LA POESÍA HISPANO-FILIPINA: LA EDAD DE ORO

LA POESÍA HISPANO-FILIPINA: LA EDAD DE ORO

Por Edmundo Farolán

Después de la muerte de Rizal en 1896, estalló la revolución filipina contra los españoles, la cual comenzó con el famoso Grito de Balintawak bajo el líder del Katipunan, Andrés Bonifacio. El generalísimo Aguinaldo continuó la Revolución , hasta que las fuerzas españolas fueron derrotadas en 1898. El 12 de junio de 1898, se instaló la primera república filipina bajo la presidencia del generalísimo; pero poco despues, con el tratado de París hacia fines de 1898, los norteamericanos “compraron” Filipinas, junto con Puerto Rico y Cuba, de España. Fue un gran engaño por parte de del presidente estadounidense McKinley quien sabía que Filipinas ya era una nación independiente.

En 1899, disgustado por esta acción mckinleniense, los filipinos se revelaron contra EE.UU., pero con las fuerzas superiores de éstos, Aguinaldo y sus tropas perdieron. Filipinas, otra vez, se convirtió en otra colonia económica de EE.UU., y fue designado como una mancomunidad bajo la presidencia de Manuel Quezon.

Durante este período, entre 1900-1946, los escritores filipinos siguieron escribiendo en castellano, y la mayoría de los grandes escritores en este período de oro fueron anti-norteamericanos. El que más se destacó fue el poeta, dramaturgo y político Claro Mayo Recto. Otros dramaturgos, cuentistas y poetas durante este período fueron: Francisco Liongson, Jesús Balmori, Manuel Bernabé, Isidro Marfori, Francisco Zaragoza, Emeterio Barcelo-Barcelón, Felipe Gómez Wyndham Severino Reyes, Francisco Varona, Ramón Torres, Adelina Gurrea, Antonio Abad, Fernando María Guerrero, Felipe Gómez Wyndham, Evangelina Guerrero Zacarías, Enrique Fernández Lumba, Enrique Centenera, Fernando de la Concepción, Esperanza Lázaro Baxter, Nilda Guerrero de Barranco, Enrique Laygo, Alejo Valdés Pica, Luis Nolasco y Antonio Serrano.

En la página teatral, veremos, en las próximas series, las obras dramáticas de estos escritores, comenzando con Francisco Liongson en su obra El pasado que vuelve, donde toma las obras del mártir y héroe nacional José Rizal y los convierte en una protesta contra la “cultura” gringga. Por medio del fílósofo y “loco” Tasio, en el prólogo de esta obra, muestra la influencia de los norteamericanos, con su cultura gringa de “jazz” y “dates” que, según el filósofo, estropeó la ingenua sensibilidad de la cultura filipino-hispana.

En el aspecto poético, estos escritores seguían con obras expresando su amor a la cultura hispánica. En las obras poéticas de Balmori y Barcelón, notemos temas religiosos. La devoción a la Virgen María está bien clara en “Recuerdos de la Anunciación” de Barcelón, y en la poesía “Gratia Plena” de Balmori, se nota la influencia del poeta mexicano, Amado Nervo:

GRATIA PLENA
Jesús Balmori

Ya de ti ni siquiera en sueños me acordaba,
Pero ante el blanco altar del Santo Sacramento
Te he visto comulgando. Cuando el cáliz se alzaba
¡Tu frente se doblaba como una flor al viento!

El armonium cantaba, sonaban campanillas,
Y tú , del templo augusto entre las santas galas,
¡Parecías un ángel postrao de rodillas!

Qué diferente eras en tu humildad preclara,
En tu nuevo y solemne devenir consagrado,
De aquella otra mujer que un tiempo perfumara,
Desmayada de amor, mi frac florojalado.

Cuando en rutilas noches por la luna y la fiesta,
Noches que fueron siempre la luz de nuestra historia,
Mientras ritmaba un “fox” la estrepitosa orquesta,
¡En tus labios sorbía el champán y la gloria!

Porque te vi rezando de hinojos, te bendigo
¡Seguro que en tus rezos nuestros nombres juntaste!
¡Gratia plena, mujer! El señor es contigo
Y bendita tú eres por lo mucho que amaste!

Qué dulce parecías, que langorosa y leve
Cuando troncada en grave y místico decoro,
En lugar de pulseras, en tu mano de nieve
¡Tinteaban las cuentas de tu rosario de oro!

Como de tu mirada las luces de delirios
Refractaban en toda tu carne palpitante,
La poesía del Kempis, el fugor de los cirios,
¡Y el olor de los lirios y el incienso flotante!

¡Como tu mano pálida y trémula y ardiente,
Era un beso al hacer, en el viento deshecho,
La señal de la cruz! La primera en la frente,
La segunda en la boca, la tercera en el pecho…

¡Gratia plena, mujer! Cuando acabó la misa
Y pasaste ante mí con la frente inclinada,
Sin que abriera la alba de tu mirada:

¡Yo caí de rodilla! Y de tu encanto en pos,
Ante mi Dios pequé, miserable de mí,
Porque hasta ahora no sé si me postré ante Dios
O me postré ante ti.

RECUERDOS DE LA ANUNCIACIÓN
(fragmento)

Emeterio Barcelón

Majestuosa gravedad
de los campos nazarenos.
Campos de misterio llenos
de casta serenidad,
Cedros y pinos figuran
unos centinelas graves
que algo misterioso auguran;
hasta el canto de las aves,
al saludar a la aurora,
no es la ordinaria, sonora
canción, que todo lo llena,
franca, abierta, juguetona,
sino mística y serena.
La naturaleza entona
religioso himno inaudito
con ecos de lo infinito.

