Núm. 25 – Fallece José de Molina, Museo de la Erótica y entrevista con Ruy Sánchez, publicación de Noviembre, 1998, MUSEO DE LA ERÓTICA EN BARCELONA, por Eva Peña

 

El Museo de la Erótica en Barcelona

Artículo por Eva Peña

En el mismo corazón de Barcelona hemos visitado el único Museo de la Erótica de los países de habla hispana, que se inauguró hace poco más de un año con el fin de aportar a la ciudad un centro de información didáctico y lúdico, alrededor de un clásico omnipresente en la cultura y la historia de la humanidad: EL EROTISMO.

El museo se concibió como un medio para proporcionar al público general un ámbito en el que descubrir una faceta de la vida del hombre que tradicionalmente se ha reprimido, o en el peor de los casos se ha ignorado.

Es el primer museo de arte y cultura erótica donde los visitantes pueden divertirse (nos enseñan a masturbarnos, por ejemplo) y contemplar el desarrollo de la erótica a través de diversas facetas artísticas y culturales del ser humano: antropología, arqueología, literatura, artes plásticas, historiografía, antigüedades.

El fondo museístico consta de mas de 800 piezas, que forman parte del acervo de diversas culturas en su expresión erótica desde el punto de vista ritual y religioso por un lado, y de carácter lúdico, por otro.

VISITA

El recorrido se inicia con la erótica visual del siglo XX. Desde calendarios de principios de siglo que nos presentan a modelos en poses sugerentes,hasta los famosos “pin-ups” que proliferan en los años 50 (originales de Marilyn desnuda), pasando por varias curiosidades como una revista catalana dedicada al “desnudismo” a mediados de siglo.

Pasamos a una serie de imágenes que recrean lo mejor de la historia del Teatro de El Molino (análogo al Moulin Rouge parisino), en el Paralelo barcelonés, y de sus más famosas vedettes, como la histórica Bella Dorita (1918).

En la siguiente fase los grabados franceses y alemanes del S XVIII, que nos muestran elementos ilustrados de gran atrevimiento para la época, como los pecados capitales o el desenfreno del salvaje erotismo bávaro, con escenas intensas y dominadas por el sexo masculino.

Encontramos muy diversas formulaciones del arte erótico en la colección de acuarelas de Fendi (1910), que se ubica entre las obsesiones maniáticasque observamos en las ilustraciones de Choisy LeConin, la sublimación de colorido de Van Amaele, y los sueños eróticos y acciones orgiásticas de Pierre Louis.

De finales del S XVII son los dibujos en blanco y negro (de Van Amaele) de “The Satyrical”, que ilustran poesías eróticas de Verlaine.

Por último, la obra decadente por su obsesión voyerista del Marqués Von Bayros, censurado hasta por sus homólogos.

Todos ellos son cuadros representativos del arte erótico de principios de siglo en Europa, si bien en la época su exposición desprestigiaba la calidad del artista, por lo que los pintores se cuidaban mucho de que no salieran a la luz. Son obras explícitas y básicamente lúdicas (acrobacias, orgías, tríos, etc.).

En la siguiente sección se muestran los primeros desnudos masculinos de la TV española y se presenta el erotismo en la publicidad en nuestro país, con espacio dedicado a la figura del censor franquista.

A partir de 1976, con el advenimiento de la democracia, el español empezó a descubrir esa faceta del hombre que se encuentra por debajo de la cintura y llegó el famoso “destape”.

Llegamos a un sector claramente lúdico.

Se nos presentan los efectos de los afrodisíacos, y nos proponen varias ideas para ejercer la masturbación con resultados más satisfactorios.

Quiero mencionar aquí el “flan chino” (doy la pista de que se utiliza un preservativo y unos granos de arroz), el “reventón” (con una bolsa de plástico que se llena de agua caliente: este me parece especialmente genial), la “morcilla erótica” (que trata de reproducir la cópula, pero del que no doy pistas) o el “Dios mío que no me pille nadie”
(en el que se consigue que la eyaculación dure más de “10” minutos), se trata de formas creativas que nos inspiran para llegar al apartado del simbolismo fálico, representación del poder y la energía sexuales y símbolo del dios de la fertilidad en miles de culturas.

