HISTORIA DE TLAHUAC, artículo

Historia de Tláhuac
TLAHUAC IHTOLOCA

Artículo por Baruc Martínez

En lo concerniente a la historia sólo nos referiremos, por el momento, a San Pedro Tláhuac, es decir: a la cabecera delegacional, ya que nuestro estudio sólo se centrará en el pueblo ya mencionado. Sin embargo, durante el desarrollo mismo de nuestro discurso el lector notará que se hacen diversas referencias a los pueblos que hoy componen la delegación; esto no es simple casualidad, representa la unión histórica que se ha tenido durante muchos años atrás.

El origen: Cuitlahuac Ticic.

De acuerdo con las fuentes de tradición indígena, los fundadores de Tláhuac fueron los cuitlahuacah, grupo chichimecatl de habla nahuatl, heredero de la cultura toltecatl, quienes desde Aztlan Chicomoztoc emigraron y se asentaron al sur de la Cuenca de México.

Por su parte los Anales de Cuauhtitlan señalan el año en que se fundó y el nombre de los fundadores:

[…] 3 tochtli… yn tlamaçehualleque Tlahuaca yn tlatzintiani Quauhtlotlin teuctli yhuan Yhuitzin yhuan Tlilcoatzin yhuan Chalchiuhtzin yhuan Chahuaquetzin yn yehuantinin oc huel yehuantin yn Chichimeca catca hualxeliuhque Xicco Chalca Tlahuacan yc mitoa motenehua Cuitlahuaca tlatoque Tiçic

[…] 3 conejo [1222]… En este mismo año los grandes personajes beneméritos y caballeros chichimecas llamados Cuauhtlotlin tecuhtli, Huitzin, Tlicoatzin, Chalchiuhtzin y Chahuaquetzin, fundadores de Cuitlahuac y Señores de Tizic, se repartieron por Xicco, Chalco y el mismo Tlahuac, según se dijo .

Según se sabe, al llegar los cuitlahuacah, encontraron un pequeño islote en donde encendieron el fuego nuevo, ahí mismo construyeron el templo principal y fundaron el primer calpolli (“barrio”): Ticic; en la actualidad este lugar se ubica donde está la iglesia principal, construida en honor a San Pedro Apóstol. En lengua nahuatl se le refería a este lugar como altepetl iyöllöc (corazón del pueblo).

Más tarde los habitantes de Tláhuac o Cuitlahuac Ticic, como fue conocida, construyeron chinampas para ganarle terreno al agua, así se expandieron y formaron los cuatro calpoltin (“barrios”) definitivos. Tláhuac fue, entonces, el producto del trabajo del hombre, pues el pequeño islote donde se fundó, fue el único espacio natural que existió; tal vez por ello, las excavaciones arqueológicas, han obtenido como resultado el que el suelo de Tláhuac tiene poca antigüedad, y no se ha podido localizar un solo tramo de superficie natural, pues la única que hubo, hoy permanece sepultada por el templo de San Pedro Apóstol.

Los cuatro calpoltin (“barrios”) de Tláhuac fueron: Ticic que se ubicó al oriente, Teopancalcan al norte, Atenchicalcan al poniente y Tecpan al sur. De acuerdo con la tradición indígena estos cuatro calpoltin fueron fundados por Quetzalteuctli, quien asentó a la dinastía de los tzompanteuctin, hombres sabios de Cuitlahuac Ticic. Esta ubicación espacial corresponde al modelo cósmico que del universo tenían los hombres prehispánicos, el cual regía la planeación de sus pueblos y ciudades. Esta estructura continuó hasta hace algunos años, dándose después la división en ocho barrios, como en la época actual permanece. No obstante, algunos ancianos tlahuacah aún recuerdan los nombres de los barrios antiguos.

Tláhuac se localizó en medio de un gran lago, el de Chalco, sin embargo, con la construcción de un dique-albarradón, éste quedó dividido en dos lagos, pasándose a llamar: Chalco y Xochimilco, debido a la ubicación de estas dos ciudades. Este dique unía a la isla de Tláhuac con Tolyahualco al sur y con Tlaltenco al norte, tenía una longitud de 4520 metros.

