MÉXICO: JOAQUÍN GUTIÉRREZ NIÑO, EL BREGADOR

México: Joaquín Gutiérrez Niño, el bregador

Joaquín Gutiérrez Niño, el bregador:
Cuatro décadas de quehacer comunitario

 

 

David Cueto / Eladio Salazar

Apenas concluída su instrucción primaria y cuando todavía no cumplía los 13 años de edad, Joaquín Gutiérrez Niño empieza a interactuar con su comunidad. Era Tonalá, Chiapas, en 1967.
Pronto, por la influencia indirecta de algunos antecedentes familiares, encontró dos rutas de servicio: educación y comunicación, que ahora considera factores fundamentales de transformación.

Aunque a lo largo de estas cuatro décadas -de una u otra manera- ha bregado por ambos senderos, ha sido notoria su inclinación por el periodismo, ejercido especialmente alrededor del micrófono.

Entre 1967 y 1969, Gutiérrez Niño sirve a su pueblo principalmente desde tres frentes: la iglesia, el municipio y la escuela.
Apenas inscrito como catecúmeno pasa a catequista. Recorre pesquerías y rancherías de su municipio. A muy temprana edad, conoce de cerca la problemática de comunidades como Paredón, El Terrero, El Otatal y Mojarras. Se impresiona y decide participar en la búsqueda de soluciones.
Preside grupos juveniles de la Legión de María y, como delegado de piedad de la ACJM parroquial, contribuye al sostenimiento de la Casa Albernia de la Juventud, pieza fundamental para el desarrollo integral de su generación.

En septiembre de 1968, el Ayuntamiento lo designa orador oficial para la conmemoración de la federación de Chiapas. A partir de entonces colabora con el municipio como maestro de ceremonias, lo que le permite incrementar su conocimiento de la realidad regional.
Antes y después, representa a su escuela en ceremonias cívicas y otros eventos. Participa en campañas de orientación y servicio turístico, en Puerto Arista, y preside comités estudiantiles de apoyo a la cultura.

Entre otras cosas, promueve círculos de estudio y la creación de la Biblioteca Gildardo Yoé, de la Secundaria Héroe de Nacozari.

Con motivo al primer centenario de su ciudad, en 1970, presidió el Comité Juvenil Pro Celebración, organizador de la I Semana de la Cultura en Tonalá. El acontecimiento le permitió conducir por la radio local -el 27 de diciembre- un programa especial con el recuento de actividades.

De 1969 a 1974 desarrolla distintas facetas en la comunicación a través de medios locales, corresponsalías estatales y nacionales, y las novedosas oficinas de prensa municipales.
A la estación local, XEDB, arriba a mediados de 1969. A partir de entonces se desempeñaría, sucesivamente, como colaborador y comentarista de un programa de tipo comunitario, locutor de cabina, animador de un espacio juvenil que él propuso (Juventud 12-90) y conductor de su informativo cotidiano (Dimensión 4), así como de diversas revistas radiofónicas semanales.
En prensa, comenzó como articulista eventual de El Sol de Tonalá.

Su primera colaboración apareció el 6 de octubre de 1969. Pero pronto se convirtió en columnista de planta. Sus espacios fueron: Momento estudiantil y Entre puntos suspensivos. Escribió además reportes especiales para primera plana e inauguró los resúmenes anuales, que fueron de gran utilidad para el registro de cronistas e instituciones.

Culminó editando su propio semanario, Dimensión 4, que mostró mayor agilidad y profesionalismo en contenidos y diseño frente a lo estilado en la entidad.

Se desempeña simultáneamente, además, como corresponsal de XEUE, la RCN de Tuxtla Gutiérrez, y del telenoticiarioEn Punto, del Canal 8 de la ciudad de México. Formó parte así de sendos y acreditados equipos periodísticos, encabezados por Augusto Solórzano y Juan Ruiz Healy, respectivamente.

