LOS VANGUARDISTAS HISPANOFILIPINOS

LOS VANGUARDISTAS

Artículo por Edmundo Farolán

En los años sesenta, surgió una nueva generación de poetas filipinos en castellano, influidos por los ismos que caracterizaron a los poetas vanguardistas después de la I Guerra Mundial. Estos poetas conocen a Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Gerardo Diego, Octavio Paz, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca, etc.

Además del castellano, estos poetas escribieron y siguen escribiendo en otros idiomas, inglés en particular, algunos en francés, y otros en los idiomas filipinos como el tagalo, cebuano, ilonggo, e ilocano. Escriben en varios estilos y temas; del verso libre y prosaico, a las métricas tradicionales de temas surrealistas, dadaístas y de protesta, a temas realistas, religiosos, y pacíficos. Escriben en el estilo vanguardista, pero vuelven a los clásicos en forma y contenido, tomando los temas y los estilos literarios de los clásicos castellanos: Quevedo, Valle Inclán, Góngora, Santa Teresa de Jesús, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, etc.

Los que más se definen en este grupo de vanguardistas filipinos son Federico Espino Licsí, Guillermo Gómez Rivera, Angel Estrada, Edmundo Farolán, José María Estrada, G. Burce Bunao, Gilbert Luis Centina III, y C. M. Vega.

En la siguiente poesía de Federico Espino Licsí, Romance de la cita desdichada, vemos un ejemplo del romance tradicional donde el poeta utiliza los temas de honor y venganza en el contenido poético, pero utlizando un escenario filipino donde estos temas llevan relevancia. He aquí el romance:

ROMANCE DE LA CITA DESDICHADA

Sigue el viaje de la Luna.
Sigue la secreta cita.
Mozuelo alto, moza baja
y un verde rumor de brisa.
Arde el mozuelo fornido
hundido en la íntima sima,
el pez de su amor cambiándose
en una rosa encendida,
y la Luna pudorosa
quiere esfumarse de prisa.
En el silencio sangriento,
¡Qué meloso es el descanso
cuando la flor se marchita!
De repente, tres mozuelos,
hermanos de la mocita,
con fríos cuchillos entran
en el lugar de la cita.

Es ágil la venganza
en la selva filipina
y mientras la Luna asoma
tras las nubes blanquecinas,
la rosa sangra en el suelo,
sin pétalos, sin espinas.

Es un romance, diríamos, más contemporáneo, más gráfico, mucho más corto, donde el poeta usa las imágenes poéticas de la flor para referir al instrumento sexual, cortado, una rosa que pierde su vida, una rosa que “sangra en el suelo,/sin pétalos, sin espinas.”

En el próximo número, veremos ejemplos de la obra poética de otro vanguardista, Guillermo Gómez Rivera.

Imágen de la fotógrafa canadiense Caro Irigoyen