Desde el balcón de mi judería,
asomada al viento, tlacuache, nubes
y un viento fuerte y amenazador.
El consolador
en efigie pura
nos habla desde las alturas.
Tlacuache,ni metido ni sin fin,
buscado
en la brisa dorada
de la esperanza.
Qué bueno que ya apareciste,
y que estás vivito y coleando.
Tu correo se me esfumó como soplido.
Y ya sin gripe,
a lo Baudeleire,
miro las nubes pasar.
Diciembre 2018