Y, por si fuera poco, asumió con carácter honorífico, como otra forma de servir a su comunidad, la naciente Dirección de Información Municipal, del Ayuntamiento 1971-73, pero refrendado por la siguiente administración local.

Durante todo ese lapso, que él considera amateur, Gutiérrez Niño realiza importantes aportes: rompe esquemas y cubre vacíos, pero principalmente comunica con un claro compromiso de servicio.

No se limita a reflejar la realidad local; convoca a los principales actores para analizarla y propone soluciones. Promueve además valores locales de muy distinto orden e impulsa el desarrollo integral de su región.

Su actuación cobra mayor relevancia porque -aún a nivel nacional- apenas comenzaban a vislumbrarse los albores del periodismo electrónico, pero él -en un apartado rincón de la república- trascendía ya la radio puramente musical y comercial.

Poco antes de trasladarse a la ciudad de México, promovió la sindicalización de los trabajadores de XEDB, quienes hasta entonces ganaban cuatro pesos por hora (16 pesos diarios, la mitad del salario mínimo de la época en aquella región) y carecían de prestación alguna.

Mientras iniciaba la preparatoria, en los años 70, colaboró con la primaria en que estudió (la Superior del Estado “20 de Noviembre”) al suplir en forma interina a los profesores de tercero y quinto grados. Aprovechó para promover, entre sus alumnos, rondas didácticas de autores locales, hasta entonces inéditas.

En 1974 se traslada a la ciudad de México. Cursa la licenciatura en la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”, donde es elegido miembro del consejo consultivo, entonces máxima jerarquía de la institución.

En tanto, comienza a impartir clases de español en secundarias técnicas. Promueve intensamente la lectura, incluso de autores contemporáneos, así como el empleo de métodos de estudio, e introduce a sus alumnos en las técnicas de PNL, Programación Neuro Lingüística, potenciando claramente sus habilidades.

Al término de sus propios estudios, entre 1978 y 1984, imparte cátedras en el área de radio y televisión de su alma máter.

Interesa a sus discípulos en el medio que le apasiona y al que desde entonces auguraba un destino eminentemente informativo: la radio. Contribuye desde luego a forjar a la primera generación de profesionales del periodismo radiofónico.

Durante dos décadas completas, de 1974 a 1994, cumplió su trayectoria por los principales medios nacionales de esa época, abarcando simultáneamente radio, prensa y televisión, lo que al principio no era usual. Incursionó además en agencias informativas y oficinas de comunicación social.
En prensa, colaboró para El Nacional, El Universal y Excélsior; en radio, trabajó para la Organización Radio Centro, Radio Fórmula y Radio Red; y en televisión, intervino en Canal 11, Imevisión y Televisa.
Participó también en radios pioneras como XEX (“La primera estación de noticias y eventos”) o el Sistema Ravisa (antecedente de los enlaces satelitales, vía microondas), lo mismo que en revistas antagónicas como Señal (religiosa) y Orbita (de espectáculos, censurada), el suplemento Diorama de la Cultura y la Revista de Revistas, publicaciones de gran circulación como Visión (internacional) y la Cartelera -de Boletrónico- y especializadas a la altura de Media Comunicación. Siempre junto a voces y firmas de primer orden.

Adicionalmente, probó suerte como productor ejecutivo de las series Sector social y Esta semana, que se difundieron por Radio ABC y Radio Chapultepec, respectivamente. Asimismo, hizo tres intentos por convertirse en editor: am/fm, el buen papel de la radio; entremés, algo para abrir boca; y zona guinda, el buen norte.

Su debut en la gran prensa capitalina se da el 6 de octubre de 1974.

Realizó un ensayo -de una plana estándar, completa- para Revista Mexicana de Cultura, el prestigioso suplemento de El Nacional que dirigía el poeta andaluz Juan Rejano y que gozaba de reconocimiento en toda Latinoamérica.

Su trabajo inaugural abordó la cultura en Chiapas, entidad que acababa de celebrar el sesquicentenario de su federación a México. Las entregas subsecuentes versaron sobre comunicación, lo que incorporó desde entonces esa temática a los suplementos culturales y otras publicaciones no especializadas.

