LA EXPROPIACION PETROLERA EN MEXICO
Por Amalia Solórzano de Cárdenas
Qué puedo decir de la magnitud de la emoción con la expropiación petrolera. Se ha escrito y hablado tanto, hay tantos testimonios de personas que se involucraron en este acto nacional. el general me dijo: “Chula, creo se debe invitar a la mujer a una participación directa y motivarla en este momento en que es urgente la presencia de todos los mexicanos. Hay que hacer labor en las escuelas, en las familias, en fin, en un llamado nacional”. Así fue como se convocó a una colecta para pagar la deuda de la expropiación. Era una ayuda más bien simbólica pero ¡cómo fue de hermosa la respuesta!
De inmediato empezamos a tener pláticas y planes previos para llegar a decidir que la colecta se llevaría a cabo en Bellas Artes. Se hicieron gafetes con nuestra enseña nacional, que orgullosas los portábamos todas.
Se invitó a las esposas de todos los funcionarios del gobierno, así como a sindicatos, asociaciones femeninas, amistades, de todo. Todo el mundo se a presuró a acondicionar el lugar y a formar grupos para que en turnos, estuviéramos a toda hora recibiendo a las personas que se presentaran. No ha habido una respuesta más bonita que esa. Llegaron con animales, gallinas y borregos, dinero, alhajas, anillos de matrimonio, medallas del bautizo, objetos distintos, miniaturas, de todo. La presencia de la gente fue única. Era muy emocionante, la gente estaba muy motivada, queriendo ayudar no nada más con aquello que estaba llevando, sino que quisieran haber hecho no sé qué para colaborar más. Los niños entregaron sus alcancías. He visto constancias del Banco de México, de niños que al llevar su aportación se les dio un recibo. Cuauhtémoc y sus amigos fueron a entregar los puerquitos que tenían de alcancías.
Fueron días de mucha actividad y grandes satisfacciones. La generosidad y calidad de la gente expresadas en todas las formas, que así respondieron a este acto que marcó para siempre nuestra soberanía económica.
La noche del 18 de marzo, entre las once y doce de la noche, me pidió el General que despertara a Cuauhtémoc y lo bajara a su despacho para tomar una fotografía. Aún medio dormido y recargado sobre el mueble, aparece con su papá, conmigo y algunos de los taquígrafos y ayudantes.
Pienso que al General le dolería cualquier reforma por pequeña que ésta sea, que desvíe el noble fin con que decidió la expropiación petrolera. En esta ardua tarea puso su gran talento y el anca general del pueblo.
A los veinticinco años de la expropiación petrolera, los amigos del General quisieron hacerle un obsequio, que consistía en un coche y una camioneta. Al enterarse, le dijo a Pedro Ledezma, que fue quien encabezó la idea: “regálenme algo que yo pueda llevar a la gente”. se pensó primero en material de construcción, en ayuda a alguna escuela, hacer algún kínder, en fin, hay tanto que se puede llevar. Pero por esos días, con la ayuda de mis cuñados, se había instalado el primer costurero en Jiquilpan y de ahí nació la decisión de regalarle máquinas de coser. Lo que se había recaudado para los coches terminó en 350 máquinas de coser.
Éstas fueron regaladas en escuelas y sobre todo fueron instaladas para que las personas de escasos recursos, con deseos de aprender a coser, tuvieran la oportunidad. Ya que terminaban las clases en las escuelas, por las tardes, podían las madres ir a tomar clase de corte y así tenían la facilidad de confeccionar su ropa. Algunas quedaron por Jiquilpan, otras fueron a distintos lugares y las últimas se entregaron en la Mixteca.
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Del Libro “Era Otra Cosa la Vida”, Amalia Solórzano de Cárdenas, quien. Nos obsequió un ejemplar. Fue editado en 1994 por Editorial Patria, Colección Nueva Imagen.