Textos por la escritora Mónica Rojas, originaria de Puebla, México
Hacia Ninguna Parte
Sinopsis:
Frania es una adolescente de 16 años que vive con su familia en un bosque de Polonia. Son los últimos años de la década de los 30’s y Alemania ha comenzado a colonizar gran parte de Polonia con ayuda de la Unión Soviética. Las familias son desalojadas de sus hogares, son llevados a campos de climas extremos a trabajar, y la de Frania no es la excepción, al ser llevada a Siberia. Sólo ahí, es cuando se dará cuenta que es inmensamente fuerte y que saldrá de ello a como de lugar.
Fragmento:
Me gusta soplarle a los dientes de león y ver cómo sus semillas se esparcen en el viento. Me gusta verlas volar brillando hacia el sol como si lo siguieran, como si supieran hacia dónde van. Me gusta sentarme en mi pedacito de tranquilidad para contemplar las hojas de los árboles tambalearse y caer a la tierra donde se volverán polvo para formar parte del suelo fértil de donde nacerá vida nueva.
Me gusta México, me gusta su alma y mucho, porque me dio una familia y me devolvió las ilusiones arrebatadas a punta de rifle cuando era casi una niña. ¡Válgame!, cuando casi era una niña… Hace ya cuántos años de todo eso y aún tengo en el paladar el sabor de los pierogui que mi madre cocinaba y siento sus brazos sosteniéndome cuando mis rodillas no daban de sí. Parece que fue ayer cuando nos rasgaron el corazón con una sola frase: tienen quince minutos para abandonar su casa.
Con esas palabras empezamos a flotar sin voluntad y sin rumbo, de un lado a otro, como este diente de león. Todas mis memorias están guardadas entre las varillas esponjadas y el tronco flaco que se mueve con el viento. Mira tú, hierba bonita, hasta dónde vinimos a parar.
Quizás alguien pidió un deseo, sopló un diente de león en alguna parte del planeta, una semilla llegó hasta mi jardín y floreciste. Ahora me toca soplarte, hierba bonita, para que viajes por muchos mundos a través de tu polen, no sin que antes dejes un poco de ti en esta mano arrugada por los noventa y tantos años que Dios me ha permitido vivir.
Tal vez no lo comprendas pero, cuando el viento te arranque los estambres, no te irás empequeñeciendo. En realidad irás haciéndote más grande, porque las semillas que abandonas a tu paso germinarán y te preservarán en la memoria de la Tierra. Tú y yo nos parecemos mucho: no tenemos grandes pretensiones, tú no eres la planta más llamativa y tampoco destacas por tu belleza, yo jamás anhelé la grandeza y mucho menos una vida que destacara de entre las demás.
Nos tocó viajar, planta bonita. Nos tocó ir y venir para dejar y recoger, para sufrir y sonreír, para morir y renacer, para flotar y para juntarnos aquí tú y yo, porque así lo dictó el destino. También yo en mi trayecto fui despojándome de mis estambres y por eso vale la pena el profundo suspiro que me ha de llevar de vuelta hasta donde dejé a mi querido Cezlaw… ¿por qué ya no habrá vuelto a visitarme? No, no me quejo, todavía me queda la memoria. Pero te confieso que lo extraño mucho.
Me gusta recordarlo, hierba bonita, Cezlaw en Polonia y a Polonia en Cezlaw, aunque mis ojos se acongojen y el corazón se me ablande por las lágrimas que ya no soy capaz de derramar aquí en Guanajuato.
Sto lat, sto lat,
Niech żyje, żyje nam…
Sto lat, sto lat,
Niech żyje, żyje nam,
Jeszcze raz, jeszcze raz, niech żyje, żyje nam,
Niech żyje nam!…
Cien años, cien años,
que vivas, vivas para nosotros.
Cien años, cien años,
que vivas, vivas para nosotros.
Otra vez, otra vez, que vivas, vivas para nosotros,
¡que vivas para nosotros!
—Traducción de Sto Lat, canción polaca de cumpleaños
Más si osare
En la tierra que piso, los huesos calcinados y la sangre seca se mezcla con la lluvia para enlodar mis zapatos. Tropiezo con un cuerpo decapitado, y después hallo su cabeza con los ojos cerrados y la boca abierta.
La tierra que nos vio nacer, ahora tiene miedo de vernos morir asesinados. Tiembla de terror cuando recibe en sus centros a sus hijos aniquilados al sonoro rugir del cañón.
El grito de guerra ya no es contra el extraño enemigo, sino contra del maldito conocido que hizo de esta patria una fosa común.
Los de arriba callan, torturan, profanan con su planta, con su mentira, con su cinismo y con sus armas. Todos profanan tu suelo mientras piensas, patria querida, ¿Dónde están esos soldados que el cielo en cada hijo te dio?
México es una fosa común. Los muertos aparecen colgados en los puentes, flotando en los ríos, enterrados en medio de la selva… en Cocula, en Ayotzinapa; en la conciencia del pueblo y en las pesadillas de los ladrones, y seguirán apareciendo anónimos o con su nombre a cuestas.
El clarín ya está sonando y los hijos que juraron exhalar en tus aras su aliento ya empezaron a lidiar con valor, sin temor a la tortura y sin miedo a convertirse en fantasmas. El enemigo conocido se atrevió a profanar.
Sí, el destino eterno de México fue escrito por el dedo de Dios, y ya se ve venir a lo lejos una patria nueva, junto al canto unísono de los mexicanos al grito de guerra…