Desde su primera colaboración, Gutiérrez Niño aprovechó cada oportunidad que se le presentó para promover los valores de su patria chica en medios nacionales, al punto que -hasta el levantamiento neozapatista- nadie había abarcado los tópicos chiapanecos con la frecuencia y profundidad que él.

A manera de culminación, en septiembre de 1992, dedicó una emisión de la serie Algo diferente, de Radio Red, a los aportes y contrastes de su tierra natal. Previó así la conflictiva social que estalló más de un año después. Por esa audición, el Club de Periodistas le entregó -el 28 de febrero de 1994- el Premio Nacional de Periodismo 1992, en su categoría Alvaro Gálvez y Fuentes para reportaje radiofónico.

Del suplemento de El Nacional pasó a la página cultural de ese diario, donde escribió una columna hemerográfica, y finalmente, en febrero de 1976, quedó ubicado en la sección de espectáculos que alojó su columna Cuadrante, pionera en información y crítica radiofónica.
Eventualmente, hasta que en 1989 trasladó su columna a El Universal, colaboró con entrevistas exclusivas. Asimismo, durante la dirección de Mario Ezcurdia, fue editorialista del extinto “Diario al servicio de México”.

Durante su primera y fugaz incursión televisiva, en Canal 11, Sara Lovera lo transfirió -al tercer día de su arribo a la redacción- a la fuente de Presidencia, donde José López Portillo inauguraba -en 1977- un apéndice para radio y televisión a cargo de Teodoro Rentería.
Más adelante, por cortos períodos en los años ochenta, Gutiérrez Niño sería conductor de la sección de poesía del programa Los ángeles de la noche, de Canal 13, y comentarista de discos en Primera fila, de Sally de Perette, en Canal 7, ambos de Imevisión.

Impulsó entonces a nuevos valores literarios y rescató algunos que yacían olvidados por los grupos dominantes del mundillo intelectual. Incorporó además a la programación de la televisión paraestatal, videos y canciones reservados por las disqueras a la televisión comercial.

Finalmente, de 1987 a 1990, formó parte del equipo fundador del programa Muchas noticias, de Lolita Ayala. Tuvo ahí la responsabilidad de redactar cabezas y comentarios editoriales, tocándole además la revisión de estilo del guión.

Esta labor le resultó especialmente gratificante porque, dentro de los informativos de Televisa y según estudios ordenados por Agustín Barrios Gómez, solamente el espacio de Ricardo Rocha, en Eco, y Muchas noticias, conservaron su credibilidad durante el cuestionado proceso electoral de 1988.

Entre 1977 y 1987 laboró en Organización Radio Centro.
Tuvo ahí diferentes desempeños: fue asesor / asistente de don Salvador Luna Ibarra, titular de noticieros; cubrió ausencias de relatores de noticias, fue supervisor de operaciones nocturnas y finalmente se le asignó una plaza de locutor en XEFAJ, Radio Consentida, estación que puso formalmente al aire en junio de 1981.

Cubrió también turnos fijos de locución en Radio Centro, Radio Variedades y Radio Sensación, tocándole despedir el concepto Radio AI, la primera estación especializada (en música tropical) del cuadrante capitalino.

Desde La Consentida, popular estación de música vernácula, experimentó la transformación de la radio mexicana. Esto lo consiguió con recursos sencillos pero inusuales y mediante series originales como De México… con amor, Canciones y opiniones, Nuestra casa común y Las Mañanitas.
Con estas series, estableció un vínculo informativo y musical desde la capital con las distintas regiones del país, alentó un ejercicio de opinión -vía telefónica- en torno a tópicos diversos, ofreció -en tono coloquial- noticias de la gran ciudad y produjo una muy completa revista cotidiana.
Entre otras secciones, la revista radiofónica incluía titulares y nota del día, motivación, estado del tiempo, deportes, crónica citadina, momento poético, notas insólitas y humor. Eventualmente, entrevistaba autores y comenzó a obsequiar libros a través de la radio.

