Entrevista con la escritora mexicana Mónica Rojas
Por José Tlatelpas
– Hola Mónica, nos da gusto presentar algunos aspectos de tu trabajo platícanos ¿Cuáles son tus temas?
Es una pregunta que puedo responder a través de mi propia historia. Desde niña compartí mucho tiempo con mi abuela materna —la inspiración de muchos de mis relatos—. Recuerdo que, como no podía ver bien, me pedía que le leyera todas las tardes desde La Biblia hasta Drácula. Pasábamos también mucho tiempo platicando de sus años de infancia y de los vagos recuerdos que tenía de la Guerra Cristera.
Luego, estudié Comunicación por el deseo de contar historias y es así como me volví reportera a los 20 años. Me gustaba mucho escribir, pero cuando tuve el infortunio de trabajar en la televisión, fui un verdadero desastre, pues no me gustaba aparecer a cuadro y le equivocaba constantemente, y para colmo, me sentía ridícula con tanto maquillaje encima.
He sido y sigo siendo muchas cosas: hija, madre, reportera, migrante, esposa, y todo ha influido en mi escritura. Yo estoy presente en cada uno de mis relatos.
– ¿Cuál es tu estilo y los géneros que trabajas?
No puedo definir mi estilo porque cada uno de mis libros es diferente. Lo que sí puedo decir es que detesto la grandilocuencia y la arrogancia del escritor que hace uso de “barroquismos” solo para impresionar. Me molesta el escritor de pose y ceja alzada.
Lo que yo pretendo, en cambio, es llegar al lector niño, al joven, al adulto, de manera contundente y precisa. Pretendo que mi estilo sea nítido, pero sin caer en la simpleza; en eso trabajo cada día.
He escrito cuentos para niños, memorias, biografías noveladas, poesía, relatos policiales y novela negra. Cosa rara, el noir me atrae y yo atraigo al noir.
– ¿Por qué y cómo haz escogido tus temas?
En realidad no sé cómo los he elegido, pero me pasa que el corazón me habla: ¡Esto está bueno para un libro!, me dice cuando leo o escucho algo que me inspira. Así me pasó con Hacia Ninguna Parte. Todo empezó con un viaje a León, Guanajuato. Allí conocí a la polaca Frania Pater, una mujer de más de noventa años que me contó de sus años en un Gulag en Siberia durante la Segunda Guerra Mundial, de su éxodo tras la liberación y de su llegada a México. Era una pieza de oro bellísima que debía convertirse en joya.
La realidad me inspira. Soy migrante y, a distancia, tengo un panorama diferente de lo que ocurre en mi país y también en el que me hospeda. Desde aquí fui espectadora del caso Ayotzinapa, del niño ahogado en las playas de Turquía, del bombardeo de un hospital en Yemen. Tuve también la oportunidad de viajar a Jordania, Jerusalén, Kenia, entre otros países y para todos he tenido un pensamiento convertido en letras.
– ¿Por qué haz elegido tu estilo como escritora y cómo ha cambiado en el tiempo?
Ha cambiado mucho porque leo mucho y viajo mucho. Pero es que todos cambiamos, es lo natural. Nadie es el mismo que fue ayer.
No estoy segura de haber elegido el estilo y, si lo hice, no fui consciente de ello. Creo que tiene que ver con mi personalidad y mi historia de vida, pero no ha sido algo planeado, más bien se ha tratado de un proceso natural y auténtico.
– ¿Cómo se entrelazan o se separan tu vida y tu obra?
Están más entrelazadas que separadas, definitivamente. Es más, no puedo separar una de la otra. Como lo explicaba anteriormente, en cada obra hay algo de Mónica Rojas, ya sea en una anécdota o en un personaje. El que le uno de mis textos me está conociendo, y quien me conoce, está entendiendo lo que escribo.
– Por favor, coméntanos si tus sueños han fundamentado tu obra o si ha sido al revés…
Para ser honesta, creo que ninguna de las dos. Mi obra está fundamentada en la realidad, la mía, la de otros, la de la humanidad. Y no quiero ser pretenciosa con esta aseveración, pero es que más que fundamentar mis libros en sueños, lo que pretendo es despertar los de otros, principalmente los de niños y jóvenes. Así es con El Niño que Tocó las Estrellas, la biografía de un astronauta mexicano que logró alcanzar sus metas sin varitas mágicas ni hadas madrinas, más bien, gracias a su esfuerzo y amor al estudio.
– La lucha por el crecimiento personal, la protección a los niños y la solidaridad con las causas sociales ¿cómo viven en tu obra?
Son fundamentales. Como Embajadora de Save the Children, pero sobre todo como madre de una niña de ocho años que me ha enseñado mucho del amor y la empatía, es importantísimo que siga su ejemplo.
Hace unos años, te comparto, tuvimos la oportunidad de ir a la India. En nuestro paso por Mumbai, nos detuvimos a tomar algo en una cafetería. Un par de niñas, de la misma edad que mi hija, nos pidieron nuestras bebidas regaladas. Ella inmediatamente entregó su jugo de naranja y tomó el mío y también se los dio. Ella, triste, me dijo: yo no puedo entender cómo la gente puede tomar agua sabiendo que otros tienen sed. Sus palabras se me quedaron tatuadas y por eso me aferro a la lucha: hay esperanza si todos contribuimos.
– ¿Qué planes tienes respecto a nuevas publicaciones y dónde se pueden encontrar tus libros?
Este año publicaré la biografía de Eglantyne Jebb, precursora de los derechos de los niños y fundadora de Save the Children. Este proyecto me tiene muy emocionada, pues será traducido a más de 120 idiomas y se presentará en Londres y en la sede de la ONU en Ginebra, Suiza.
Además, este año mi hija y yo publicaremos “La Mariquita Azul”, un libro para niños que cuenta la historia de una mariquita que tuvo que dejar su jardín y tuvo que enfrentarse a los problema propios del migrante en cualquier parte del mundo.
El otro proyecto que tengo en proceso, es una sorpresa. Se trata de una novela negra sobre boxeo y mafia.
Pueden adquirir Hacia Ninguna Parte a través de Amazon y en Libros y Libros en la ciudad de Puebla. Pronto se publicará una nueva edición.
– ¿Quiseras comentarnos algo más?
Quiero agradecer a todos los buenos escritores que me han regalado una palabra de aliento en este que espero, sea el comienzo de un largo camino, entre ellos: Pedro Ángel Palou, Jesús Lemus y Jacobo Machover. También quiero dar las gracias a mi agente Verónica Flores por su talento y compromiso, y a Save the Children México, porque su compromiso con la infancia me inspira para dar más.
También quiero darle las gracias a tu medio, pues siempre es grato ser escuchado y a los lectores que llegaron hasta aquí.