Una nueva ética en la política latinoamericana, entrevista con el Prof. Ulises Lara López
Artículo por José Tlatelpas
La propuesta de construír una nueva ética, contemporánea y realista en América Latina, una nueva filosofía social acorde con la política y con la nueva sociedad, eso es lo que nos plantea el Prof. Ulises Lara López y un grupo de jóvenes y destacados académicos mexicanos que trabajan junto con él esta propuesta social.
El Prof. Ulises Lara señala la urgente necesidad de renovar los valores, las reglas de la convivencia humana y su relación efectiva con las políticas sociales. Esto nos lleva a darle un valor al ejercicio consensado de los gobiernos en América Latina, en otras palabras, a la participación efectiva de la ciudadanía, no a una autonomía ilimitada de la clase política. Pero hacerlo con honestidad, compromiso y vocación de servicio. Y, principalmente, incorporar esta nueva ética y su vigilancia efectiva a la legislación, a la normatividad y al ejercicio práctico de los gobiernos en América Latina.
Una de las razones de su inquietud ha sido el advertir que se hace política y se publicitan juicios de valor a través de los medios sin un respeto real y profundo a la sociedad y al individuo. Desafortunadamente, las preocupaciones de la clase política rebasan frecuentemente a los intereses de los gobernados. Se ha olvidado un compromiso fundamental de la democracia: que se gobierna para servir. De una manera increíble, se mantiene redivivo un estilo feudal de gobernar donde el monarca manda y el pueblo obedece. Desafortunadamente no se ha investigado suficiente, ni tampoco legislado, al respecto, por lo que esta tendencia dañina ha persistido y nos hace pensar que la democracia es, desde sus inicios, un sistema en evolución y que aun hoy, estamos lejos de haber alcanzado su madurez y plenitud como sistema social y de gobierno.
Y es un hecho que seguimos viendo que los gobiernos son presa común de la avaricia, la rapiña y la corrupción. Las leyes no son obedecidas y casi no hay leyes que vigilen el cumplimiento ético de los gobernantes, aunque sí hay regulaciones punitivas que castigan infractores. Sin embargo, estos sistemas siguen siendo autoregulatorios, gubernamentales, no ciudadanos. Y es la ciudadanía el único fiscal autorizado de los gobiernos. El efecto profiláctico de la democracia ha pasado de noche en la historia de América Latina, sin darle todavía al pueblo el control de su destino. Y esto quizá porque no ha habido un compromiso real de llevar el poder a los ciudadanos y consolidar en la práctica el espíritu de la democracia. De hecho, cabe señalar, hay una contradicción relativamente desatendida y poco estudiada entre el capitalismo a ultranza (beneficio del individuo y del más fuerte) y la democracia (el gobierno de todos para el beneficio de todos).
Los medios también son parte de esta situación, dado que en ocasiones han hecho alianzas políticas con los partidos como en los casos de Italia y México. Por otra parte se han conducido por la ganancia individual y no siempre por el servicio a la sociedad y la imparcialidad. Los periodistas hablan de los programas con más audiencia (ganancias): el libro más vendido, el disco de oro, el político más votado, el mayor consumo: demanda y mercado, nada de ética, servicio ni función social. Su prioridad no es la información más verídica, la más útil, sobre el bienestar de la sociedad en la que viven, medran o transcurren. Igualmente pasa desatendido el nivel de servicio y ética de los gobiernos. Y esto es un asunto que a toda la sociedad le debe interesar como una prioridad.
Por otra parte, es claro que los monopolios informativos han perpetrado graves daños a la democracia y que en todos nuestros países los medios de difusión deberían hacerse más democráticos, plurales, y ser objeto de una revisión ética, legislativa y de desempeño. No debe permitirse de ningún modo y ninguna forma poderosos monopolios que impidan que fluyan todas las corrientes de opinión. Si no hay libertad de información y de opinión, si no hay medios efectivos de comunicación social y política plural e inclusiva, no puede haber garantía de democracia real.
Es importante reflexionar y consolidar estas preocupaciones en una legislación eficaz y sistemas de control que permitan incorporar una ética social democrática a nuestros gobiernos. Es importante garantizar un poder real a la sociedad civil y a nuestros pueblos. Es imprescindible oponerse a la rapiña y a la corrupción en la política, la cultura y el desarrollo de la sociedad. Es igualmente necesario el renovar, que no sólo rescatar la contribución de los pensadores e investigadores sociales en América Latina. Porque desgraciadamente a veces nuestros políticos no conocen suficiente sobre nuestra historia, ni nuestros legisladores sobre leyes. Frecuentemente llegan a puestos políticos y legislativos por causas de equilibrio de fuerzas políticas pero en ocasiones son profundamente ignorantes sobre el cómo desepeñar la responsabilidad que les es conferida. Y es que no sólo se trata de que los líderes latinoamericanos ganen las elecciones, sino que lo hagan con ética y responsabilidad y la sociedad civil garantice su papel protagónico y fiscalizador en el desempeño del Estado. Porque nunca tendrá sentido para las mayorías votar para conquistar el beneficio de las minorías y para perpetuar su exclusión de la democracia social.