Se le recuerda como animador de una serie de catarsis, La hora de los adoloridos, que se constituyó en todo un fenómeno de comunicación: se difundía de siete a ocho de la noche (horario triple A para televisión), llegando a arrebatar auditorio a las telenovelas.

El espacio -mitad en serio, mitad en broma- mereció que se analizara en la propia Facultad de Sicología de la UNAM y que se abordara lo mismo en prensa que en televisión.
En cuanto a la radio, prácticamente todas las estaciones intentaron algo similar. Incluso emisoras de corte juvenil, en inglés, se sumaron al boom de programas del corazón detonado por Los Adoloridos. En alguna medida también fue un antecedente de los talks shows.

Pero para Gutiérrez Niño no representó sino la oportunidad de flexibilizar al máximo posible la radio acartonada de la época: pudo ligar canciones, poner melodías fuera de perfil, entrevistar a personajes disímbolos y, sobre todo, usar el calendario como rector de la programación. Es decir, comenzó a improvisar producciones según cada fecha especial, lo que era absolutamente inusual.
Sus ideas renovadoras (y sus aportes, que por lo general llevaron por eje alguna expresión de periodismo radiofónico) estuvieron al aire al comienzo de los ochenta, cuando solamente la radio culta ofrecía contenidos… pero carecía de auditorio significativo.

No obstante, al comprobarse el disparo de rating registrado en los espacios de Gutiérrez Niño, su forma de hacer radio pronto fue seguida por señales de mayor presencia e influencia. Y el medio comenzó a cambiar… a fondo.

Como muchos opinan, un factor decisivo para la transformación de la radio (y, en consecuencia, de los demás medios) fueron -en efecto- los sismos de septiembre de 1985. Pero si el cambio fructificó fue porque la semilla estaba germinando con la anticipación necesaria.
Ante la contingencia del 85, por cierto, Gutiérrez Niño encabezó a sus compañeros para solicitar a la empresa la oportunidad de brindar servicio a través del micrófono. Se trataba de un razonamiento simple: cada quien aporta lo que tiene; el comunicador debe tender un puente de unión entre las instancias de ayuda y los necesitados.

Dado que el servicio se ofreció de noche y con todas las emisoras del grupo en cadena, el impacto fue contundente. Con aquella iniciativa de los trabajadores quedó demostrada la función social de la radio y su capacidad de enlace… Después, todo fue diferente para la industria en su conjunto.

Enseguida, de 1986 a 1987, los trabajadores de las entonces nueve estaciones del grupo eligieron a Gutiérrez Niño como su delegado sindical ante el Comité Nacional del STIRT y obviamente ante la empresa.

Entre un frontal combate a los favoritismos de los mandos medios, el comunicador se ganó la animadversión de éstos pero también consiguió un sueño largamente acariciado por sus colegas: los turnos corridos, de cuatro horas diarias.

Por otra parte, en un fugaz intento del SNTE por encargar su Dirección de Comunicación Social a periodistas con experiencia docente, su plaza de profesor fue comisionada para que asumiera la titularidad de esa dependencia del sindicato magisterial. Esto fue de 1987 a 1989.
Se asomó así, según sus propias palabras, a las entrañas del monstruo llamado sistema y observó -pasmado- no solamente cómo golpeaba el salinato al sindicalismo sino cómo se gestaban movilizaciones y distractores, y cómo se construían liderazgos a modo (caso petróleos) o se establecían alianzas siniestras.

Todo esto le conduciría a analizar con cierto detenimiento el manejo de medios y masas que evidentemente se orquestaba desde Los Pinos y le permitió aportar pistas para entender el comportamiento mediático y prever tendencias de gobierno.

De 1989 a 1993 colaboró para El Universal.

