Núm. 11 – El arte social y la Independencia, septiembre, 1997, GUADALUPE RIVERA MARIN:POLITICA Y ARTE DE LA REVOLUCION MEXICANA

GUADALUPE RIVERA MARIN:POLITICA Y ARTE DE LA REVOLUCION MEXICANA

Artículo por Guadalupe Rivera Marín

Conferencia íntegra presentada por la Dra. Guadalupe Rivera Marín, historiadora, directora del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana, investigadora sobre el muralismo mexicano, escritora e hija del muralista Diego Rivera. La Dra. Marín nos comparte esta conferencia que leyó este año en la Universidad Simon Fraser de Vancouver, BC, a invitación del Consulado Mexicano en esta ciudad y la propia universidad, con motivo de la Semana de México, organizada por el Consulado de México en esta provincia. La conferencia es una traducción de su original en inglés. La traducción fue realizada por Coral Chamú Arias.

Los antecedentes estudios del pasado artístico, implican que los murales de hoy, impregnados por indios, tradiciones coloniales y populares, no estén influenciados únicamente por la hoguera de la Revolución, sino por un estilo natural debido a la herencia plástica de artistas mexicanos.

Esas posibilidades no fueron del todo evidentes cuando inició el movimiento armado.

La revolución política, social y económica contra el gobierno de Porfirio Díaz, comenzó en México en 1910 y tuvo al principio repercusiones trascendentales en el curso de las artes plásticas, apresurando la caída del imperio académico establecido desde las primeras décadas del siglo XIX en la Academia de San Carlos y más tarde, en la nueva Escuela Nacional de Artes Plásticas.

En 1911, el objetivo de los estudiantes fue el Dr. Daniel Vergara Lope, profesor de anatomía artística. Los estudiantes dirigieron una solicitud al director, pidiendo que el profesor de anatomía realmente enseñara en lugar de explotarlos con la venta de traducciones de técnicas de arte francés.

El director Antonio Rivas Mercado imprudentemente les negó contestación a la demanda.

El 28 de julio, los estudiantes declararon huelga en la escuela y, demandaron la inmediata dimisión del director. Un “comité” ejecutivo visitó oficinas de periódicos y fue recibido por el Secretario de Bellas Artes.

La policía prohibió a los huelguistas entrar a la escuela y, los instaron a dibujar en las calles.

Más tarde, el régimen liberal de Madero omitió librar a la escuela de estas rutinas conservadoras. La libertad artística tuvo que esperar hasta que inició la dictadura militar de Victoriano Huerta, cuando el pintor Alfredo Ramos Martínez fue nombrado director en septiembre de 1913.

El nuevo director abrió de par en par las puertas para la reforma que, llegó fuerte como un cálido viento revolucionario que barrió con el pasado, cambiando la Academia de San Carlos que Rivera y Orozco conocieron cuando estudiantes. El sucesor de Ramos, designado por Carranza, fue Gerardo Murillo, pintor agitador y vulcanólogo, un buen amigo de los estudiantes revolucionarios.

El Doctor Atl se impregnó de arte en Francia, España e Italia, donde Rivera aún estaba en su etapa formativa y en donde, Orozco estudió agricultura. De regreso a México, el futuro director acostumbraba reunirse con los jóvenes estudiantes de San Carlos. El Dr. Atl no estuvo contento con alimentar únicamente la imaginación de los estudiantes, así que quiso transformar el academicismo del arte mexicano por uno real y revolucionario.

Cuando el General Alvaro Obregón se convirtió en presidente a fines de 1920, José Vasconcelos fue nombrado Secretario de Educación. El inició un vasto programa de educación popular, incluyendo la pintura de murales en edificios públicos que actualmente hablan de la historia revolucionaria.

El programa de pintura mural de Vasconcelos comenzó invitando a los pintores Roberto Montenegro, Xavier Guerrero, Gabriel Fernández Ledesma y al Dr. Atl, para que decoraran la antigua iglesia Jesuita de San Pedro y San Pablo.

Vasconcelos pensó acerca de la preparación de otros pintores que podrían trabajar en dicho programa, éstos eran Rivera y Siqueiros. Rivera estaba entonces en Europa y Siqueiros estaba en busca de él, bajo el apoyo de Vasconcelos.

