tamayo, Leonardo Nierman, Sebastián, a colocar a los farsantes que están arriba en su lugar; porque son un mal para su tiempo, son de los que arman más teatro y, tercero, para que en la historia no todos quedemos como pendejos porque que no registramos lo que pasó en nuestro tiempo y aceptamos toda la mierda que se nos daba.

El poeta y crítico de arte José Luis Colín