Proyecto alternativo de nación (El porqué muchos mexicanos aman a Obrador y sus oponentes lo odian sin piedad)
Por Andrés Manuel López Obrador
1. Recuperar lo mejor de la historia
Tenemos que recuperar lo mejor de la historia de México. Allí está el temple de los mexicanos, el programa popular y los ejemplos de quienes han sido los mejores dirigentes y gobernantes. ¿Acaso no es sencillo y suficientemente claro el postulado de José María Morelos de que debe moderarse la indigencia y la opulencia y elevarse el salario del peón? ¿O su propuesta de que todo aquel que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche y lo defienda contra el arbitrario?
Del presidente Benito Juárez debemos rescatar no sólo su oposición al santanismo, al conservadurismo y a la monarquía. Juárez siempre postuló, y su conducta así lo verifica, que sin honestidad administrativa no es viable una república liberal y democrática. Del general Lázaro Cárdenas debemos emular su patriotismo y sobre todo su visión de estadista.
Hay que decir que, en la actualidad, de cada tres pesos de las finanzas públicas uno proviene del petróleo. Han pasado casi siete decenios de la expropiación y, en buena medida, el país se ha desarrollado por el dominio que ejerce la nación sobre el petróleo, en el que siempre estribará en mucho la posibilidad de nuestro desarrollo futuro.
No podemos dejar de lado el significado profundo de la Revolución Mexicana, las causas que la originaron, las hazañas del pueblo, la noble voluntad democrática de Madero, el arrojo de Villa, la lealtad de Zapata con los campesinos.
En nuestra historia reciente, hemos de recuperar la fuerza de los movimientos sociales, sindicales y estudiantiles, así como la lucha por la democracia, los derechos humanos y la justicia en favor de las comunidades indígenas.
Por eso, a diferencia de quienes gobiernan, guiados únicamente por modelos o recetas dictados desde afuera, nosotros debemos transformar la realidad del México contemporáneo recogiendo lo mejor de nuestra experiencia histórica, adaptándola a las circunstancias que prevalecen en el país y en el mundo.
2. El nuevo proyecto de nación
Un nuevo proyecto de nación debe proponer una alternativa capaz de aprovechar la globalización y no sólo padecerla; una esperanza de atender los fundamentos del pueblo, de la economía mundial, pero ejerciendo nuestra libertad para aportar los puntos de vista y la política que más convenga al interés nacional.
La propuesta es transitar por un camino propio, con un modelo de desarrollo que concilie el crecimiento con el bienestar; es importante sacar al país del estancamiento económico, pero el crecimiento debe acompañarse de una distribución equitativa de beneficios. No basta crecer, el desarrollo tiene que llegar a las mayorías. En esencia, queremos el progreso, pero con justicia, porque progreso sin justicia es retroceso. Queremos la modernidad, pero forjada desde abajo y para todos.
3. Potenciar el sector energético
Debemos utilizar, respetando al medio ambiente, los recursos energéticos “el petróleo, la energía eléctrica” para industrializar al país y crear empleos. Así como China finca su expansión económica en la mano de obra, laboriosa y barata, con un creciente mercado interno, nosotros debemos basar nuestro desarrollo futuro en fortalecer y potenciar el sector energético.
Durante mucho tiempo, la política energética ha sido manejada en forma irresponsable y con sorprendente falta de visión y de sentido común; lo único que ha importado es vender petróleo crudo al extranjero, haciendo a un lado su transformación, dejando en el abandono las plantas petroquímicas y las refinerías.
Todo esto nos ha llevado a una gravísima situación de dependencia, ya que estamos comprando en el exterior la cuarta parte del gas que necesitamos y 10 por ciento de la gasolina que consumimos. Por si fuera poco, esta paradoja: en México la gasolina, la electricidad y el gas cuestan más que en Estados Unidos.
Debe quedar en claro: en lo que corresponde a la política energética, no permitiremos la privatización de la industria eléctrica ni del petróleo, recursos que no son del Estado ni del gobierno, sino de la nación, de todos los mexicanos
4. Vías para reactivar la economía
Hay que reactivar de inmediato la economía para generar empleos y la forma más rápida de hacerlo es impulsando la industria de la construcción que, además, produce un efecto multiplicador: se reactiva la economía, se realizan las obras prioritarias que necesita el país y se generan muchos empleos.