Ambos pintores viajaron a través de España e Italia donde, al tiempo que aprendieron las técnicas de los períodos pre- renacentista y renacentista, publicaron una proclama política para los pintores de América. Después de esto, regresaron a México para empezar el importante programa de pintura mural.

En 1922, Rivera inició el mural “La creación” en el anfiteatro Bolívar en la escuela Nacional Preparatoria. Fue ayudado por Carlos Mérida, Jean Charlot, Amado de la Cueva y, Xavier Guerrero. Al mismo tiempo Orozco, Siqueiros y Rufino Tamayo pintaron los corredores y las paredes de la escalera de la misma escuela.

A fines de 1922, Rivera se unió al Partido Comunista. Casi inmediatamente se convirtió en líder de los artistas revolucionarios mexicanos, especialmente de aquellos dedicados al muralismo.

El activista David Alfaro Siqueiros convenció a Rivera de crear una organización política entre los artistas muralistas e invitó a Carlos Mérida, Amado de la Cueva, Ramón Alva Guadarrama, (Xavier) Guerrero, Fernando Leal, José Revueltas y Germán Cueto, a fin de crear la Unión de Trabajadores Técnicos, Pintores y Escultores, con el apoyo de José Clemente Orozco. Su manifiesto proclamaba como fundamental principio político lo siguiente: “Repudiamos la llamada pintura de caballete y todo el arte de los círculos ultraintelectuales, porque es aristocrático y glorificamos la expresión de arte monumental porque es de dominio público”. Los panfletos pintados y distribuidos por la Unión, se transformaron en el periódico. El machete, el cual llegó a ser eventualmente la revista del Partido Comunista Mexicano.

Como Secretario de Educación Pública, Vasconcelos contrató a la mayor parte de aquellos pintores para realizar los murales en las paredes de su nuevo edificio, en ellos plasmaron las “fiestas” tradicionales de México y, Rivera pintó la nueva ideología del movimiento revolucionario, especialmente la relacionada con Emiliano Zapata y la lucha por la tierra y los trabajadores con su pelea por mejores condiciones de trabajo.

El siguiente presidente, Plutarco Elías Calles, no estuvo de acuerdo con este arte revolucionario y detuvo el trabajo. Rivera y Siqueiros ya eran miembros activos del Partido Comunista, sin embargo sus relaciones con éste fueron muy difíciles ya que, sus ideas y la indisciplina para realizar el trabajo les causaron problemas con miembros que no estuvieron de acuerdo con la idea de mezclar arte y política. Rivera fue más radical en su defensa del arte y abandonó el Partido por primera vez en 1926.

Algunos meses después, Rivera se reintegró al Partido Comunista y al mismo tiempo continuó con su equipo en la realización de los murales de la Escuela de Agricultura en Chapingo. El mural fue llamado “La lucha por la tierra” y, es una oda a las fuerzas de la naturaleza y a la lucha por la tierra.

Para ese entonces, la Unión de Trabajadores Técnicos, Pintores y Escritores había desaparecido y, los artistas que querían luchar dentro del Partido Comunista, debían hacerlo individualmente.

Por su parte, José Clemente Orozco aceptó un contrato particular para pintar el mural “Omnisciencia” en la Casa de los Azulejos, en la Ciudad de México. Siqueiros y Amado de la Cueva se trasladaron a Guadalajara a pintar murales. El mural que ambos pintaron en 1925 fue: “El trabajo y los ideales agrarios de la Revolución de 1910”.

En aquellos años, Rivera tuvo bastantes actividades políticas. Fue miembro de la Liga Nacional Campesina, presidente del Bloque Obrero-Campesino, en el que participó como autor del programa de acción. En 1927 viajó a Moscú, como miembro de la Delegación Mexicana invitada a asistir al Décimo Aniversario de la Revolución de Octubre. Ahí, fue propuesto por el director de arte ruso para que pintara un mural en el Palacio del Ejército Real, pero sus vínculos con el grupo de artistas trotskistas pusieron fin a ese proyecto.