Luego de una etapa de ordenamiento político se erigió el primer gobernante cuitlahuacatl: Cohuatomatzin en el año 1230. Después de su muerte gobierna la isla Mihuatonaltzin, de origen chalcatl, lo cual nos da entender que en ese año (1238) Chalco sojuzgó a Cuitlahuac Ticic.

Más tarde, en 1393, cayó Cuitlahuac ante Acamapichtli, gobernante mexihcatl, quien trabajaba a las órdenes de Tezozomoctli de Azcapotzalco. Conforme pasó el tiempo el poderío de los mexihcah comenzó a crecer y una vez unificado su Estado tripartita (Excan Tlahtoloyan) comenzaron a someter a todos los pueblos de la Cuenca de Anahuac. Así, poco a poco, se fueron extendiendo y en 1435 iniciaron la lucha contra la isla de Cuitlahuac Ticic, derrotando a los defensores cuitlahuacah y sometiéndose a su poder.

Cabe decir que los teteoh (“deidades”) principales de los cuitlahuacah fueron: Mixcoatl, Amimitl y Atlauah, aunque también se habla de Teuhcatl y Quilaztli. En todo caso todos ellos evocan a las estrellas, la sanación, la pesca, la caza, las verduras, la vegetación; tópicos que nos recuerdan las actividades cotidianas que realizaban los cuitlahuacah ticicah y que, según el pensamiento antiguo, les fueron enseñadas por sus padres primigenios: los teteoh. Porque no debemos olvidar que fueron grandes agricultores y diestros pescadores; los productos de su trabajo los llevaban a trocar hasta el tianquizco de Tlatelolco, en donde se reunían productores de muchas partes de México.

La llegada de los europeos.

A la llegada de los españoles éstos pasaron por la isla de Cuitlahuac Ticic, la cual los dejó maravillados, por lo menos eso podemos apreciar al leer la descripción que Hernán Cortés nos legó: “[…] y otra legua adelante entramos por una calzada tan ancha como una lanza jineta, por la laguna adentro, de dos tercios de legua, y por ella fuimos a dar en una ciudad la más hermosa, aunque pequeña, que hasta entonces habíamos visto…”

Para ese momento ya eran cuatro los gobernantes que tenía nuestro pueblo: Mayehuatzin en Atenchicalcan, Ixtotomahuatzin en Teopancalcan, Cempoalxochitzin en Tecpan y Atlpopocatzin en Ticic. El primero de ellos peleó al lado de Cuauhtemoc en el sitio de Mexihco Tenochtitlan, según nos refieren los informantes indígenas de fray Bernardino de Sahagún.

Los límites que llegó a alcanzar la antigua Tláhuac se encuentran señalados en los Títulos primordiales, expedidos por orden real en el año de 1561. Las poblaciones que le pertenecían eran: Xantiaco Tzapotitlan, Xan Palanxixco Tetlalpan, Xante Catalinantzin Cuauhtli Itlacuayan y la misma Tláhuac, con sus barrios, que en este tiempo ya eran ocho: Atenchicalcan, Teopancalcan, Ticic a su vez, se había dividido en Cueyotlan, Calpilco y Nepohualoyan, mientras que Tecpan se multiplicó en: Tecpan, Atecpan y Cihuatecpan.

Con el triunfo de los españoles se tuvo la necesidad de reorganizar la cuestión político-administrativa, haciendo caso omiso de la antigua estructura indígena. Se señaló a Tláhuac como cabecera pero no se respetó el gobierno cuatripartita que mantenía en la época prehispánica. Como sujetos a esta cabecera quedaron las poblaciones que ya se mencionaron en las líneas anteriores. Todas ellas quedaron incluidas en el corregimiento de Chalco.

La iglesia de San Pedro Apóstol.