También debemos regresar a la política de fomento, que ha sido prácticamente eliminada por el neoliberalismo. Es indispensable apoyar la industria y evitar que sigan emigrando las empresas maquiladoras; es importante fomentar el turismo, la pesca y fortalecer la economía popular.
5. Al rescate del campo
El proyecto nacional de crecimiento con equidad no sería viable sin rescatar del abandono al campo y a sus pobladores, además de que es preciso desechar la concepción tecnocrática, con la cual el campo no tiene futuro y sus pobladores deben aceptar resignadamente las condiciones impuestas por el mercado.
Algo así como la libertad del zorro en el gallinero; por el abandono al campo, millones de mexicanos se han visto obligados a dejar sus comunidades de origen. Durante los primeros tres años del actual gobierno federal, el flujo de migrantes mexicanos a Estados Unidos aumentó a un nivel histórico de 410 mil personas por año; en los últimos tiempos, México se ha convertido en el país que más mano de obra expulsa y esto no puede aceptarse.
Toda esta migración se da a pesar de que existen recursos naturales en abundancia, de un profundo amor por la tierra y una vocación productiva como en pocos países, pero quienes dirigen la política vigente no piensan ni miran hacia el campo.
Por el contrario, cada vez se escucha más en las esferas gubernamentales la conveniencia de aceptar que la gente se vaya a Estados Unidos. Llegan a plantear que el gobierno debe llevar a cabo un programa de capacitación para jardineros, enfermeros y especialistas en atender adultos mayores, porque, según los neoliberales, en Estados Unidos cada vez habrá más demanda de este tipo de trabajadores debido al envejecimiento de su población. Aceptar esa propuesta sería tanto como rendirnos o renunciar a nuestra capacidad de desarrollo soberano.
6. Pagar la deuda con los indígenas
Hay que pagar la deuda que la nación tiene con las comunidades indígenas, donde viven los mexicanos más pobres, más excluidos, más discriminados y más marginados del bienestar y de los beneficios del desarrollo. Tienen que cumplirse los acuerdos de San Andrés Larráinzar.
Es necesario eliminar los prejuicios que han prevalecido acerca de que reconocer el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas entraña un peligro para la soberanía y la unidad nacional. La autonomía de esos pueblos no implica segregación ni reservación o separatismo; es sencillamente respetar sus formas de organización en el marco del Estado.
7. Medidas en favor de la justicia social
El país no es viable si persiste la desigualdad social: sin justicia no hay garantía de seguridad ni de tranquilidad ni de paz social. Es preciso elevar a rango de ley, como se hizo en el Distrito Federal, el derecho a la pensión alimentaria para todos los adultos mayores. Deben darse becas a todos los discapacitados pobres. Hay que hacer efectivo el derecho constitucional de los mexicanos a la atención médica y a los medicamentos gratuitos. Hay que dejar a un lado la simulación y la hipocresía. Corresponde al Estado evitar la desigualdad social. No es posible seguir desplazando la justicia social de la agenda del gobierno. No se vale defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerar una carga la promoción del bienestar de las mayorías.
8. La reforma laboral que se necesita
Hace falta fortalecer el sistema de seguridad social respetando las relaciones que establece el contrato colectivo de trabajo, con criterios de equidad y en común acuerdo con los sindicatos y con los representantes empresariales.
La reforma que se necesita debe cumplir, cuando menos, con los siguientes criterios: el monto de la pensión debe garantizar un retiro digno y deben revisarse las pensiones de privilegio, empezando por eliminar las millonarias que cobran los ex presidentes de México.
Deben definirse formalmente las aportaciones de trabajadores, de empresarios y del propio gobierno y llegar a un acuerdo sobre la edad de jubilación sin afectar los derechos adquiridos. Es necesario aplicar en el IMSS y en el ISSSTE un programa de austeridad y de combate a la corrupción, sobre todo en lo relacionado con la compra de medicamentos y otros insumos médicos.