Manuel Bernabé, famoso por ser un gran actor y declamador, escribió un elogio al Quijote de Cervantes. En esta poesía, se nota el símbolismo de la desaparición de la espiritualidad quijotesca con la triste muerte de Quijano (la pérdida de la cultura hispánica en Filipinas), y en su lugar, la llegada del materialismo de Sancho traído por los norteamericanos:

LA MUERTE DE DON QUIJOTE
Manuel Bernabé

¿Qué tienes, buen Quijano? ¿Por qué lloras?
¿Por qué, a lomos del bravo Rocinante,
miras la eterna sucesión de auroras
en el Levante?

Amparo de doncellas, flor de sabios,
vencedor sin igual en las batallas,
desfacedor de cuita y agravios,
di, ¿por qué callas?

¿No soñaste en princesas y dragones,
molinos y cabreros no venciste?
Tú no calzaste espuelas de ilusiones?
¿Por qué estás triste?

Si el mundo es tuyo en tus cien mil locuras
y al blanco Clavileño, lo has atado,
¿por qué en la hora de morir, abjuras
de tu pasado?

Di la razón vital de tu enmienda,
el mal que causan tus extrañas trotes;
y el mundo, el mundo sin razón que aprenda
de los quijotes.

…Y el buen Quijano, dando una voz muy fuerte,
Con Sancho y con el cura entre su vera,
me respondió, a dos dedos de la muerte
de esta manera:

–¡Loado sea Dios, que no me pierde
en la red de mis tristes aventuras:
si viví loco, he de morirme cuerdo.
¡Adiós, locuras!

¡Adiós, ventas, molinos de los vientos,
la del Toboso, pertinaz simpleza
que de humo relleno los aposentos
de mi cabeza!

La ilusión es la luz que apenas arde
y que presto se disipa, en nuestro daño:
¿Por qué, Dios mío, me mandasteis tarde
el desengaño?

Pues tengo de morir, a Sancho Panza,
espejo de los fieles escuderos,
que en mis hambres y sed me dio pitanza
doy mis dineros.

Salte a los vientos rota mi quimera,
y, pues, del mundo aún el futuro es ancho,
¡muera el Quijote, el desatino muera!,
y ¡viva Sancho!

Sancho es el porvenir, bien que nos llama,
Quijote es la ilusión que el alma hiere;
es mariposa que, al tocar la llama,
se ahoga y se muere.

No se puede vivir cazando estrellas,
porque el vivir de antaño y el de hogaño,
está tejido con las cosas bellas
del desengaño.

Que yo a los hombres escarmiento sea:
como la tierra mis funestos brotes;
y se acabe de un soplo la ralea
de los quijotes…

Esto diciendo, se aquietó un minuto,
y luego fue doblando la cabeza:
moría flaco, inane, triste, enjuto,
y en la pobreza.

Una poesía de honda espiritualidad inspirada por los místicos Juan de la Cruz y Teresa de Avila es esta bella poesía de Fernando de la Concepción:

DE LA HORA ANACORETA
(fragmento)

Fernando de la Concepción

Quiero aprender la lección
Del callar enamorado:
¡Señor, oye al corazón
Que sin voz te habla, extasiado!

Pues no hay tumulto que llegue
a tu Presencia distante,
Deja que al silencio entregue
Mi palabra disonante.

A tu amor, mi Dios, respondo
Y ansío tu pecho me abras.
Un amor te doy, ¡tan hondo!
Que no conoce palabras.

Por otro lado, la poesía de Apostol expresa imágenes, y en la siguiente poesía, casi se ve claramente, en su descripción poética, sus observaciones pintorescas del campo filipino:

PAISAJE FILIPINO

El Sol en ebriedad suprema el suelo muerde,
Porque todo en la hora canicular concuerde,
ni un hálito de brisa cruza la extensa y verde
paz del campo, ni un ave en el azul se pierde.

Un mango aislado eleva su centenaria fronda
junto un punso enano de giba aguda y monda,
que las hormigas alzan para que en él esconda
el nuno vigilante que por las mieses ronda.

Lejos corre, seguida del crío, una potranca,
un carabao lustroso en un charco se estanca;
en su lomo una garza hace una nota blanca.

Un río desenrosca las eses de su tripa,
y asoma, allá donde su curva se disipa,
Ias manchas trapeciales de sus techos de nipa.

“Melancolía” es una bella poesía tomado del libro “Emocionario: versos de la adolescenica (1929)” de otro gran poeta, Francisco Zaragoza, ex-presidente de la Academia Filipina (1985-90):

MELANCOLIA

Francisco Zaragoza

En las serenas aguas de los lagos
hay como una sutil melancolía:
nostalgia de pretéritos halagos,
de recuerdos…de amor…de lejanía…

Reflejan mis ensueños de otros días
como en mudos espejos delirantes;
la historia de mis ansias y alegrías,
…¡el fulgor de sus ojos inquietantes!

¡No sé qué oculta relación alienta
entre mi alma y el místico paisaje,
que su melancolía en mí fermenta
com un acto de extraño vasallate!

¡Cuántas veces las aguas adormidas,
en que el misterio señaló sus huellas,
retrataron unidas nuestras vidas
bajo el conjuro astral de las estrellas!

Flota en el aire un halo de tristeza
que comunica un íntimo mensaje.
El alma entera se arrodilla, y reza
la oración desgarrada del paisaje.

Desfilan ante mí, mudas, cansadas
las horas sin pasión y sin ternura,
vacías, como antorchas apagadas;
frías, como olvidada sepultura.

Al contemplar el panorama incierto,
que una inquietud de lobreguez reviste,
se dijera la cámara de un muerto
¡eternamente desolada y triste!

En el próximo número, veremos más ejemplares de la obra poética de otros escritores del período de oro de la literatura hispanofilipina.