En los primeros años de la Colonia, después de 1529, se construyó la primera iglesia de Tláhuac, gracias a fray Martín de Valencia y a don Francisco, un indígena muy religioso empeñado en evangelizar a sus congéneres y, de quien se dice, construyó muchos templos. Respecto a la llegada de la nueva fe, fray Toribio de Benavente Motolinía, comenta lo siguiente:

Entre los pueblos ya dichos de la laguna dulce, el que más diligencia puso para llevar los frailes a que los enseñasen, y en ayuntar más gente; y en destruir, los templos del demonio, fue Cuitlauac, que es un pueblo fresco y todo cercado de agua, y de mucha gente; y tenía muchos templos del demonio, y todo él fundado sobre agua…

Más delante Motolinía continúa con su relato y refiere cómo don Francisco se encargó de la construcción de la primera iglesia:

La vida y muerte de este buen indio fue gran edificación para todos los otros indios, mayormente los de aquel pueblo de Cuitlauac, en el cual edificaron iglesias; la principal advocación es de San Pedro, en la obra de la cual trabajó mucho aquel buen indio don Francisco. Es iglesia grande y de tres naves, hecha a la manera de España .

En 1554 los franciscanos ceden el templo a los dominicos y éstos construyen, con ayuda de los tlahuacah, el actual templo dedicado a San Pedro Apóstol. No se sabe la fecha precisa de esta edificación, sin embargo se supone que fue ya bien entrado el siglo XVII cuando se terminó. La última gran reedificación ocurrió en 1792 cuando ya estaba casi en ruinas; los pueblos que ayudaron para esta reedificación fueron: Tzapotitlan, Tlaltenco, Cuauhtli Itlacuayan y Xihco.

Finalmente, el 19 de febrero de 1932, es declarada Monumento histórico la iglesia de San Pedro Apóstol en Tláhuac, por el subsecretario del Instituto Nacional de Antropología e Historia: Luis Padilla Nervo.

Tres siglos de Colonia.

Es importante mencionar que con la llegada de fray Martín de Valencia se dieron varios sucesos, no sólo en el ámbito de la religión sino en muchos otros sentidos; uno de estos sucesos fue la plantación de olivos en diferentes puntos de la cuenca de Anahuac. En la actualidad en San Juan Iztayopan todavía se encuentran parte de estos árboles que plantó aquel fraile en 1531. La mayoría de ellos fueron destruidos para evitar una competencia con la corona española, pues en ese entonces, era preferible producir en Europa e importar a la Nueva España. Así los olivares de Iztayopan son un fiel testigo del paso de estos religiosos y ejemplo contundente de la sobrevivencia en contra de la metrópoli española.

Ya con la nueva organización, en la época colonial, Tláhuac estuvo bajo el régimen de encomiendas pasando a pertenecer a la familia Cuevas por espacio de siglo y medio aproximadamente. Es decir, estuvo sujeto a un encomendero, el cual tenía la obligación de evangelizar a los indígenas que tuviera a su cargo y, a cambio de esto, ellos trabajarían para él.

Durante la Colonia los tlahuacah siguieron dedicándose a la pesca y agricultura, principalmente, pero, también, rentaban la laguna que poseían y sacaban piedra de los cerros de la Sierra de Santa Catarina. Sus productos los vendían en la Ciudad de México y para transportarlos usaban las acalli o canoas. En Tlaltenco, pueblo cercano a Tláhuac, se encontraba una aduana para regular el paso de animales de carga y de las mercancías, en la actualidad en este lugar se encuentra un arco de piedra que fue construido para este fin. Este arco de piedra, conocido también como “la puerta de Tlaltenco”, fue inaugurado el 30 de junio de 1789.

En 1786 con las leyes de Intendencia se abolieron los corregimientos, incluido el de Chalco. De esta forma se crearon las jurisdicciones que, en nuestro caso, estuvieron dentro de la intendencia de México. Estas jurisdicciones guardaron una extensión similar a la de los corregimientos. Todos los pueblos de Tláhuac estuvieron sujetos, una vez más, a la de Chalco.

En el olvido de la Independencia.

En la revolución de Independencia no participaron los pueblos de Tláhuac, ya que más bien se gestó en la zona del bajío. Muy poca relación guardó, en un primer momento, este movimiento con nuestro pueblo. La única referencia que se encuentra es que en diciembre de 1828 Vicente Guerrero se refugió en Tláhuac, donde hoy es el claustro bajo de la iglesia. En los primeros meses de 1829 fue electo presidente de la República y regresó nuevamente a la Capital. Sin duda alguna la mayoría de los pobladores nativos no se percataron de este hecho, pues más ocupados estaban tratando de sobrevivir, no obstante, en la actualidad, algunos tlahuacah recuerdan esto y nos lo han referido.