Es preciso analizar el funcionamiento y el costo de administración de las Afore, que actualmente se quedan con 20 por ciento de las aportaciones de los trabajadores. Debe evitarse la especulación financiera y garantizar, ante cualquier circunstancia, el futuro de los fondos de jubilación. Debe ser prioritario mejorar sustancialmente la calidad de los servicios médicos y el abasto de medicamentos, tanto en las clínicas del IMSS como en las del ISSSTE.
9. Las claves de la educación pública
El Estado debe cumplir con la responsabilidad de garantizar la educación pública, gratuita y de calidad en todos los niveles escolares. Los programas deben fomentar la identidad nacional, la conciencia ciudadana, el espíritu creador y el conocimiento de los avances tecnológicos.
Es preciso aclarar que no estamos contra la educación privada; estamos contra la descalificación y el abandono de la educación pública. El mercado puede atender a quienes tienen para pagar la escuela, pero el Estado está obligado a garantizar el derecho de todos a la educación. No queremos que se convierta en un privilegio.
10. Inversión en la cultura
La cultura de México ha sobrevivido a todas las desgracias de su historia. Es nuestra fuerza y es nuestra principal señal de identidad. Por todo esto, no puede ser concebida como una cuestión secundaria. Los recursos que se destinen a ella no constituyen un gasto, sino una inversión necesaria para el bienestar nacional.
La historia confirma que la aportación de los creadores, de los intelectuales y de los artistas ha impulsado el avance de las grandes causas nacionales, la participación colectiva y la democracia. Además, el arraigo de la cultura en la conciencia popular y en la vida cotidiana es un antídoto eficaz para enfrentar la descomposición social, la corrupción y la violencia.
11. No al autoritarismo
Hemos de acreditar que la gobernabilidad es posible sin autoritarismo y con apego a las garantías individuales y sociales. Como decía el presidente Juárez: nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho.
12. Los espacios del ejército
De acuerdo con la Constitución, las fuerzas armadas tienen como objetivo fundamental salvaguardar la seguridad del territorio y la preservación de la soberanía. Asimismo, es necesario que una institución con la experiencia y la disciplina del ejército siga participando en el combate al narcotráfico. Su prestigio se acrecienta también en tareas de auxilio a la población en casos de desastres naturales y de otras contingencias.
Sin embargo, el ejército no debe intervenir para resolver conflictos de origen social. Surgido de las luchas populares, el ejército no debe utilizarse para asumir funciones que competen al gobierno civil o para cubrir las incapacidades políticas de los gobernantes.
¡Nunca más una masacre ante demandas de bienestar, de libertad y de justicia!
13. El combate a la delincuencia
La inseguridad que padecemos afecta a todos los sectores; debemos tener en claro que, sin atender esta demanda, resultará ociosa cualquier nueva propuesta de nación. El combate a la delincuencia es mucho más que un asunto de policías y de ladrones; para nosotros, la más eficaz y probablemente la menos cara pasa por combatir el desempleo, la pobreza, la desintegración familiar, la pérdida de valores y la ausencia de alternativas.
Claro está que también enfrentar la delincuencia exige el combate a la corrupción, un trabajo coordinado en todos los niveles de gobierno, profesionalismo, reconocimiento a los buenos servidores públicos y mucha firmeza y perseverancia. Si hay voluntad, el combate al crimen organizado es más un problema de inteligencia que de fuerza.
14. Política exterior apegada a principios
La política exterior debe ser la extensión de la política interna. Dicho de otra manera, la mejor política exterior es la interior. Si las cosas funcionan en el país, si hay desarrollo y estabilidad política, con democracia seremos respetados y respetables en todas partes.
La experiencia histórica enseña que si nos encuentran débiles y divididos somos más vulnerables y siempre surgirá la tentación de absorbernos y de subordinarnos. Es conveniente optar por una política exterior mesurada, sin acudir a actitudes protagónicas.
El respeto al principio de no intervención también nos obliga a la prudencia, ya que la extravagancia no conduce a nada bueno. Es preferible la seriedad, el apego a principios y la moderación.