Al regresar a México, el Partido Comunista lo nombró responsable de la campaña presidencial de Pedro Rodríguez Triana, el comunista opositor del candidato oficial Pascual Ortiz Rubio.

En 1930, Ortiz Rubio fue presidente y Calles tuvo el poder detrás del trono. El Partido Comunista Mexicano fue declarado fuera de la ley y, los pintores del ala izquierda fueron perseguidos. Rivera se declaró así mismo un “zapatista” y, continuó su trabajo en la Revolución Agraria, considerando a Emiliano Zapata como primer líder revolucionario de México. Para conmemorarlo, pintó el retrato considerado uno de los mejores de la escuela muralista en aquel tiempo, en el Palacio de Cortés en Cuernavaca. Este mural fue financiado por el embajador de los Estados Unidos, Dwight W. Morrow, como miembro de la asociación creada en Nueva York por Morgan y Rockefeller para acrecentar las relaciones entre coleccionistas americanos y artistas mexicanos.

En 1930, Rivera continuó trabajando en los murales de Cuernavaca y en el Palacio Nacional, al mismo tiempo que Orozco pintó en el Colegio Pomona en Claremont, California, el mural “Prometeo” y, Roberto Montenegro pintó “Alegoría del viento” en el Palacio de Bellas Artes.

A fines de ese año, el arquitecto Timothy L. Pflueger anunció en San Francisco que, Rivera había sido comisionado para pintar un mural en el “Luncheon Club of the New Stock Exchange”.

Mientras tanto, el gobierno mexicano invitó a que continuaran el trabajo de los murales aquellos pintores que no tuvieran una afiliación política fuerte, como Leal, Charlot, Mérida, Montenegro y el Dr. Atl. Ellos siguieron pintando en la Secretaría de Educación Pública y, en la Universidad de México.

En 1932, Rivera inició la preparación de los muros en el museo de Detroit, fue ayudado pro Clifford Wight, Andrés Sánchez Flores, Viscount John Hastings, Arthur S, Niendorf y Lucienne Block. La pintura describía el crecimiento de las principales ciudades industriales de esa época en los Estados Unidos.

En marzo de 1933, los murales de Detroit fueron terminados y oficialmente dedicados. El grupo de los coleccionistas americanos continuó apoyando a Orozco y Rivera para que pintaran en aquel país. Rivera fue invitado por la familia de Henry Ford a pintar en el Instituto de Arte de Detroit.

Algunos pintores americanos y mexicanos lo ayudaron en su trabajo pero el clero conservador, los articulistas y los políticos, levantaron cargos por contener temas comunistas y sacrílegos y, de ser inadecuado para el entorno del museo. Las protestas cesaron cuando Edsel Ford declaró su apoyo a Rivera y a los murales.

Tiempo después en marzo, Rivera llegó a Nueva York para empezar a trabajar en el edificio del RCA en un mural titulado: “Man at the Crossroads Looking with Hope, and High Vision to the Choosing os a New and Better Future”. Sus asistentes fueron Bloch, Dimitroff, Sánchez y Niendorf.

En abril, el encabezado del periódico World Telegraph
Nelson Rockefeller pidió a Rivera que reemplazara el rostro de Lenin con la figura de un hombre anónimo. Rivera ofreció a los opositores de Lenin, substituirlo con las figuras de Abraham Lincoln y otros norteamericanos del siglo XX, pero, declaró que “antes que mutilar la concepción, preferiría la destrucción física de la composición entera para preservar al menos, su integridad política”.

El administrador de la firma del RCA, despidió a Rivera, declarando “La Batalla del Centro Rockefeller”. El cese forzado del trabajo, en los murales incitó protestas políticas que recibieron cobertura de la prensa nacional e internacional. Esos murales fueron cubiertos con lienzos y más tarde, pintados por el artista Catalán José Ma. Sert. La destrucción del mural causó escándalos y serias protestas internacionales.

La General Motors canceló la comisión de Rivera para el mural, produciendo un fin aparente del capitalismo americano a los pintores mexicanos, pero no para todas las personas progresistas que asistían a la New Worker`s School en Nueva York. Rivera junto con sus asistentes, incluyendo Bloch, Dimitroff y Sánchez Flores, realizaron una serie de murales portátiles en los que denunciaban la tradición revolucionaria de los Estados Unidos y, las condiciones políticas de ese momento.