Creó para El Gráfico la columna Prisas y corajes, con pequeñas crónicas de lo cotidiano relevante. No obstante, ante la gravedad del salinato, trascendió su concepto original y se convirtió en una larga serie de artículos editoriales, divulgados por la agencia SUN y reproducidos en las principales plazas del país.

Pronto fue invitado a trasladar -a El Universal matutino- su columna especializada en radio, que seguía en El Nacional; cuando lo hizo fue bajo la denominación Del cuadrante al cuadratín. Con la penetración e influencia del rotativo, que vivía su mejor momento, el servicio a la radio fue invaluable.

Eventualmente escribió también para las secciones de cultura y Así piensa México, que analizaba la problemática nacional -región por región.

Entre 1991 y 1993 realizó tres exitosas series a través de Radio Red: Ultima hora, Algo diferente y Muy diferente, inscritas dentro del concepto radio total que él ha impulsado. Hizo, en suma, casi mil emisiones distintas, de las que toda la radio, en gran parte, se nutrió para consolidar su evolución.

Sus últimas colaboraciones para la prensa nacional fueron publicadas por Excélsior y Media Comunicación, de 1992 a 1994.

Desde el análisis de medios, hizo un puntual examen de la compleja realidad del país; contribuyó a revelar distractores y otras estrategias de manipulación. Alertó, incluso, de la amenaza del voto del miedo durante el proceso electoral del 94.

Tras rechazar diversas e importantes ofertas, todas vinculadas al sector gubernamental y con claro propósito de control, fue suprimida la sección de Excélsior en que colaboraba (Metropolitana, de Rodolfo Soriano) “por ajuste presupuestal”.

A partir de entonces, ningún medio le ha abierto sus puertas (páginas o micrófonos) para laborar en la ciudad de México.

Con el deseo expreso de retornar al terruño a veinte años de su partida, que se cumplirían en 1994, empieza a interactuar -con un año de anticipación- ante su comunidad de origen.
Esto daría pie a un nuevo ciclo de quehacer comunitario, que abarcó de 1993 a 2003.
Durante esa década: entrevistó a los mayores de su comunidad, integró una primera memoria local, creó nuevos conceptos de periodismo comunitario e interactuó de manera directa a favor de su pueblo y región.

Residía aún en el DF, en el verano de 1993, cuando inició la serie de entrevistas con los mayores de su población; la completaría en períodos vacacionales subsecuentes.
Al quedar cesante de los medios nacionales, en 1994, ensaya una memoria comunitaria libre: Hacia el poniente.Nostalgia por el pueblo que parte. La escribe con la idea de soltar la mano y rendir tributo a los pioneros de su pueblo.

Con el levantamiento neozapatista, le llega una invitación para retornar a Chiapas. Lo nombraban subdirector de Comunicación Social del Gobierno del Estado pero declina por motivos familiares.
Ese mismo año acude por su cuenta a encabezar un teletón de apoyo a la creación del campus universitario de la costa de Chiapas.

Al reencontrarse con los suyos, descubre una grave involución en su región. Promueve -en el verano del 95- mesas de análisis por radio pero padece la censura directa de la entidad paraestatal, que en alguna medida él había impulsado previamente.

Decide entonces, en 1995, hacer una publicación que no sólo cumpla como verdadero enlace comunitario, mediante un tiraje significativo, sino como promotor cultural y comercial; que detone el desarrollo integral de su región.

Nace así, el 6 de octubre, la revista Ocote, ¡huele bien… y prende!, que hasta mayo de 1997, cumplió una labor que hizo realidad su lema: detonó el cambio político y social, alentando la recuperación en distintos órdenes. Entre éstos, el muy decisivo de la comunicación.
Al comienzo de 1997 asume la dirección de la estación de radio paraestatal de su pueblo. Con la idea de recuperar valores locales y alentar aquellos universales, como la superación y el gusto por el arte y la cultura, crea el conceptoStéreo Costa, Música, palabra y brisa.

