Presentación
Introducción por Fausto Trejo Fuentes
Presentación
El hombre crea a la historia
y la historia crea al ser humano.
K. Marx
Sólo los hombres con consciencia
y voluntad hacen historia.
V.I. Lenin
Todo suceso histórico trasciende en el recuerdo reflexivo por su importancia.
Esto es, en su hermenéutica histórica.
El ser humano lleva en potencia el lograr metas y realizaciones, lo encamina
el ambiente, bien sea positiva o negativamente. De esta manera
asistimos a una serie de sucesos que marcan la polarización ante la más
importante interrogante existencial: ¿Doy a mi vida un sentido humanista,
o me hundo suicida? La respuesta está en los hechos. ¿Qué respuesta
al pueblo daría un gobierno como el del PRI?
El Movimiento Estudiantil Popular de 1968 es un suceso reflexivo por su
poder de movilización que nunca antes se dio. La actitud proterva y sucia
de los medios de difusión coludidos, no logró detener ni interrumpir la
concentración nunca antes vista hasta ese momento de un millón y medio
de personas en Zócalo y calles aledañas, en movilización masiva por identificación
ideológica en sólo treinta días, del 26 de julio al 27 de agosto.
Este es el testimonio de solidaridad y apoyo unido que da el cambio cualitativo
de Movimiento Estudiantil a Movimiento Estudiantil Popular.
Desde entonces hasta la fecha, con la sola excepción de las concentraciones
en torno a Andrés Manuel López Obrador, nunca se ha vuelto a
dar.
De esta manera las manifestaciones fueron acrecentándose, la unidad rebasó
la ciudad de México y se hizo nacional, fortalecida en elementos ya
existentes. De igual forma, los medios de difusión rabiosamente intentaron
desprestigiar, empobrecer, calumniar, difamar y todos los denuestos
inimaginables, como la campaña de agresión solapada y bien pagada.
El Movimiento Estudiantil Popular respondió a esta batalla con lealtad y
altura en su ansiedad de realización. Contra el poderoso gigante represor,
se contrapuso el otro poder: el de la dignidad firme de la respuesta de un
pueblo. ¿Por qué surgió esta respuesta popular? La traición a la Revolución
Mexicana, la cobardía ante la realidad de una educación socialista,
la venta paulatina de la patria a los Estados Unidos, el saqueo sexenal
de los bienes del pueblo, la negación de los derechos democráticos y humanos,
sostenida por la represión, la persecución y la vejación ciudadana.
Se evidenció el mexicano sediento de libertad y de justicia. Se luchó por
la democracia.
Nuestro Movimiento Estudiantil actúa estructurado de la siguiente manera:
en su columna vertebral por el Consejo Nacional de Huelga (uno o
varios representantes de cada escuela e instancia educativa, solidarizada
a la huelga); la Unión de Padres de Familia (formada por padres en quienes
no cupo el temor represivo y apoyaron y marcharon con sus hijos); la
Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior pro Libertades Democráticas
y la Coalición de Artistas e Intelectuales, presidida por José
Revueltas y los artistas e intelectuales conscientes y consecuentes. Su
actuación clave es el levantar un Pliego Petitorio de exigencias antirepresivo
y antiimpunidad: exigir la libertad a todos los presos políticos hasta
ese momento (a nivel nacional y popular, por primera vez se retoma esa
bandera); exigir castigo a los culpables de la violencia desatada oficialmente
y de la represión; desaparición de los artículos anticonstitucionales
145 y 145 bis; la desaparición de cuerpos creados para reprimir al pueblo
como los granaderos y no creación de cuerpos semejantes. En suma, establecer
la democracia, la justicia y la libertad como derecho constitucional
de todo mexicano.
Nuestra exigencia constante, firme, era una sola: diálogo. El gobierno enmudeció,
nunca se atrevió a sostener un diálogo con sus gobernados. Cobardemente
inició su respuesta con un bazucazo en la puerta colonial de
la Preparatoria Número Uno, persecuciones, encarcelamientos, desapariciones
y asesinados en las calles.
Se realiza la marcha magna del 27 de agosto en la cual, en mi intervención
oratoria, propuse que ese día fuera “el Día de la Coalición Revolucionaria”
por ser modelo en número, en unidad y de motivación ideológica y acción de lucha.