Después, ellos también terminaron dos paneles de frescos pequeños, para la Liga Comunista de América, un centro trotskista en Nueva York; sus temas fueron la Revolución de Octubre y la IV Internacional.

Cuando Rivera regresó a México a fines de 1933, se unió a un fuerte movimiento político lidereado por la Liga de Artistas y Escritores Revolucionarios, la cual fue fundada por los pintores Leopoldo Méndez y Pablo O`Higgings, quienes también fueron sus asistentes y el escritor Juan de la Cabada, en una organización de trabajo colectivo en contra del fascismo y la guerra.

Publicaron una revista llamada Frente a Frente con el slogan: “Ni con Calles ni con Cárdenas”. La Liga atrajo a artistas de izquierda tanto mexicanos como norteamericanos.

En aquellos días, otro grupo de artistas revolucionarios trabajó en el Taller de la Gráfica Popular, su idea fue producir tallados y litografías a bajo costo para que fueran adquiridas por todos. Entre estos artistas estuvieron Gabriel Fernández Ledesma, Isabel Villaseñor, Leopoldo Méndez, Feliciano Peña y Alfredo Zalce, quien se convertiría más tarde en un extraordinario muralista. Rivera fue un importante expositor del Taller.

Cuando Lázaro Cárdenas se convirtió en presidente de México, ofreció un contrato a Rivera, para que reprodujera el mural del Centro Rockefeller en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México y otro contrato a Orozco, para que pintara su famoso mural “Katharsis”.

Más tarde, Siqueiros pintó “La lucha por la libertad” y, Tamayo terminó el trabajo de los cuatro grandes muralistas mexicanos con su obra “Revolución” en el Museo de las Culturas, en la Ciudad de México.

Tiempo después, Rivera terminó el gran mural de la escalera del Palacio Nacional, el cual fue dedicado a la historia mexicana desde las civilizaciones pre-hispánicas, hasta el desarrollo de la tecnología industrial usada por trabajadores y campesinos, proclamó nuevamente la necesidad de una revolución socialista que hiciera cambiar a la sociedad mexicana, no obstante, Rivera no era en lo absoluto miembro del Partido Comunista.

En septiembre de 1936, Rivera recibió un cable de la escritora Anita Brenner, informándole que Trotsky habia sido expulsado de Noruega y que, no habia sido aceptado en ningún otro país, por lo tanto, ella buscaba asilo para Trotsky y, pensaba que México podría dárselo.

Rivera y su colega político del Partido Comunista, Octavio Fernández, intercedieron ante el presidente Cárdenas, quien estuvo de acuerdo en dar a Trotsky asilo necesario. León y Natalia Trotsky llegaron a Tampico. Vivieron en la casa de Coyoacán, propiedad de Diego Rivera, la cual fue reforzada contra ataques y, vigilada por los partidarios de Trotsky. El Partido Comunista y su revista El Machete, persistieron en sus ataques contra Diego Rivera. Siqueiros, un distinguido stalinista dirigió un ataque armado contra la casa.

En 1938, André y Jackeline Bretón llegaron a México para explorar el “lugar surrealista por excelencia”. Trotsky, Bretón y Rivera, firmaron el articulo de la revista del Partido: “Manifiesto por la libertad de un arte revolucionario”, el cual fue apoyado por un gran número de artistas internacionales.

Durante todos estos años, Rivera abandonó sus pinturas murales, dedicándose, más a la política que a los frescos, actividad que fue la más valiosa de su vida. Además tuvo serios problemas personales que terminaron con su matrimonio con Frida Kahlo.

Debido a algunos conflictos políticos que el tuvo en México (fue particularmente criticado por abandonar el socialismo), en junio de 1939 decidió aceptar otra invitación para viajar a San Francisco California, para pintar un mural sobre el Tema “Marriage of The Artistic Expression of the North and South on this Continent”, fue ayudado pro Emmy Lou Packard, Mona Hoffman y, Arthur Niendorf. La revista Life, llamó a Rivera “lo máximo” en el programa Arte en Acción, en tanto que miles de espectadores lo veían pintar. El mural presentó escenas de la historia de México y de los Estados Unidos, donde muestra una fusión de las dos culturas en la enorme imagen central.