En la Constitución de 1857 se especificaba la creación de un nuevo estado denominado Valle de México, empero, esto nunca sucedió y se continuó con la división imperante en el Distrito Federal. En ésta existían cuatro prefecturas políticas, entre ellas Xochimilco, a la cual pertenecían las municipalidades de Tláhuac y Mizquic.

Tláhuac seguía siendo un pueblo indígena eminentemente agrícola y pescador, todos hablaban el nahuatl y su vestimenta era de manta; sus calles eran canales por donde navegaban las canoas de sus habitantes, inclusive en la parroquia de San Pedro Apóstol había agua, por ello los tlahuacah tenían que oír misa en acalli. Además existían numerosos ojos de agua que mantenían vivos los cuerpos acuáticos. Empero, muchísimas inundaciones habían atacado la isla numerosas veces, inclusive en algunas de ellas los pobladores tenían que replegarse a Tlaltenco, en las faldas del cerro Tetlaman.

Algunos estudiosos presentaban esta imagen de Tláhuac en el siglo XIX:

Se levanta sobre las aguas del lago de Chalco formado de floridas chinampas que se mueven voluptuosas sobre sus fundamentos de raíces entretejidas. Esbeltos sauces ocultan a la vista las pobres cabañas de sus habitantes, la mayor parte agricultores, otros pescadores […] Graciosas y ligeras chalupas recorren los canales que son las calles de la población […] Aquel pueblo; hoy humilde y silencioso, nada tiene de su grandeza y orgullo pasados: es la antigua Cuitlahuac patria de dignos guerreros indígenas y cuya raza figura dignamente en las páginas de nuestra historia.

Cuitlahuac, o sea la Tláhuac actual, no es ahora ni la sombra de lo que fue […] Los actuales pobladores pocas tradiciones conservan de sus antepasados, y muy reducidas e inciertas noticias pueden adquirirse de ellos, acerca de la civilización y grandeza de la tribu a que pertenecieron…

Las consecuencias de la Reforma.

De esta forma estaban las cosas en la segunda mitad del siglo XIX. Con la Ley de Desamortización de bienes muertos dictada por el gobierno juarista, el 25 de junio de 1856, les fueron arrebatadas las tierras comunales a todos los pueblos de Tláhuac y zonas aledañas, por esta razón en 1868 en Chalco se alzan en armas los campesinos indígenas, desconociendo a Juárez y a todo el aparato gubernamental liberal. Esta rebelión fue encabezada por el campesino anarquista Julio López Chávez, quien después de un tiempo fue derrotado y sentenciado al pelotón sin indulto alguno; los campesinos tlahuacah también participaron en este breve levantamiento.

No sólo ese movimiento armado fue la respuesta que se les dio a los liberales por el problema de las tierras, ya desde antes (1864), algunas personas de Tláhuac, se habían aliado al emperador Maximiliano de Habsburgo para luchar por la recuperación de su patrimonio histórico. En ese momento destaca la figura del licenciado Faustino Chimalpopoca Galicia quien luchó al lado de los llamados “conservadores”. Don Faustino era un indígena de Tláhuac, hablante de la lengua mexicana y persona preparada en el Colegio de San Gregorio, quien ayudó a Maximiliano a traducir varios decretos al nahuatl con el fin de contrarrestar la Ley de Desamortización de bienes muertos. El licenciado Chimalpopoca Galicia fue un personaje muy apegado a Maximiliano y a la emperatriz Carlota, inclusive, se dice que estos últimos visitaron Tláhuac, en donde escucharon misa y comieron a petición de don Faustino.

Según se cuenta, que los habitantes esperaron a los emperadores en el sitio conocido como “el puente”, en la actualidad está entre el Huey Atezcatl (el lago de los Reyes) y el ex-restaurante Akalli, allí desembarcaron y fueron conducidos a la Parroquia. La emperatriz regaló, después de misa, mantas a las mujeres tlahuacah.