Por cierto, según nos dicen los expertos, el pene europeo no erecto mide entre 9 y 11 cm., el asiático entre 8 y 9 cm. y el africano entre 12 y 16 cm. (habrá que comprobar)

En el intercambio de fluidos (Ying-Yang) el pene representa el primer canal de energía sexual. En el sintoísmo el falo da la protección frente a las energías negativas que manan del subsuelo, en África es símbolo del patriarcado, en Mesoamérica encontramos culturas fálicas, como los Chimú, Huastecas o Nayarit, en las que se considera atributo de
origen divino.

Se salta al arte contemporáneo, con un homenaje a los desnudos masculinos de Robert Mappelthorpe y los cuadros del catalán salvador Dalí “El gran masturbador” y “Somni provocat pel vol d`una abella al voltant d´una magrana”, y su libro “Alegoría del arte erótico” (1954).

En el apartado más tenebroso, tenemos los cinturones de castidad, que se empleaban como castigo para adiestramiento de los jóvenes neófitos, de modo que la mujer se consideraba y se trataba como propiedad exclusiva del hombre (S XV), junto con el sadomasoquismo, en el que se nos presenta la figura de un sujeto que infringe sufrimiento a su víctima voluntaria
(una dama) que goza al padecerlos, mientras un tercero los mira a través de una mirilla en la pared el sufrimiento en este caso es el medio de la comunicación sexual.

Se cierra la sección con la “silla del placer”, artilugio de hierro (de Yves Fédou) con un pene mecanizado que sube y baja rítmicamente. Según nos dicen es un homenaje al subconsciente erótico y a la interactividad.

Una sección muy interesante es la de los cómics, ya que cuando llegó la democracia fueron el vehículo que reflejó el estallido de las libertades de la juventud española. Capítulo aparte merece el “Víbora”, el cómic erótico más importante y conocido, con el personaje estrella Anarcoma (detective travestí), creación del popular Nazario, gurú del cómic underground de la transición.

En la última fase, la dedicada a las civilizaciones antiguas, tenemos la única muestra de arte erótico prehistórico con las reproducciones de las venus del Paleolítico Superior, mujeres gruesas, equiparables a las diosas madres neolíticas.

En cuanto a las civilizaciones antiguas se verifica que el papel erótico de la mujer ha sido siempre muy reducido, exceptuando Babilonia donde las mujeres debían ir al menos una vez al Templo de Mylitta (diosa del amor) y copular allí con un desconocido, aunque los hombres eran los que escogían echando a la mujer elegida una moneda de plata.

En la Antigua Grecia los hombres tienen amantes y concubinas para el placer, y esposas para engendrar hijos.

En Roma destaca la importancia del erotismo en el arte, aunque el comportamiento social es represor.

En Egipto el hombre también tiene concubinas, aunque la mujer goza del privilegio de poder divorciarse, de modo que puede desempeñar un papel más dominante en el sexo.

En el ámbito de las expresiones críticas, en el taoísmo la mujer es la pasiva (Ying) y el hombre el activo (Yang), y el orgasmo proporciona el equilibrio, mientras que el sintoísmo rinde culto al falo.

Como representaciones orientales, tenemos miniaturas chinas y japonesas, en papel de arroz, bambú, etc.

Un importante apartado se dedica a la India.

En primer lugar, reproducciones de Kama, deidad hindú del amor erótico, equivalente al `eros` griego, que aparece en el RIGUEDA, expresión abstracta que simboliza el deseo del cual surge el mundo, y en los PURANA, expresiones concretas asociadas a REVA (RATI), la diosa del placer y la voluptuosidad.

Tenemos el Kama Shastra, tratado de amor hindú publicado en Londres en 1873, y el Kama Sutra, manual de erotología, de Mallanga Vatsyayana (500 d. C.), publicado en Occidente en 1880.

Se nos muestra la leyenda tántrica de Shiva, en láminas y esculturas, y diversas prácticas sexuales y juegos eróticos orientales, arábigos, nepalíes, tibetanos, chinos y japoneses, culturas mayoritariamente poligámicas, en contraposición a la monogamia predominante en Occidente.

En las ilustraciones del Kama Sutra (procedentes del Rajastán) se representa el sentimiento erótico tántrico mostrando las 4 clases de amor: habitual, imaginario, natural y sensual.

Por último tenemos los interesantísimos dibujos explícitos con las poses asignadas a la mujer y el hombre en el Kama.

A la mujer le corresponde ejecutar: las tenazas, la peonza y el columpio.

Al hombre: el avance, la fricción, la penetración, el frotamiento, la opresión, el golpe, el golpe del verraco, el golpe del toro y el juego del gorrión.