Entre tanto, Trotsky fue asesinado por un stalinista español llamado Ramón Mercader, Kahlo, quien se había relacionado con Mercader fue interrogada por la policía. En San Francisco, Rivera temía represalias en su contra, por lo cual apostó a un guardia armado en su andamio.

Por aquellos días la exhibición titulada “Twenty Centuries of Mexican Art”, fue presentada en el Museo de Arte Moderno en Nueva York y, varias obras de Rivera fueron incluidas en esa muestra, con gran éxito.

En ese mismo año, David Alfaro Siqueiros realizó el mural “Retrato del Fascismo” en el Sindicato de Electricistas de la Ciudad de México.

En diciembre de 1940, el General Manuel Avila Camacho se convirtió en presidente de México. El siguiente año, Rivera terminó la “The Golden Gate Exibition Mural”, así como trabajos privados en Santa Bárbara y regresó a México con su ayudante Emmy Lou Packard. El nunca visitó nuevamente los Estados Unidos.

Al año siguiente, Orozco realizó cuatro grandiosos murales, los cuales decoran el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Estos murales fueron titulados: “La Constitución”, “La legislación”, “Defensa de la riqueza nacional” y “Justicia”.

Siqueiros fue asilado en la República de Chile, debido a su participación en el ataque a la casa de Trotsky en la ciudad de México. Entonces, él pintó el mural “Muerte a los invasores”, cuya principal característica fue el contenido antifascista y Manuel Rodríguez Lozano, pintó “La piedad en el desierto” en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

Algunos de los últimos murales pintados por José Clemente Orozco antes de su muerte prematura fueron, “Apocaesús Nazareno y, los murales realizados en su natal estado de Jalisco, en el Palacio de Gobierno y el famoso edificio llamado “Hospicio Cabañas”, los cuales están ubicados en Guadalajara, la capital de ese estado.

En 1943, el presidente Avila Camacho instaló el antiguo Colegio Nacional, con 15 miembros, incluyendo a Rivera y Orozco como representantes de las artes plásticas. Este prestigioso grupo fue formado por los más sobresalientes científicos, escritores, artistas, músicos e intelectuales del país.

En este año, Siqueiros viajó a la Habana, Cuba y, realizó el mural “Los nuevos días de la democracia” y “Elipsis”, el cual adorna la capilla del Antiguo Hospital de Jel Seville Baltmore Hotel y, regresó a México para pintar “La nueva democracia”, acompañado de los paneles titulados “Víctimas de la guerra” y “Víctimas del fascismo” en el Palacio de Bellas Artes.

Miguel Alemán Velasco fue electo presidente de México en 1946 y patrocinó la creación de la Comisión de la Pintura Mural, como parte del Instituto Nacional de las Bellas Artes. Esta comisión fue formada por Orozco, Siqueiros y Rivera.

El mural de Rivera en el Hotel del Prado fue terminado en 1948 e incluyó el slogan “Dios no existe”, el cual creó un escándalo. Como resultado, el mural fue retirado de vista pública por nueve años. En 1949, Frida Kahlo fue readmitida en el Partido Comunista Mexicano, pero la petición de Rivera fue rechazada nuevamente.

El gobierno mexicano dio a Rivera el Premio Nacional de Artes Plásticas. En la misma época, participó en la campaña de la Conferencia de Paz en Estocolmo, un encuentro comunista, protestando por la bomba atómica.

Por los años 1950 y 1951, Siqueiros, realizo “Apoteosis y resurrección de Cuauhtémoc”, dividido en dos paneles llamados: “Tormento y resurrección de Cuauhtémoc”. Estos paneles fueron ubicados en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes.