Bajo el amparo de Porfirio Díaz.

Desgraciadamente, tanto el movimiento anarquista de Chalco como el de Maximiliano, fracasaron, llevándose a cabo el despojo de los terrenos comunales. A pesar del proyecto liberal la realidad tomó otro camino, pues un adinerado español de nombre Íñigo Noriega empezó a comprar todos los terrenos fraccionados y, muy pronto, fue poseedor de grandes latifundios. En Xihco, pueblo cercano a Tláhuac, construyó su hacienda y desde ese momento comenzó a explotar a todos los indígenas originarios de los pueblos cercanos. Al llegar a la presidencia Porfirio Díaz, Noriega encontró todo el apoyo para acrecentar sus propiedades, a la postre el presidente de México y este hacendado español llegaron a ser compadres.

En esos años también existió en Tláhuac un hombre adinerado, de nombre Juan Martínez, era compadre de Íñigo Noriega y, gracias a sus influencias políticas, llegó a ser presidente municipal en Tláhuac. Muchos de los habitantes nativos trabajaban en su casa: ora lavando la ropa, ora haciendo la comida, ora aseando a los caballos, etcétera. Su domicilio se encontraba en la actual calle Miguel Hidalgo donde hoy existe una mueblería, frente a la iglesia.

Asimismo, se cuenta en el pueblo, de la existencia de un sacerdote de nombre Domingo López, quien, dicen, era un cacique. Este sacerdote tenía caballos, vacas, gallinas, guajolotes y otros animales en el claustro bajo de la iglesia de San Pedro Apóstol, además poseía grandes extensiones de tierra en la zona chinampera, en donde tenía trabajando muchos peones de Tláhuac. Cuando no se hacía bien algo les pegaba y les amenazaba diciéndoles que se irían al infierno. Ya en tiempos de pixca recogía más maíz que cualquier habitante, y éste era guardado en la iglesia, en un lugar que se llamó la troje. Así estaban las cosas en este periodo donde pululaban los terratenientes y se explotaban a los habitantes nativos.

En cuanto a la división política de este momento se debe saber que, de acuerdo con las leyes del 28 de julio y del 14 de diciembre de 1889, el Distrito Federal fue dividido en 22 municipalidades y seis distritos políticos o prefecturas, además de la municipalidad de México. Dentro de la prefectura de Xochimilco se encontraban las municipalidades de Tlaltenco, Tláhuac y Mizquic; a su vez Tlaltenco poseía a Cuauhtli Itlacuayan, Tláhuac a Tzapotitlan, Mizquic a Tetelco e Iztayopan pertenecía a la municipalidad de Tulyahualco.

Ya en 1903 Porfirio Díaz expidió la Ley de Organización Política y Municipal del Distrito Federal, dividiéndolo en 13 municipalidades. Esta ley les quitó el carácter de municipalidad a los pueblos de Tláhuac y tuvieron que quedar englobados dentro de la municipalidad de Xochimilco. Estas eran las injusticias que en ese entonces se vivían en nuestro pueblo.

Íñigo Noriega continuó realizando de las suyas y explotando a los indígenas vecinos. Les quitó sus tierras, obtuvo la concesión para desecar el Lago de Chalco y se apropió de esos terrenos.

Tierra y libertad: revolución indígena.

Más tarde con el movimiento revolucionario nuestra población atravesaría por nuevas andanzas. Mayoritariamente indígenas campesinos, los habitantes de Tláhuac, simpatizaron con los postulados del zapatismo agrarista; además les daba mayor confianza que el general Emiliano Zapata fuera también indio y hablara la lengua que entonces todos hablaban: el nahuatl o mexicano.

Si bien se afirma que el general Everardo González con sesenta zapatistas atacaron Tláhuac en 1914, es necesario saber que después se hicieron pactos con los mismos zapatistas, ya que mucha gente de este pueblo perteneció a sus filas.

