GEOMETRÍA LUMINOSA: LA POESÍA HISPANOFILIPINA
Artículo por Edmundo Farolan
Perpetuamente quijotesca y romántica, la poesía hispanofilipina es una entidad diferente y rara, si no extraña, una geometría luminosa del mundo hispanohablante. Es la única clase de poesía escrita en un país donde no todos hablan el idioma. Esta rara situación cultural se debe a la llegada de los norteamericanos al comienzo del siglo actual, resultando en una era de la norteamericanización intensiva de las masas, algo que los españoles en Filipinas durante su permanencia de cuatro siglos no pudieron hacer, particularmente en el campo linguístico.
La literatura hispanofilipina, en su género poético, comenzó en el s. XVII con Fernando Bagongbanta y Tomás Pinpín quienes escribieron ladinos, versos en tagalo y en español sobre temas religiosos. Tuvimos también autores anónimos que escribieron canciones en tonos vulgares o poesías de arte menor, recordándonos los juglares españoles de la era medieval. En el s. XVIII, aparece Luis Rodríguez Varela, el primer filipino que escribió composiciones patrióticas. Tiene una colección de versos, Parnaso Filipino, pero se han conservado ejemplares de aquella única edición.
No fue sino hasta el siglo XIX cuando aparecen literatos de gran impoortancia. Dos de ellos fueron José Rizal y Pedro Paterno quienes se ensayaron en casi todos los géneros literarios, en particular, la poesía y la novela. Amos son sorprendentemente modernos en su sensibillidad. Muestran nuevas facetas de sus personalidades literarias, rarae avae en su tiempo. Dos poetas formidables en una edad de prosa.
Al comenzar el s. XX, se inicia aquel período de la literatura filipina en castellano que podríamos considerar la Edad de Oro, el zenit de la poesía hispanofilipina. Aparecen durante este período Cecilio Apóstol, Jesus Balmori, Manuel Bernabé, Fernando María Guerrero, Isidro Marfori, y Claro Mayo Recto. A pesar de la presencia norteamericana en Filipinas, estos vates siguieron escribiendo en castellano.
Fernando María Guerrero y Cecilio Apóstol son sin duda de persuasión romántica. Guerrero publicó sus poemas en 1914 bajo el título Crisálidas. Los de Apóstol no aparecieron hasta 1941 al publicarse su colección póstuma titulada Pentélicas. Es interesante notar que ambos libros fueron publicados después de Bajo los Cocoteros de Claro Mayo Recto en 1911 cuando éste tenía solamente 21 años. Dicho libro lleva prólogo de Fernando María Guerrero, elogio de Cecilio Apóstol, y epílogo de un gran ensayista de este período, Teodoro M. Kalaw.
Fue un hecho que los escritores de ultramar no seguían las corrientes literarias de España. Cuando se publicaron los versos románticos de Crisálidas en 1914, Juan Ramón Jiménez ya había escrito Platero y Yo, transición entre el modernismo y la poesía desnuda. Asímismo, cuando apareció Bajo los Cocoteros en 1911, Pastoriles ya había sido publicada en Madrid. Y en 1941, cuando salió Pentélicas de Guerrero, el ultraísmo, cuyo propugnador fue Gerardo Diego con su publicación de Alondra de Verdad, ya llegaba a su cima en Madrid.
La poesía hispanoamricana tuvo también sus influencias en la poesía filipino-hispana. El rubendarismo estuvo en boga en Filipinas durante la ocupación norteamericana, y un gran número de intelectuales se familiarizaba con Prosas Profanas y Cantos de Vida y esperanza. La influencia del colombiano Vargas Vila con sus novelas románticas como Flor del Fango dejó huellas en los versos lírico de Isidro Marfori. De igual modo, el poeta mexicano Amado Nervo influyó en la poesía de Jesús Balmorí. Este escribió Gratia Plena, poesía que lleva el mismo título que la de Nervo, pero la intencióon de Balmori era superar, y no imitar al poeta mexicano.
Las poesías de Balmori se hallan en dos tomos: Rimas Malayas y Mi casa de Nipa. Este útimo ganó el primer premio en el concurso literario patrocinado por la Mancomunidad Filipina en 1940. Manuel Bernabé, rival de Balmori en justas poéticas y honores literarios, es otro poeta que ejerció un dominio sublime de la lengua como lo demuestra en La muerte de Don Quijote.
Desafortunadamente, la generación posterior a Bernabé era más bien una generación sin lazos con el hispanismo. En vez de continuar la tradición filipino-hispana, los poetas después de la segunda guerra mundial, con el dominio educativo de los norteamericanos, empezaron a escribir en inglés. El poeta y crítico Cirilo Bautista, con mucha razón dijo: Cuando los norteamericanos introdujeron oficialmente el idioma inglés, obstaculizaron mucho la propagación de lo que podría haber sido una gran literatura filipina en español.
Pero hubo excepciones, como siempre hay excepciones en cualquier regla. Un grupo de poetas persistía en escribir en castellano a pesar del dominio norteamericano. Fueron: Lorenzo Pérez Tuells, Guillermo Gómez Wyndham y Adelina Guerrea Monasterio quienes prefirieron vivir expatriados en España; Evangelina Guerrero Zacarías, Felipe Gómez Wyndham, Emeterio Barcelón y Barcelo Soriano, Enrique Fernández Lumba, Enrique Centenera, Fernando de la Concepción, Esperanza Lázaro Baxter, Nilda Guerrero de Barranco, Luis Nolasco y Francisco Zaragoza Carrillo.
En los años sesenta, surgió una nueva generación de poetas filipinos en castelllano, influidos por los ismos que caracterizaron a los poetas vanguardistas después de la Primera Guerra Mundial. Conocen y son influidos por los estilos poéticos de Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Gerardo Diego, Octavio Paz, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca y otros poetas del siglo XX.
Además del castellano, estos poetas escriben en otros idiomas y en distintos estilos y temas–del verso libre y prosaico, a las métricas tradicionales de temas surrealistas, dadaístas y de protesta, a temas realistas, religiosos y serenos. Escriben en el estilo vanguardista, pero vuelven a los clásicos catellanos: `Quevedo, Góngora, Santa Teresa de Jesús, Manrique y Garcilaso de la Vega.
Estos bardos contemporáneos son G. Burce Bunao, Gilbert Luis Centina III, Federico Espino Licsi, Angel Estrada, José María Estrada, Edmundo Farolán, Gullermo Gómez Rivera, y C. M. Vega.
En el próximo número, veremos selecciones poéticas de los poetas mencionados aquí para mostrar que aún vive la lengua española en su geometría luminosa en esas islas de ultramar, las Islas Filipinas.