DEL PAIS Y DE LA PATRIA
Poesía por José Tlatelpas
Hoy no sé cuál pueda ser tu auténtico destino, Patria,
pero quiero navegar contigo entre tus llamas.
Patria inmensa, almacén de estrellas y alboradas.
Yo no sé cómo llegar hasta tus faldas, perdido y encontrado
en las preguntas de tu historia.
Yo quisiera, Patria, buscar la palabra Matria,
Matria López, Matria Yáñez, Matria Chávez,
cualquier Matria que te llames
y quisiera decirte, (compañera) te deseo.
Quisiera tomarte por los hombros, buscar tus gruesos labios
de repente, quedarme fulminado por un rayo de tu luz.
Quisiera, Matria, cargarte entre mis brazos
y subir las escaleras, desde el pavimento hasta el mañana.
escalar tus piernas, Matria, y gozarte liberada de tus llantos.
Matria, yo quisiera que del vientre, bendito, de todas tus mujeres
borboteara tu galaxia y su perfume
que no se atrincheraran en el viento, que la vida no las hiera.
Yo quisiera verlas, Matria, con un vientre cargado de flores y alboradas
y entregarse en un frutal orgasmo a su tiempo y nuestro pueblo.
Yo te quisiera con tus hijos todos, flotando como un zurco de luceros
y que todo fuese un orgasmo de luz, nítido camino en su pureza.
Por ello a medianoche, Matria, esperando tu amor entre mis piedras
te hablo al oído con el potente micrófono que reside en las entrañas
y te prometo amor y te prometo vida
y te prometo mover las cortinas
y sus gélidos terrarios.
Para que puedas abrir tus piernas y en colosal
golpe de lava o de granito hirviente y cariñoso
dar luz a tu nuevo rostro donde presida tu dulzura.
Yo no sé si tus piernas abiertas expulsen el pasado, ollas huecas de barro, amores,
o si acaso, se abra la flor del tiempo nuevo.
Matria, amada, obrera de piernas voluptuosas y que avanzan
no detengas la ruta de tus ojos que taladran
y sin piedad, con nuestros brazos, fulmina al dolor
usa nuestros labios, nuestros ojos y jamás permitas
jamás, que se te canse el corazón.
PAIS
Y tú, País de las montañas de ojos negros
y árboles y todo.
Sombra poderosa entre el fuego y los frutales
anda, no detengas el paso ante los golpes de la muerte,
no camines sólo, camina con la Matria.
Oh país inmenso, americano, continente y lluvia.
Poseedor de las tierras, arador del campo,
país que ha tomado posesión del núcleo de la tierra
asume sin falta tu arado entre los tiempos.
Ya lo dije y lo repito: país, no te detengas.
Porque si no respiras nos acabamos todos.
Hoy que estás cambiando toma el aire que llena los espacios
inflando el vientre de la Matria.
Llena tus ojos de cometas, saca lumbre de tus puños,
levanta todas las cañas de maíz que enraizan tus fronteras.
– Y esto lo escribimos todos y cada quién con sus papeles.
Pero este pueblo no soporta más laberínticas heladas
y esta Matria ya no quiere sangre inútil
ni represión ni muerte;
esta Matria necesita DEMOCRACIA, País, como si fuera tu hija
y como tu madre te exige que te formes hombre,
País, y que alivies el futuro de tus hijos.
HIJOS DEL AMOR
Y me voy de un extremo a otro, donde sale tu horizonte
y mis manos y mis ojos sangran.
¿Alcanzaremos a ver tu día…?
¿Quiénes amarán la Matria cuando,
cuando la cortina se haya levantado…?
Yo no sé si se gesta una mañana o una helada temeraria.
Pero anda, dame un beso nacional para mantener la fuerza
para que conserve el calor del corazón, tan frágil.
No quiero perder el pulso, Amada,
no quiero que nos tiemblen las manos
a la hora de la historia.
Que no se dé un paso atrás, por respeto a los primeros,
ternura con su calcio y con sus huesos, panorama de cemento.
Por los otros, los Nombrados, por los que vienen después
que nosotros, Amada, tómanos del brazo,
no nos dejes dar marcha atrás.
Tómate de esta mano lastimada, Hermosa,
no te arredres ante escarlatas de la suerte.
El mundo es así, no lo estamos inventando ahorita.
Y esto es cierto, te prometo: Nos aguarda la alborada.
Danos tu calor, Amada, a ver si con tu amor
se endulza la mañana…