Varias fueron las veces que los carrancistas atacaron el pueblo en busca de soldados zapatistas; lo único que dejaban a su paso era una cantidad elevada de hombres vestidos de manta, los cuales colgaban de los árboles de ahuejote. Así don Perfecto Ramírez Ruiz nos informa:

Hay que advertir que aquí en el pueblo entraron primero los zapatistas, pero éstos no nos hicieron nada, tuvimos todas las garantías, el día dos de agosto de 1915 entran las tropas carrancistas con su jefe Pablo González y éstos asesinan a hombres inocentes, prenden fuego al pueblo, convirtiéndolo en una hornaza…

Muchos de los habitantes de Tláhuac tuvieron que salir huyendo, algunos se fueron a Mizquic, pero otros llegaron aún más lejos: a Tepalcingo, en el actual estado de Morelos. No todos los habitantes regresaron a Tláhuac, varios de los que se quedaron en otros lugares todavía reconocían ser indios tlahuacah. De acuerdo con don Perfecto Ramírez también huyó mucha gente y se asentó en la Ciudad de México, en Iztacalco y Coyohuacan, todos éstos eran hablantes del mexicano.

La creación del Municipio libre.

Una vez terminada la Revolución Mexicana volvió la calma y pudieron regresar muchos habitantes a su lugar de origen. Así después de este proceso, algunos vecinos se reúnen y deciden independizarse de la prefectura de Xochimilco. Juan Calzada, que entonces era regidor de Tláhuac, convocó a una junta en la cual solicitó ayuda para que Tláhuac se segregara de la municipalidad de Xochimilco. Se formaron diligencias y se fueron a ver a distintas personas de los pueblos aledaños. Los de Tulyahualco no quisieron pertenecer a la municipalidad, en cambio: en Mizquic aceptaron los Galicia; en Tetelco los Jurado y Vigueras; en Iztayopan los Medina; en Yecahuitzotl los Soza; en Tlaltenco don Florentino Reyes; y en Tzapotitlan los Chavarría y Martínez.

Además de dirigirse a los pueblos cercanos se pidió la ayuda del general villista don Severino Ceniceros, quien entonces residía en Tláhuac donde hoy se encuentra el mercado. El general Ceniceros en ese tiempo era senador por su estado natal: Durango, él hizo todo lo que pudo para que se lograra la independencia de Tláhuac respecto a Xochimilco.

Finalmente, el 5 de febrero de 1924, fue publicado en el Diario Oficial el decreto que segregaba a Tláhuac de la municipalidad de Xochimilco y lo convertía en un municipio libre. Gracias a la ayuda prestada por el general Ceniceros hoy lleva su nombre una de las calles del pueblo…

De acuerdo con don Blandino Palacios, nativo de Tláhuac, el primer presidente municipal fue el mismo general Ceniceros en agradecimiento por su ayuda prestada, después lo sustituyó don Pedro Galicia, nativo de Tláhuac y luchador en la independencia de su pueblo; finalmente, el tercer presidente municipal fue don Crescencio Ríos, de San Juan Iztayopan. Más tarde, con la nueva organización administrativa del Distrito Federal, Tláhuac fue nombrada delegación política el 31 de diciembre de 1928. Al día siguiente, primero de enero de 1929, apareció este decreto en el Diario Oficial.

La vida cotidiana: entre el nahuatl y las chinampas.

Después de la creación del municipio libre y, con la posterior transformación en delegación política, comenzó un periodo nuevo para nuestro pueblo. Durante los siglos anteriores habían vivido llenos de zozobras y revueltas, en la pobreza y en la indiferencia, sin embargo, comenzó una etapa de calma en donde siguieron recreando su cultura cotidiana.

Antes todo era en mexicano o nahuatl, el español casi no se usaba, de esta forma los niños iban a jugar a las milpas, cantaban. Una de estas canciones se la cantaban a las ardillitas para que éstas no se comieran el maíz:

Techalotl:
amo ixconcua notlatlaul,
oncan huallaz “tirador”,
mitzontlatlacueponiliz
huan mitznanacatamaluz,
¡epa, epa techalotl!