15. Relación de respeto con EU
La relación con el gobierno de Estados Unidos debe ser de mutuo respeto y de colaboración. El principal tema de la agenda es la migración. Es vital la cooperación entre ambos gobiernos para buscar soluciones de fondo y atender el fenómeno migratorio, afrontando los problemas del campo y propiciando el desarrollo económico y social en nuestro país.
Hay que evitar en todo momento y ante cualquier circunstancia la violación de los derechos humanos y laborales de mexicanos que, por necesidad, cruzan la frontera para trabajar en Estados Unidos. Un gobierno soberano no puede suscribir un tratado que permita que se disparen balas de goma contra su pueblo.
16. Política de austeridad a todo nivel
En todos los niveles debe aplicarse una política de austeridad que reduzca, en beneficio de la sociedad, el altísimo costo del gobierno. En ninguna circunstancia, pero menos en situaciones de estancamiento económico, de desempleo, de empobrecimiento, los servidores públicos pueden disponer del presupuesto para obtener altos salarios, prestaciones, beneficios y comodidades. Por el contrario, esos recursos deben canalizarse para la atención de las necesidades más apremiantes de la gente. La austeridad no sólo es un asunto administrativo, sino de principios; la austeridad significa mayor eficiencia, pero también justicia. No debe haber un gobierno rico con un pueblo pobre.
17. Lucha contra la corrupción
La honestidad es el otro gran eje de un cambio verdadero, en el que se funda la autoridad para exigir a los demás el cumplimiento de sus deberes. La honestidad permite hacer más con menos y despierta la colaboración y la confianza social.
La corrupción es lo que más ha dañado al país, ha dado al traste con todo, ha sido la causa principal de la desigualdad social y económica. El combate a la corrupción es un imperativo moral, pero también un instrumento para liberar y aprovechar una fuente abundante de recursos para el desarrollo.
18. Cancelar privilegios fiscales
Es fundamental cancelar los privilegios fiscales en beneficio de unos cuantos y combatir la evasión en el pago de impuestos. Nunca más deberán repetirse casos como el de la venta de Banamex al Citigroup.
Recordemos que mediante una maniobra al más alto nivel, la venta de Banamex, por 125 mil millones de pesos, quedó totalmente libre de impuestos; es decir, al erario dejaron de llegar alrededor de 30 mil millones
19. Transparentar el caso Fobaproa
Es indispensable crear una comisión de la verdad para transparentar todo lo relacionado con el Fobaproa. Conviene recordar que la deuda por el rescate bancario asciende a 800 mil millones de pesos.
Desde 1988 a la fecha, se han destinado más de 200 mil millones del presupuesto público tan sólo para pagar una parte de intereses. Todo ello limita la inversión en obras públicas, en vivienda, en educación y en salud. Por eso, en vez de insistir en una reforma fiscal para lograr IVA en alimentos y medicamentos, deben analizarse otras opciones.
Una de ellas es precisamente alcanzar un acuerdo con los banqueros para reducir el costo financiero de la deuda del Fobaproa; una renegociación de este tipo no es un acto ajeno a la historia de México, se ha hecho en otras épocas y en otros países a fin de asegurar la viabilidad de las finanzas públicas.
20. Un nuevo pacto social
Mucho ayuda tener un proyecto claro de nación, pero es indispensable alcanzar los acuerdos fundamentales que permitan llevarlo a la práctica. De ahí la necesidad de convencer y persuadir a los sectores de buena voluntad para emprender juntos los cambios que demanda el país.
Ya sabemos que se puede contar con la gente, pero eso, aunque es esencial, no lo es todo; hace falta también tomar en cuenta a los representantes de los sectores sociales, civiles, religiosos y políticos. Dicho de otro modo, se puede transformar la realidad con el empuje sólo de la sociedad, pero se avanzaría más si se pacta ese compromiso con los diversos actores de la vida pública.
El nuevo pacto social, además de buscar el crecimiento económico con bienestar, debe proponer como objetivo desterrar el influyentismo, la corrupción y la impunidad; de lo contrario, México no saldrá adelante, por lo que hay que definir reglas claras de convivencia.