En 1952, Rivera fue comisionado por el Instituto Nacional de Bellas Artes para realizar una pintura de las dimensiones de un mural para la exhibición: “Arte mexicano desde épocas pre- colombinas hasta nuestros días”, propuesto para un recorrido europeo. En 35 días pintó “La pesadilla de la guerra y el sueño de la paz”, en el cual Stalin junto con Mao Tse Tung, sostienen la petición de paz de Estocolmo con una mano y con la otra ofrece al mundo pluma, mientras Marienne, el Tío Sam y John Bull observan desde atrás, los norcoreanos están siendo colgados, balaceados y azotados por soldados sudcoreanos y, en el primer plano Frida Kahlo y otros recolectan firmas para la petición. El director del INBA, Carlos Chávez se rehusó a exhibir el trabajo, señalando que en el había serias acusaciones en contra de gobiernos con los cuales México mantenía relaciones amistosas.

En una conferencia de prensa, Rivera declaró que el gobierno mexicano temía el contenido de su pintura, los oficiales del INBA removieron la pintura del Palacio de Bellas Artes. Regresó su pago y el INBA le regresó la pintura.

Rivera y Siqueiros fueron acusados de incitar a la violencia en el desfile del Día del Trabajo, fuera del Palacio de Bellas Artes, en ese acto, dos hombres fueron asesinados y 50 fueron lastimados en los enfrentamientos entre miembros del Partido Comunista, los fascistas Camisas Doradas y la policía.

Por tercera vez, Rivera se postuló para la readmisión a ese Partido, pero su petición nuevamente fue rechazada. Era 1952 y Rufino Tamayo pintaba en el Palacio de Bellas Artes el mural “El nacimiento de la nacionalidad”, mientras, Siqueiros trabajaba en los murales del Hospital de la Raza y en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Ciudad de México.

En 1953, José María Dávila comisionó a Rivera para crear un mural para la fachada del Teatro de Los Insurgentes. Un escándalo surgió en relación a la imagen que Rivera hizo de “Cantinflas”, el popular comediante mexicano, ya que lo mostraba no sólo robando al rico para darle al pobre, sino que además, vestía la sagrada imagen de la Virgen de Guadalupe. Después del boicot al teatro, Rivera removió la imagen de la Virgen del mural de insurgentes.

En mayo, Rivera representó a México en el Congreso de Cultura de Santiago de Chile. En aquellos años, Tamayo creó el mural “México de hoy”.

En 1954, la última aparición en la cual Frida Kahlo y Diego Rivera participaron fue en una manifestación, protestando por la intromisión de la CIA en el derrocamiento del presidente de Guatemala, Jacobo Arbenz Guzmán, poco después Frida falleció.

El 25 de septiembre, el 12º Congreso Nacional del Partido Comunista readmitió a Rivera como miembro del Partido, su siguiente trabajo fue el óleo propagandístico titulado “Victoria Gloriosa”, una denuncia del derrocamiento de Arbenz Guzmán. Rivera envió la pintura a un recorrido por países del bloque soviético.

Ante la invitación de la Academia de Bellas Artes de Moscú, partió a esa ciudad. Su intención fue estudiar arte contemporáneo en la Unión Soviética y, buscar una cura para su cáncer. En 1956 abandonó el hospital diciendo que su cáncer había sido completamente curado. Realizó muchas obras en aquel país y regresó a México anunciando su intención de dividir su tiempo entre México y la Unión Soviética.

En 1954, quitó la leyenda “Dios no existe” del mural del Hotel del Prado y, la substituyó por la de “Lectura en la Academia de Letrán, 1936”, refiriéndose a la famosa disertación que hubo en la Reunión Decimonovena de Poetas, Novelistas y Dramaturgos. A la vez, el mural de la Escuela de Bellas Artes de California (ahora Instituto de Arte de San Francisco), el cual había sido cubierto por un falso muro alrededor de 1947, fue descubierto, limpiado y re-dedicado.

En 1957, Jorge González Camarena pintó su mural “Liberación”, en el Palacio de Bellas Artes y ese mismo año, Diego Rivera falleció de una falla cardíaca en su estudio de San Angel. Después de los honores oficiales en el Palacio de Bellas Artes, fue enterrado en la “Rotonda de Hombres Ilustres”, En el panteón de Dolores de la ciudad de México.

Mural la Conquista de Diego Rivera (fragmento)