Ardillita:
no te comas mi maíz,
allá viene el cazador,
de tiros te va a dar
y en tamales te comerá,
¡vete, vete ardillita

En los días de fiesta venía la chirimía con el teponaztli, tocaban música tradicional. En el atrio de la iglesia bailaban los santiagueros, las aztecatzitzinti (aztequitas), las pastoras, las azcatzitzinti (hormiguitas) y otras danzas más. La gente se encontraba en las calles y se saludaba respetuosamente: ¿quen otlathuililoc compadrito? (¿cómo amaneció compadrito); cuahcualle, tlazohcamate nocompadre (muy bien, gracias compadre); zanniman tohtazqueh (después nos veremos); quemacahtzi (claro que sí).

En las chinampas se trabajaba diariamente, las cosechas eran abundantes, en una hectárea se podían sacar de 90 a 100 bultos grandes de maíz, las verduras se daban muy bien, las hortalizas, las flores, el frijol, la calabaza, etcétera. Sin embargo, ante el acelerado crecimiento de la Ciudad de México, hubo la necesidad de obtener más agua de las regiones cercanas; una de ellas fue Tláhuac.

Sin dar razones, las autoridades mandaron a entubar el agua que los manantiales producían, eran muchos los que existían y era abundante el agua que de ellos manaba. Nadie dijo nada, quién pudo haber pensado que algún día se iba a acabar el agua en Tláhuac. Era un paraíso lacustre. No obstante, al ser entubada el agua se empezó a agotar, los canales se fueron secando y el Huey Atezcatl quedó completamente seco en 1948.

Ya nada había que hacer en el campo, sin agua no tenía sentido trabajar la tierra, se echaron a perder muchas cosechas. Nunca se volvieron a ver floridas las chinampas de los ancianos tlahuacah. La mayoría de los pobladores eran campesinos, no sabían hacer otra cosa pues toda su vida se habían avocado a la agricultura chinampera. Salieron hacia México, es decir al centro de la ciudad, buscaron trabajo, apenas encontraron algo para sobrevivir. Tuvieron que dejar de hablar el mexicano, pues allá todos se burlaban y los denigraban. Así, poco a poco, se acabó la lengua mexicana en Tláhuac, sólo algunos la siguieron practicando.

De esta forma vivían los nativos tlahuacah, pero, un día, empezaron a llegar gente de fuera, los que más adelante llamarían chichicahcalacqueh. Nadie imaginaba el impacto de este suceso, no era algo asilado: la ciudad necesitaba espacios para alojar a los que venían de fuera. Así llegó el mundo moderno a Tláhuac.

La urbanización en Tláhuac.

La urbanización en Tláhuac comienza en los años cincuentas con los primeros caseríos que se asentaron en lo que más tarde serían las colonias Miguel Hidalgo, Nopalera y los Olivos. Curiosamente estos primeros asentamientos se dieron en las cercanías con la delegación Itztapalapan, la cual ya había empezado a urbanizarse de una manera acelerada.

Desde el poniente marchó la urbanización hacia el centro de la delegación Tláhuac, los campos que antes eran de siembra de alfalfa, jitomate, maíz y otros, comenzaron a ser poblados por habitantes que llegaban de otras partes del país. Primeramente se fraccionaron las zonas ejidales y comenzaron a venderlas de manera irregular, para más tarde legalizar esto y comenzar el proceso de regularización de predios.

Es importante destacar que la urbanización en Tláhuac no se da de manera aislada sino que se circunscribe en un proceso amplio y global de crecimiento de la Ciudad de México. Por ello una vez agotados los terrenos del centro y aún muchos del sur, se fue recorriendo la mancha urbana hasta llegar a Tláhuac. La vecina delegación de Itztapalapan acabó con todas las áreas factibles para ser habitables, entonces se pusieron los ojos sobre Tláhuac, la cual poseía grandes extensiones que aún no se habían colonizado. Así surgen las colonias: Del Mar, Ampliación los Olivos, Agrícola Metropolitana.

Pero no todas las colonias fueron pobladas por gente que llegó de fuera, algunas de ellas surgen como natural proceso de crecimiento poblacional de la gente oriunda; entre estas colonias se deben citar: San José, Santa Cecilia, Ampliación Santa Catarina, etcétera. Caso a parte fue la colonia Selene que nació en los ejidos de Tlaltenco, los cuales fueron fraccionados por considerarse improductivos, el año en que se conformó esta colonia fue en 1974, pero desde 1962 se hicieron intentos para llevar acabo esta obra. La mayoría de los habitantes de esta colonia son originarios de Tlaltenco.

