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Enrique González Rojo Arthur, el más completo escritor mexicano de su generación
José Tlatelpas
En la terrible espiral de pérdidas que nos agobia últimamente, recibimos hoy con profunda tristeza la noticia de la partida del gran camarada, amigo y maestro, Enrique González Rojo Arthur. Durante muchos años nos acompañó en innumerables eventos políticos culturales, frecuentemente con otros queridísimos amigos, y grandes camaradas, que también residen hoy en el Miclampa, lugar del descanso eterno: José Hernández Delgadillo, el Dr. Fausto Trejo Fuentes, Leopoldo Ayala, José de Molina y Mario Ramírez. En incontables ocasiones llegó para participar, brindarnos solidaridad y sus valiosos consejos aunque éramos unos chamacos perdidos, trastabillando en búsqueda de la luz. Enrique y estos camaradas, que fueron parte de nuestro grupo cultural Maíz Rebelde, nos ayudaron a decifrar caminos y contextos en nuestra búsqueda de libertades, inspiración y ética social. Desde el principio de los ochentas, lo conocí; pero no por conferencias literarias, ni en talleres, ni tampoco por proyectos editoriales, sino porque asistía frecuentemente, a nuestros eventos políticos del ámbito obrero y popular, invitado por el maestro Hernández Delgadillo. Llegaba vestido de traje oscuro, corbata rebelde, su cómodo chaleco y el cabello largo, con ondulados anarquistas… celebraba con nosotros, en el frente, las luchas campesinas, obreras y de trabajadores de la cultura que organizábamos en ese entonces. Nos sentíamos muy orgullosos por su solidaridad y compañía, siempre alegre, fraternal e inteligente.
Enrique es uno de los más importantes escritores en la historia de México y América Latina por varias razones. En su vasta obra podemos encontrar poemas de excelente manufactura, originalidad y belleza. También trabajó las milpas de la narrativa y lo hizo de una manera brillante. Escribió una importante obra de crítica literaria de primerísimo nivel que publicó en diversos libros, como “Reflexiones sobre la poesía”, publicado por las ediciones de El aduanero, y los compañeros de Verso Destierro, con una presentación de Adriano Rémura. Publicó también textos que son aportes importantes a la teoría, filosofía y análisis político de nuestro país y lo hizo de una manera lúcida, innovadora, acertada y de sólida estructura. Tocó muchísimos temas: filosofía, estética, política, narrativa, preceptiva literaria, y muchos más, pero todo lo hizo con esmero, excelencia, autenticidad y con un conocimiento enciclopédico, estructurado, tan profundo como su indiscutible ética personal. Pocos escritores, no solamente en México, sino en el mundo, han sido capaces de crear una obra tan basta, tan variada, pero con la gran calidad, acierto y lucidez de prisma como nuestro querido Enrique.
Independientemente de ser una gran persona y un gran escritor, también fue un gran maestro. Formó a varias generaciones de activistas políticos, brindó sus consejos y su apoyo teórico a muchísimas iniciativas en las que participamos junto con creadores culturales como Mario Ramirez, Benito Balam, Alejandro Zenteno, Roberto Lopez Moreno, Paco Fierro, Cristina Gómez, Yamilé Paz Paredes; actores como Carlos Bracho, Damián Durán, y teóricos sociales como Alfredo Velarde y Jaime Lorenzo, además de muchos otros compañeros de primer nivel.
Hace unos años, después de entrevistar a Noam Chomsky y a James Petras, fui a su casa para completar la tercia e invitarlo a un seminario sobre las falsas izquierdas y la impostura vs la autenticidad en la cultura revolucionaria; también le pedí un prólogo para mi libro “El dispersario a Chandra”. Enrique me dijo que ya no quería participar más en encuentros de discusión política, lo que me sorprendió mucho. Explicó que durante muchos años había participado paneles sobre el tema y que, en la mayoría de las ocasiones, fue tiempo perdido ya que muchos de los participantes ni les interesaba el tema en realidad, ni lo habían investigado, y no llegaban a discutir principios, ni conceptos, sino que pretendían imponer sus posturas sin escuchar, y sólo parecían buscar ganar capital electoral. Le comenté que una de las causas de la inminente decadencia de algunas izquierdas coptadas es el abandono de la lucha social para buscar acuerdos debajo de la mesa, apoyos electorales y privilegios económicos, y que en realidad algunos tienen poco interés en el verdadero desarrollo de la democracia, la soberanía, el ejercicio responsable de la política y la ética social en el país. Enrique tenía razón, pero por su sólida contribución, sus libros quedarán por muchos años como una referencia fundamental para el estudio de la política, el socialismo, la autogestión, la cultura y la crítica literaria, la poesía, la narrativa, etc.
Su vida y su obra siempre serán un faro estrella, alumbrándonos de Rojo con impecable oficio y luminosa honestidad: el más completo y respetable escritor de su generación, un luchador social de primera, orgullo de nuestro país.
Hasta siempre, apreciado camarada: misión cumplida.
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Marzo 5, 2021
Dedicatoria personal de Enrique González Rojo en el libro “Reflexiones sobre la poesía”