LA ECOLOGÍA EN LA POÉTICA DE DALTON, artículo

 

LA ECOLOGÍA EN LA POÉTICA DE DALTON

Artículo por Salvador “Chamba” Juárez

Roque Dalton (1935-1975), el poeta de la salvadoreñidad nuestra de cada día, tocó, en su mundo (y como diría Jorge Drummond de Andrade), vasto mundo poético, el objeto comprendido ahora en la Ecología como ciencia moderna, como disciplina que cobra auge en los últimos tiempos.

Es claro que el poeta Dalton aborda esta temática por diferentes vías o búsquedas diversas de su inquietud cultural y perspectiva histórica. No es que de manera consciente haya puesto su literatura al servicio ecologista o medioambientalista, con el énfasis que ambos aspectos son considerados hoy día. Sino que en su afán escrutador de todas las fuentes originales de nuestro ser colectivo, hombre-naturaleza-sociedad, pudo profundizar en lo telúrico de nuestro mundo mítico y real- histórico. Y como nuestra historia tiene su base y se refleja en la tierra, como fuente de vida y posesión, es de este mismo tesoro de donde Dalton nos ha legado poemas hermosos, líricos y épicos, con tonalidad ecologista.

Sólo tenemos aquí un filón más de la poética de Dalton, quien nos da sus pistas y señales en títulos como el Tlamatini, Al Maíz, de sus Recreaciones Libres Sobre Temas Nahoas y Mayences, La Tierra, La Vida, de La Raíz en el Humo; Terreno Mortal, Homenaje a la Salvia, La Grama de las Huellas, El Nahual, Pino, etc, de El Origen. Todos estos títulos pertenecen únicamente a un libro suyo, Los Testimonios, la Habana, 1964. Es de suponer entonces que esta visión de la tierra y sus frutos y su magia y su asombro y su dolor y su canto está presente en el poeta de nuestra identidad. Vaya pues, por su intuición, indagatorias y conocimientos legados, nuestro homenaje a Roque Dalton en otro aniversario de su eternidad, el 10 de mayo, fecha de gran significado nacional, día de las madres, de la creación, de la naturaleza, de la fertilidad, día en que se conmemora su trágica muerte.

TERRENO MORTAL (1)

Ahí donde la araucaria se vuelve gris y viscosa y el eucalipto corrompe sus pulmones azules. Ahí donde el cedro cae entre la podredumbre con las duras venas abiertas. Ahí donde no se aventuran las raíces caminantes del bálsamo. Ahí donde sólo te espera la culebra crucial, la hedionda barba-amarilla de ojo lechador entre el sonido a cuchillo de los pájaros negros. Ahí donde los férreos dedos del fango comienzan a tocarte con la sed del postergado y la del loco.

Ahí…

LEY DE LA VIDA (2)

El árbol poderoso comienza en la semilla
y aunque el amor sea profundo y alto
es también mínima la semilla del hombre.

El nacimiento del arroyo el polen
el huevecillo de la blanca paloma
la piedra que ha rodado por el monte nevado
desde su pequeñez llegan al mar
al girasol al vuelo interminable
al planeta de nieve que nada detendrá.

En la lucha social también los grandes ríos
nacen de los pequeños ojos de agua
caminan mucho más y crecen
hasta llegar al mar.

En la lucha social también por la semilla
se llega al fruto
al árbol
al infinito bosque que el viento hará cantar.

MARIA QUEZALAPA (3)

Tlaloc en vez de las semillas de su frente
mieles echó en la copa velluda de tu madre
miel de caimito por los dulces talapos desflorados
miel de la flor de infundia que te destinó desde entonces a mi sueño.

Entre el bejuco muriéndose en el suelo podrido de la selva
entre la raíz arterial del bálsamo que desgarraba la piel de las culebras
entre las hojas naufragadas desde el aire caliente
a la altura del juego más alto de la tierra
ella se echó a dormir teniéndose como otro corazón.

Pero nueve meses después recién parida
te sumergieron en la poza bruja
para que abrieras los ojos bajo el agua.

Por eso tu mirada es honda cuando lloras
por eso se te ama mejor bajo la lluvia
por eso tu saliva parece que se bebe entre la arena.

II

Tu color
de cacao suavizado en la leche de una cabra salvaje.
Tu color
de mariposa oscura amasada con flores de jazmín.
Tu color
de venada intocable mojada por la hierba.
Tu color
de huracán en verano levantando las raíces del cobre.
Tu color en el río
hace amar a los peces la frente de la tierra.
Tu color en la tierra
asombra a las raíces que te ven caminando.
Tu color en los árboles
es una clara noche regando sus perfumes.
Tu color en el aire
es de un nuevo arcoiris que sale del maíz.

(Nota y selección de Salvador Juárez)

(1) Del libro Los Testimonios, Tercera parte: Del Origen
(2) Del libro: Un libro Rojo para Lenin.
(3) Del libro El Turno del Ofendido.

Obra de la fotógrafa canadiense-mexicana Caro Irigoyen