La colonia López Portillo se empezó a formar alrededor de 1976 y surgió gracias al fraccionamiento que hizo un hombre de nombre Cecilio sobre terrenos de Mauricio Castañeda. Muchas otras colonias tienen un origen similar.

Un caso digno de mencionarse es la colonia Qiahuatla, la cual está en San Pedro Tláhuac. Se formó por gentes extrañas a la comunidad y aquí empezaron a surgir los primeros pleitos entre los nativos y los llamados “avecindados”, los cuales se ligaron un tiempo a la iglesia para tener un poco de mayor fuerza.

Ya en la época de los ochentas se inauguran otras nuevas colonias, casi todas se conforman por gentes que vienen de otros estados de la República o por individuos que anteriormente vivían en la zona urbana del Distrito Federal. Así por ejemplo surge la colonia Zapotitla en 1981, sus habitantes pertenecían al “Campamento 2 de octubre”, ubicado en Itztapalapan; el mismo gobierno del Distrito Federal ordenó que se pasaran a terrenos de Tláhuac. El pueblo más afectado, sin duda alguna, es Tzapotitlan pues actualmente ha perdido todos sus terrenos ejidales y ha sido ocupado en su totalidad por gente ajena a la misma comunidad.

Ya en los noventa la urbanización toma una nueva forma: las unidades habitacionales, las cuales ocuparon Tlaltenco, Tláhuac, y, sobre todo, Tzapotitlan. En nuestros días continúan las presiones por hacer nuevas unidades habitacionales y condominios en terrenos que se han considerado como “reserva ecológica”. Sin duda alguna los ejidatarios tuvieron que ver mucho en el proceso de urbanización, pues gracias a ellos se han fraccionado muchos terrenos que antes fueron ejidales. Con respecto al proceso de urbanización los estudiosos mencionan que:

La década de 1960 fue de conformación de nuevas colonias urbanas, 15 en total, las cuales se fundaron por la venta ilegal de lotes, algunos incluso con apoyo de la Confederación Nacional Campesina. Los vecinos de Tláhuac denunciaron una subasta pública realizada por el comisario ejidal, quien llegó a vender más de mil lotes, despojando con ello a 150 ejidatarios, que a pesar de estas dificultades consiguieron conservar algunas parcelas .

La ilegalidad y la falta de amor a la tierra, pues ya muy pocos eran los campesinos, fueron factores que ayudaron a que se diera la urbanización de una manera acelerada. Hoy todavía existen propuestas para que continúe la urbanización; por ejemplo, muchos ejidatarios propugnan para que se cree la colonia San Miguel, en terrenos ejidales cerca de Santa Catarina Yecahuitzotl. Otro ejemplo claro es el predio denominado Atotolco Chinanco, cerca de Tulyahualco, el cual está comenzando a urbanizarse de una manera sorprendente, este sitio está considerado “reserva ecológica”, no obstante, las autoridades parecen ignorar esto y no hacen nada para detener su crecimiento, de no hacerlo está en peligro constante la zona chinampera de Tláhuac, la cual es el reducto de la resistencia y el pasado indígena de este pueblo, son 94 las hectáreas que están en juego y es invaluable este sitio histórico para la humanidad toda, pues representan las últimas chinampas en todo el mundo.

La misma urbanización ha traído consigo el que se crearan nuevas vialidades como son: el Eje 10 sur y Canal de Chalco, pero, además, se han creado nuevos sitios que antes no eran necesarios para los nativos, como ejemplo están las discotecas que son de reciente creación. También hay que mencionar que existía un solo hotel, muy alejado del centro de Tláhuac, pero el año pasado (2004) se construyó otro cerca del pueblo de Tzapotitlan.

Glifo proporcionado por el Grupo Autónomo Cultural Cuitlahuac Ticic que trabaja sobre la historia de Tláhuac a través de acervos fotográficos.