Aunque el formato original no contemplaba espacios para análisis y debate, la demanda colectiva lo condujo a fustigar la repetición de errores en la administración local. De paso, abrió los micrófonos a todos los componentes sociales.

Quedó atrapado entonces entre los intereses del ayuntamiento panista y los de un nuevo gobierno estatal interino emanado del PRI; el comité estatal de AN se retiró de una mesa de negociaciones para presionar su salida de la radio, que la administración en turno obsequió gustosa.
Para entonces, el cacicazgo cervecero regional, que se sabía afectado por la lucha de Gutiérrez Niño a favor de la renovación de valores en beneficio de la familia y la comunidad, había auspiciado ya una ofensiva en su contra (y a favor del ayuntamiento) en la misma prensa chatarra que antes había atacado al edil por razones puramente económicas.

El comunicador quedó silenciado así, definitivamente, en abril de 1998. Desde entonces no ha vuelto a ningún medio profesional o convencional.

Ante la precipitación de acontecimientos, en aquel año, un amplio sector del PRD municipal se pronunció a favor de que Gutiérrez Niño fuera postulado como candidato ciudadano a la alcaldía durante el proceso local que ya se vivía.

Pero la línea oficial lo impidió. En cambio, alentó una alianza de facto entre supuestos partido y organizaciones regionales en los que ejercía mayor control.

El periodista aceptó la candidatura con el único propósito de promover su plan de desarrollo, pero se encontró con una carencia absoluta de recursos para campaña y la cerrazón total de los medios.
Para colmo, una “oportuna” contingencia por lluvias e inundaciones permitió que los partidos oficiales (PRI-AN) tuvieran ocasión de repartir despensas entre la población damnificada. Gutiérrez Niño solamente pudo suspender cualquier intento de proselitismo para sumarse a instancias de apoyo.

En entrevistas posteriores a la contienda, el periodista se dolió: “aquél que impulsó los cambios en la radio a nivel nacional, y que antes y después los experimentó en su pueblo, no contó aquí con un minuto siquiera para exponer su idea para el desarrollo”.

Terminada la aventura, Gutiérrez Niño se trasladó temporalmente a la ciudad de México para atender a su hermano convaleciente de una operación oncológica.

Pronto se reincorporó, sin embargo, a sus tareas comunitarias: reincidió como editor de diversos conceptos, incluyendo el semanario Dimensión 4 que cumplió otra nueva pero fugaz etapa de profesionalismo informativo. Lamentablemente, la falta de recursos -y de publicidad- dieron al traste con los proyectos.

Decidido a ser periodista por todos los medios, entre propuestas y toda suerte de documentos, escribe un detallado testimonio: Heme aquí, acurrucado. Reclamo por una comunidad y comunicación dignas, donde sostiene -y demuestra con el caso Tonalá- esa imperiosa necesidad de que las ciudades medias cuenten con canales independientes, de radio y/o TV, que reflejen la realidad de cada región.

Simultáneamente, participa e interactúa con su comunidad de muy diversas maneras:
-Da un seguimiento diverso a su Programa de Paternidad Participativa, impulsado antes a través de la radiodifusora que tuvo a su cargo. Interviene en diferentes foros y seminarios; imparte incluso algunos talleres de escuela para padres, tanto en Chiapas como en Oaxaca.

-Durante el último trimestre de 1999 coordina un taller de redacción para corresponsales de la prensa estatal acreditados en Tonalá y jóvenes interesados en cursar carreras de comunicación.
-Realiza la serie El Siglo XX en 20 horas e interviene con alguna frecuencia en el programa Nuestra ciudad, de la radio comercial, fustigando las peores lacras sociales del lugar. Denuncia el rezago urbanístico y generalizado de su ciudad y la falta de programación de obra pública del gobierno estatal para su región.

-Expone, en 2001, en un foro regional convocado por el gobierno del estado, algunos ejes de su Plan Tonalá 20-20, en el que ha insistido desde 1994.