Por ejemplo, todo aquel que quiera invertir en actividades económicas y genere empleos habrá de contar con el apoyo y la protección del gobierno. No son adversarios quienes con esfuerzo y trabajo, y de conformidad con la ley, crean riquezas y generan empleos, sino aquellos que amasan grandes fortunas de la noche a la mañana en la ilegalidad o a la sombra del presupuesto público.
Estamos en favor de una iniciativa privada con cultura productiva, con responsabilidad cívica y dimensión social. Creemos en los empresarios que trabajan y apuestan por México. En suma, es necesario convocar a un pacto que permita construir soluciones a los grandes problemas nacionales. Creo que con la participación activa de la gente y de representantes de todos los sectores “económico, social y político” podemos pasar de la alternancia a la transformación profunda que necesita nuestro país, que necesita México, que necesita nuestra patria.
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Amigas y amigos, este es el esquema general que les propongo. Desde luego, no pretendo poseer el monopolio de la verdad, así que llamemos a todos los que tengan algo que aportar para definir conjuntamente, lo más pronto posible, el proyecto alternativo de nación.
Insisto en que es importante evitar el desafuero porque es un agravio a la libertad y a la democracia, pero, ante cualquier circunstancia, lo imprescindible es contar con un proyecto alternativo de nación, que aglutine a los más amplios sectores de la sociedad para lograr un cambio verdadero.
Amigas y amigos, les agradezco de todo corazón su apoyo sincero y fraterno, me gustaría saludarlos de mano uno a uno, agradezco el respaldo de mi partido, de sus dirigentes, de sus gobernantes, agradezco el apoyo de todos ustedes. Les ofrezco a cambio mi compromiso de no claudicar: ni nos vamos a dejar ni nos vamos a rajar.
No sé qué me depare el destino, pero, en cualquier circunstancia, voy a seguir luchando. Tengo ideales y principios que es lo que estimo más importante en mi vida, pero esto no significa, que se entienda bien, intransigencia. La política es el equilibrio entre la negociación y la dignidad, entre la eficacia y los principios.
Por eso, debemos estar abiertos al diálogo y al acuerdo: sumar, convencer, persuadir a hombres y mujeres de buena voluntad para, juntos, transformar el país, lograr una sociedad más justa, más libre, más democrática, más digna para todos; un México donde pueda darse oportunidad a todos, que no siga creciendo la desigualdad social, donde unos lo tienen todo y la mayoría carece de lo indispensable.
Tenemos que buscar esos acuerdos. Abrirlos no sólo es un asunto de militantes de PRD, es un asunto de la mayoría del pueblo de México. Tenemos que hacer alianzas y buscar la unidad con todos, pero también hay que tener muy en claro: pactar no significa que vayamos a mantener el antiguo régimen y la misma política tradicional, ésa donde todos los intereses cuentan menos el interés del pueblo.
No tiene caso pactar para eso, no tiene caso llegar a un acuerdo para no avanzar en la transformación del país.
Nadie, nadie está pensando en pactar para transar. Estamos pensando en que vamos a pactar para transformar. Vamos a seguir adelante, compañeras y compañeros, no van a poder con nosotros, porque tenemos la razón, nos asiste la justicia y el derecho. Vamos a estar atentos y estoy seguro de que los dirigentes de mi partido van a dar con mucha claridad los lineamientos para la defensa, para que no se cometa una injusticia.
Vamos también pensando hacia adelante, en la construcción de soluciones, en tener un proyecto para invitar a todos los mexicanos y lograr un cambio verdadero, porque lo que hubo fue gatopardismo: aparentemente las cosas cambiaron para seguir igual.
Es realmente lamentable que quienes llegaron enarbolando la bandera del cambio estén ahora aliados a lo peor que hay en este país en términos de actividad política y de intereses económicos.
Da hasta vergüenza que estén haciendo lo mismo que se hacía antes en este país y que nadie está aceptando. Quiero terminar diciéndoles que nadie, y que se escuche bien y que se escuche lejos, nadie va a quitarnos el derecho a la esperanza. México y su pueblo merecen un mejor destino.
Muchas gracias amigas y amigos.
Discurso pronunciado en el zócalo capitalino, el domingo 29 de agosto de 2004