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“Aniversario del gran poeta mexicano Ramón López Velarde”
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Por José Tlatelpas
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Este 19 de junio conmemoramos la trágica muerte de uno de los más grandes poetas latinoamericanos, Ramón López Velarde. Este poeta Mexicano logró transitar entre metáforas surrealistas, tocadas por un mágico futurismo, en odas que navegaron con él en las tormentas mexicanas de la Revolución. Velarde es un poeta notable por la certeza de sus versos, que siempre acertaban en el significado exacto, sin abandonar el misterio, obsequios de un escritor que en su lenguaje unifica los símbolos de un pasado histórico, que se encuentra la vida íntima, en un hogar recóndito y lejano y también en el marco de la lucha social, la sensualidad pecaminosa y recatada, el palpitar de una nación que olvida mirar su rostro en el espejo.
En muchos de sus versos, como en ferrocarril, corren paralelos los rieles de la innovación, la métrica, lo religioso y la mágica belleza de las mujeres pueblerinas. Como un mago, tras tocar los tiempos y soñar en pasados-futuros, nos arropa con rebozos, crea romances con corazón de tabaco y de maíz. En lo personal, me parece fascinante su obra, porque es profundamente mexicana, innovadora y personal. Como un diamante su luz, su poesía tiene diferentes facetas y aristas luminosas. Creo que es un poeta que ha sido poco entendido, tal vez porque la poesía no fue hecha para explicarse, para desglosarse y para hacer un diagrama de sus caminos. El verso es otra cosa, pero la poesía no es el metro, la rima o la metáfora, la poesía es, tal vez, la comunicación íntima entre los símbolos y lo humano, entre el lenguaje y el amor, entre las quimeras y los panoramas. Hasta el silencio tiene tanto que ver en sus caminos. En ese sentido Velarde toma fragmentos de los campos agrestes, de las iglesias, de los balcones mágicos, y de los velos que encarcelan labios temblorosos, y hace que todo quepa en unas líneas que nos seducen, “con la falda bajada hasta el huesito”.
Sus poemas no solamente son una parvada de símbolos, o de sueños que quisiéramos vivir. Su obra nos muestra que el tiempo, criterio inevitable, en esencia, no es definitorio. Tampoco su poesía está presa de sus versos; sino que nos rebasa, se desarma, vuela en libertad.
En lo personal creo que una de las cosas más importantes de su obra, es que nos invita al respeto. Porque nos muestra que con legitimidad se pueden amalgamarse en igualdad democrática fuentes lejanas, innumerables, con los espacios más íntimos del espíritu, y que s pueden incluir los objetos más cercanos que, convertidos en poesía, vuelan como partículas en el cosmos de las percepciones, los sueños y nuestros significados colectivos. Un gran poeta por descubrir, genial, insólito, atemporal y que algo tiene de enigma y campanario.
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