-Coordina la campaña Semilla por la educación, riego para nuestro campus, a favor de la UNACH.
-Preside la Sociedad de Padres de Familia de la Secundaria Serdán; instaura el régimen de presupuesto semestral y pretende calendarizar los apoyos materiales según el rendimiento escolar, pero lo impide la negligencia administrativa. Promueve la urbanización del entorno escolar para la zona sur de la ciudad.

-Apoya la gestión de su esposa como presidenta de los padres de la Primaria Vespertina 20 de Noviembre, cuya población es marginal. Logran la restitución del programa de meriendas y útiles gratuitos.

-Es electo titular de Defensa Ciudadana, la coordinadora de organizaciones civiles que inicia una amplia cruzada en contra de la inseguridad en sus diferentes manifestaciones.

Con todo, su mayor aportación a la comunidad se da a través de una conducta personal y familiar verdaderamente ejemplar: encamina a sus hijos para que desarrollen su propia labor social.
Estos, además de figurar en los primeros lugares de aprovechamiento, incluso al cursar dobles bachilleratos simultáneamente, realizaron invaluables servicios de manera directa, a través de los medios y desde organizaciones juveniles y estudiantiles. Hubo un momento en el que los cuatro mayores coincidieron, cada cual, en las respectivas presidencias de sus consejos estudiantiles.

En 2003, pese a no contar con ninguna fuente de ingresos, Gutiérrez Niño decide regresar en familia al Distrito Federal. Le anima el propósito de apoyar a sus vástagos en la continuación de estudios superiores, lo que finalmente consigue con la ayuda de amigos, familiares y de las propias instituciones.

Tras reiterados pero siempre fallidos intentos por reingresar a los medios, su situación hace crisis: enferma y es despojado de su modesta vivienda capitalina, que se encontraba en cartera vencida. (Tres años después, su crédito de Infonavit en Chiapas también sería rematado a un tercero, perdiendo lo aportado).

Pese a todo, persiste su afán por contribuir. De nuevo en el DF, entre 2003 y 2007:
-Escribe su texto Generación del Nuevo Hombre, donde enfatiza dos conceptos que previamente ha desarrollado: el Programa de Paternidad Participativa y la conveniencia de formar receptores críticos dentro de los consumidores de medios.

-Incursiona en el periodismo virtual: asesora a sus hijos en la realización de un portal de internet para enlace entre coterráneos y otro de promoción vecinal en el norte de la ciudad de México. Ellos, a su vez, le dan apoyo técnico en el diseño de un blog para egresados de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

-Ha brindado colaboración a las diferentes autoridades delegacionales en tareas cívicas, como en la promoción y conducción de campañas de matrimonios colectivos.
-Ha escrito toda suerte de cápsulas, decálogos, cartas, semblanzas, diagnósticos y propuestas, y ha elaborado varios proyectos de comunicación, implementados parcialmente en diferentes corporativos de medios, con lo que sigue aportando a la evolución de la comunicación en nuestro país.

Muchas veces con todo en contra y a un costo personal realmente elevado, Joaquín Gutiérrez Niño ha bregado -en estas cuatro décadas- por la transformación de medios y sociedad.
Un análisis comparativo simple de sus propuestas vertidas en columnas y el avance del medio demostraría fehacientemente su contribución al cambio desde su triple trichera de crítico, docente y realizador de radio…

Ahora resiste. Y persiste como padre participativo y receptor crítico. Pero, desde luego, espera un papel más activo.

Tan pronto cuente con recursos para emprender proyectos de comunicación alternativa (la nueva legislación de radio y televisión canceló su legítima aspiración de contar con una concesión), canalizará apoyos para estudiantes de alto rendimiento.

A eso espera dedicar el resto de sus días, ya que -en Chiapas, sobre todo- muchos talentos se pierden por no contar con posibilidades económicas para acceder a instituciones de calidad. Es la mayor lección que la vida le ha dado y confía hacer algo al respecto.

 

Paul Burty Haviland, Marius de Zayas en traje español, 1909, foto de Arturo López