Mis deambulaciones
Por BLANCO
Cambiando de tema, surgió la gran pregunta, si quedarse quieto todo el día servía para algo. Buscar incesantemente una salida es cosa de locos, pues a todas vistas es claro que no hay ventanas ni puertas. A menos que tuviera que rajar las paredes y contruir una escapatoria. Ya mi mente empezaba a maquinar soluciones al problema, como mantenerme erguido en ese espacio reducido. Me empezaba a asfixiar, no sabía por dónde salir y el pensamiento se quedaba chiquito al unísono. Ya nada circulaba en esa casa, y las palabras empezaban su círculo de malabares extraño, ni siquiera ellas decían lo correcto, ya nada era lo que aparentaba, todo estaba cambiado, y no sabía hasta cuándo. De repente se vino abajo el techo, aplastando mi cuerpo enjuto, dejándome en una postura de jorobado, que hubiera estado fea si alguien la hubiera visto a través de un telescopio.
Es un sueño lo que tengo, una alucinación enfermiza, y las ideas que no me responden, que no quieren saber de mí.
¿Es acaso la locura salirse de un espacio prefijado? Yo bien quise salir de mi prisión, encontré esta casa abandonada y en ella pernocté. Mas ya no puedo salir y a menos que alguien lo detenga, el destino me encerrara en su jaula impresionante.
Y en un segundo puedo ver en que consiste la vida, esta existencia sin premio que llevo arrastrando tras de mí. Todo por un segundo, ya lo de atrás no importa nada, a quién le interesa saber de mi pasado. No fui nada, y menos, glorioso. Aquí termino mis días, con sólo un segundo en el ápice, que no me valdrá nada, ¿y después? Pasar el túnel y…