Y así llegamos al final de un recorrido lleno de objetos curiosos y de miles de referentes eróticos, que aunque a veces sin que seamos conscientes de ello, están siempre pululando por nuestras vidas.

DIVAGACIONES SOBRE LA SEXUALIDAD

En términos generales, el comportamiento sexual y erótico en las distintas civilizaciones se ha visto determinado por las creencias religiosas o morales predominantes, si bien cada época define ideológicamente qué es moral en la sexualidad y qué controvierte o altera esa moralidad.

La sexualidad ha sido tabú prácticamente para todas las grandes ideologías en la historia de Occidente, desde la influyente moral judeo-cristiana hasta el marxismo. Ambas lo han considerado como un elemento a reprimir (represión de los sentidos), pues inducía al hombre a liberarse de lo “tradicional” y “sagrado”.

1. Antecedentes [del desenfreno a la voluptuosidad y la hipocresía]:

Durante el Renacimiento, el primer período de culto a la libertad individual y comercial y de la apertura a todos los saberes, el amor sexual llegó a ser abiertamente volcánico: el hombre deseaba fecundar y la mujer ser fecundada. La hiperactividad sexual era considerada como normal y base de las relaciones entre hombres y mujeres.

Boccaccio y Rabelais instaban a “sentarse a la mesa del amor” permanentemente.

El ideal de belleza física, tanto masculino como femenino, debía contribuir a ello: en la mujer los pechos grandes y rebosantes (por los cuales Rembrandt y Rubens muestran fascinación), las caderas anchas, la cintura rellena y los muslos vigorosos; en el hombre el pecho ancho, la presencia hercúlea, los hombros grandes y los genitales sobresalientes. Los atributos tenían como objeto quedar bien provisto para las faenas del amor. La intención del vestuario, entonces, no era ocultar, sino mostrar.

En esa época estaba bien visto que el novio delante de todos presionara el corsé de su novia y besara y chupara los senos, como si lo hiciera en las mejillas.

En cambio, durante el S XVIII, en la ideología sexual triunfa la voluptuosidad, una idea del amor y del placer por la sugerencia, esto es, el amor galante. Si el Renacimiento cantó el placer loco de los sentidos, la época galante buscará resaltar el placer sensual refinado. El ideal físico del hombre ya no es Hércules, sino Adonis: “Nunca como antes los hombres se habían parecido tanto a las mujeres”. En las mujeres ya no es llamativa la robustez, sino la delgadez y la palidez intensa.

Aparecen las medias, las enaguas, el liguero y las botas hasta la rodilla, que funcionan como afrodisiacos visuales. El pecho se oculta hasta la mitad y se airea con el abanico que simula una mano masculina. Toma fuerza en la moda femenina el miriñaque que agranda las caderas y convierte la tarea del desnudo en una verdadera odisea. Es como si ya se entreviera la sensualidad enfermiza del marqués de Sade.

La nobleza impulsa dos corrientes eróticas: el libertinaje cínico, corruptor e inteligente -representado por Casanova y Valmont- y el escepticismo sentimental romántico de Werther.

Tras la Revolución Francesa, con el predominio del ideario burgués se proclama la idealización del amor, liberado de los apetitos vulgares que se agotaban en el placer sensual. Debía amarse el espíritu y el alma, no el cuerpo.

El erotismo es enunciado en los bailes, pero nunca deberá terminar en orgía, como en el período renacentista. Desaparecen los baños públicos, famosos lugares de retozo durante los siglos XV y XVI. Los sustitutos en la época burguesa son la taberna, el hipódromo, el cóctel, la fiesta juvenil.

La esposa deberá adquirir matices de puta, para evitar que el marido acuda al burdel, y mantener el lecho conyugal ardiente para evitar la caída del matrimonio.

Esa época es un período de hipocresías, en la que casi todo se vende y se compra, lo importante es mostrarse, ser conocido y anunciarse.

2. Moralismo:

El moralismo frente a la sexualidad siempre ha sido conservador y autodefensivo, y en sus raíces se hallan las huellas de los prejuicios ideológicos y los miedos ancestrales que despierta el sexo, lo desconocido, lo diferente.

De ahí surge la intolerancia frente a los temas sexuales, el desprecio por el sexo homosexual, la censura a la educación sexual libre, el ataque a la poligamia, la “represión” sobre la libertad sexual de la mujer, hechos que están en la base moral de las grandes ideologías que han dominado nuestra civilización.