La Papa, La Espinaca, El Laurel y la Zanahoria
Poema por Juan Cervera Sanchís
XXII
LA PAPA
La papa, sí, la papa, amiga mía,
mi amiga pues la papa, cual es ella
con su nutriente cáscara, que sella
un pacto alimentario de valía.
La papa y su indudable jerarquía,
que jerarca es la papa de honda huella,
pues mi amiga la papa es una estrella
que nuestra madre tierra nos envía.
Viendo el papal en flor me la imagino
glorificando el alma de la mesa
y haciendo gala de su poderío.
Que se lleva la papa con el vino,
que mi amiga la papa nos expresa
su tubérculo y magno señorío.
XXIII
LA ESPINACA
En la, espinaca encuentro una aliada
de la sangre y del músculo, pues ella,
la espinaca, jugosamente bella,
es, sin duda, por todos apreciada.
Pues la espinaca es calificada
por cuanto en ella de valor descuella:
hierro, calcio, potasio… Una epopeya
de vitales nutrientes, confirmada.
La espinaca y Popeye, el legendario
marinero aquel que se transformaba
en un hercúleo atleta cuando la ingería.
La espinaca te digo que, a diario,
con su jugo mis labios alegraba
y en mi boca y mis dientes sonreía.
XXIV
EL LAUREL
La magia del laurel en la cocina
y su aroma laurífero y profundo;
que el laurel con su magia es todo un mundo
en donde el verde gloria predomina.
El laurel verde vida que ilumina
con su verde vigor verde jocundo,
a la vez que verdísimo y fecundo
y bellamente verde y sin espina.
Que el laurel acaricia y enaltece,
pues verde gloría es él como es sabido,
que es ajena la espina a su verdad.
Que en el laurel el lauro reverdece
en verde siempre verde trascendido
y coronado en rama de bondad.
XXV
LA ZANAHORIA
Es única en verdad la zanahoria,
las glándulas lo saben, endocrinas,
urgidas de sus ricas vitaminas
y su acción saludable y meritoria.
Que es ciertamente ella promisoria
en nutritivos jugos, a las finas
hierbas, a la inglesa y, si la combinas,
con aceite y vinagre, sabe a gloria.
Umbelífera de raíz fusiforme,
la zanahoria, ¡ay!, tiene su encanto
cuando su pulpa cruje entre mis dientes.
Que es de un valor nutricional enorme
ella toda, por lo que yo la canto
en versos amorosos e inocentes…