El gobierno representado por Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, García
Barragán y Corona del Rosal, psicológicamente con espíritu genocida,
represivo e inhumano, con preponderancia de los impulsos bestiales de
su cerebro, encaminado solamente por la ceguera emocional del poder y
ante la necedad de sostener una falsa apariencia mexicana en las olimpíadas,
decidió el genocidio frío y criminalmente calculado. Del escritorio
de la Secretaría de Gobernación a Los Pinos se fraguó la muerte de una
generación noble y limpia de jóvenes mexicanos. El Ejército se encargaría
de ejecutarla, disfrazado o no. El 2 de Octubre se ametralló y remató el
paradigma de protesta de la lucha ejemplar juvenil. Contaron con el crimen
de lesa humanidad como común denominador para acabar con la
consciencia y voluntad que crea y forja la historia.
El historial de luchas pasadas y la nobleza de una juventud que idealizó
un futuro verdadero, que había vertebrado el Movimiento Estudiantil Popular,
motivó la orden del gobierno mexicano: matar y rematar a todos.
Los camiones y convoyes del Ejército recogieron los cadáveres que llenaron
la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, secuestraron los cuerpos,
los incineraron en diferentes lugares, entre ellos el Campo Militar Número
Uno, donde se afirma que hubo quejidos y alaridos entre esos cuerpos no
muertos del todo. Eso no lo hicieron ni los nazis. Pero el ideal del Hombre
Nuevo, del Comandante de América Ernesto Che Guevara, no fue extinguido:
eran únicamente algunos primeros hombres nuevos en México victimados.
La humanidad es un devenir histórico que crea la historia y esta misma
la modela como un todo; su proceso es el de humanización, está en lo
más grandioso de los pueblos, su consciencia, es lo que ama más la vida
y sobre todo cuando esta consciencia nos impulsa en la lucha por un
mundo más justo. Pero ya lo había advertido Dimitri Shostakovich: “No
hay arte sin ideología”. La poesía, el teatro, la música, la cinematografía,
la danza, la narrativa, la plástica en todas sus expresiones: pintura, escultura,
grabado y la gráfica espléndida, cristalizó en 68. No sería posible,
sin el arte, analizar nuestros días de lucha y el efecto histórico del
Movimiento Estudiantil Popular de 1968 para México y para el mundo.
68 marca el paradigma histórico de nuestras luchas. 68 enriquece la historia
y está presente en ella. 68 alienta, da luz, vitaliza la fuerza de las
consciencias que genuina y convincentemente lanza y vuelve a lanzar a
cada momento el grito de ¡Ya Basta!
En las páginas de este libro está suficientemente representada la poética
mexicana de poetas del 68 y otros que los suceden desde ese momento y
que siempre ocuparán un lugar en la presencia de la memoria colectiva.
“Pueblo que pierde la memoria, pierde su libertad”. No hay poesía exclusiva
de 68, hay poesía desde 68: revolucionaria, comprometida, con el
mismo rostro y en voz alta, nos evoca la poesía de la Revolución Española.
La escriben los militantes del Movimiento, los hijos, los nietos y todos los
que vendrán para contener cualquier gobierno que intente repetir otro 2
de Octubre, otro 10 de Junio, otra Guerra Sucia.
Con todo mi amor a los jóvenes y a la poesía, recordaré siempre el hecho
en la Plaza de las Tres Culturas, cuando un joven al descubrirme en plena
balacera de las armas pesadas del Ejército, me dijo: “Maestro, si lo ven lo
matan”. Me tomó del brazo derecho y nos encaminamos a la puerta lateral
de la iglesia de Santiago Tlatelolco, cuando una bala asesina le atravesó
la cabeza. Cayó a mis pies. Las convulsiones propias del descerebrado
expresaron los estertores de la muerte, que para mí son inolvidables. No
sé cuánto tiempo permanecí ahí, sentado con el cadáver en mis brazos.
Finalmente consideré que al permanecer ahí sería blanco fácil de las balas
asesinas del Ejército Mexicano. Me dirigí a la puerta lateral de la iglesia,
la encontramos cerrada. Muchas vidas podían haberse salvado si esa
puerta hubiera estado abierta. No fue así. Me desplacé hacia las calles de
la avenida Nonoalco, hoy Ricardo Flores Magón, ahí me recogió un automóvil
de unos muchachos que me identificaron. Así salí de esa masacre
genocida que marcó mi vida y mi compromiso que me trasciende.
Y escribo: Mis compañeros y hermanos además, no están ni olvidados ni
muertos y sus enemigos han de ver surgir de sus cadáveres heroicos, el
espectro victorioso de sus ideales, que sirven de paradigma en nuestras
luchas por un mundo más digno de ser vivido.
México DF, septiembre del 2008