Círculo de Voces: Literatura de la Comunidad
Nota importante: Este artículo se mantiene sólo como archivo. Desde 1998 el Circulo Literario cesó sus actividades.
CIRCULO DE VOCES (Una grupo comunitario de aficionados a la literatura en vancouver, Canadá)
Publicación del Círculo Literario Latinoamericano No. 1, Abril de 1997
PRESENTACION
Más como un deseo que como un proyecto tangible y cercano, la idea de un Círculo Literario que le diera cauce, empuje y vida a las aspiraciones literarias de la comunidad latinoamericana en Vancouver, fue por años lentamente incubada y posteriormente promovida por Lorena Jara, Silvia Avila, Otto Sandoval, Tito Medina y Elizabeth Zeballos.
Ulteriormente participarían otras personas interesadas en el quehacer literario como Agustín Sierra, Alberto Ferrari, Alejandro Mujica, Ana Ma. Padrón, Angelo Moroni, Ariadne Sawyer, Carlos Santos, Emmie Thompson, Fabricio Santín, Gina Marina Gustafson, Gonzalo Cantón, José A. Canales, José Santana, José Tlatelpas, Juan Guerra, Juan Manuel Cárdenas, Julio Palencia, Julio A. Palencia, Kathie Leece, Luz López, Manuel Veliz Pacheco, Max Solano, Patricio Lema, Roberto Hernández, Rossana Asencio, Sandra Hernández, Silvia Ferrari, Sra. Sawyer y otros más.
Con el entusiasmo, voluntad y empuje organizativo, este grupo se dio a la tarea no fácil de contactar y organizar las reuniones entre los poetas, escritores y personas afines al arte de escribir que estuvieran interesadas en asistir. Esta primera reunión de la nueva época del Círculo tuvo lugar en la Casa Comunitaria La Montañita. Desde entonces, muchas reuniones más se han realizado en el mismo espacio comunitario, con una asistencia promedio de 20 personas provenientes de las más diversas experiencias en Latinoamérica y, por supuesto, amigos y amigas canadienses interesados en impulsar el gran mosaico cultural indo-afro-ibero-americano que intenta englobar el término Latinoamérica. El objetivo de estas primeras reuniones era definir la personalidad básica del Círculo, sus actividades y, como uno de los aspectos más importantes, los puntos de su Programa de Trabajo con los cuales se piensa colaborar al desarrollo de los miembros de la comunidad latina.
Dentro de los elementos básicos de la personalidad del Círculo Literario encontramos el de ser un “Grupo de poetas, escritores y personas afines con la finalidad de impulsar y promover la literatura”. Como un segundo elemento, más no por eso menos importante, se encuentra la determinación conjunta de ser un punto de cruce, encuentro y asociación democrática que apoye los innegables derechos de los países latinoamericanos al bienestar, la justicia social y la paz, como condiciones preliminares de una vida comunitaria digna.
Entre las actividades a impulsar muy pronto, encontramos Cafés Literarios, Lecturas Literarias, Lecturas Escenificadas, Conferencias, y esta webzine mensual “Círculo de Voces” que publica la revista La Guirnalda Polar, que recogerá los textos leídos en las reuniones del grupo. Por supuesto, otras actividades están siendo planificadas, las que, al igual que las enumeradas primeramente, serán dadas a conocer a través de los medios de comunicación con que cuenta nuestra comunidad.
De manera similar a otras áreas del Círculo, su Programa de Trabajo tiene contemplado incluir fundamentalmente cursos de iniciación a las más diversas áreas del arte y la creatividad literaria. Talleres de comprensión de lectura, análisis de texto, creatividad literaria, poesía, guión, teatro, periodismo, etc. pueden ser incluidos conforme el Círculo cuente con la infraestructura y recursos necesarios para impulsarlos. Como un inicio, el Círculo ofrece a las personas interesadas dos cursos trimestrales: el taller de Creatividad Literaria en el ámbito de la poesía y el taller de Lectura y Análisis de Textos, los que iniciarán la primera semana del mes de marzo, en el espacio de La Montañita.
¿QUE ES EL CIRCULO LITERARIO?
El Círculo Literario Latinoamericano es un punto de reunión para los hacedores y usuarios del tren de la literatura. Escritores, actores, periodistas, declamadores, lectores y personas afines se reúnen allí para leer obra literaria en castellano.
Varias son las tradiciones que se entrelazan en este Círculo, la literatura profesional, la declamación tradicional con sus herencias romanas y moriscas, el género proscrito de los “pensamientos” y lecturas de autores tan variados como César Vallejo, Benito Balam o el señor de la esquina.
Tal variedad podría antojarse un defecto, pero es en esta pluralidad donde los arrecifes de la cultura latinoamericana sobreviven la mar tempestuosa de la cultura anglo francófona. Y desde este pequeño punto de referencia se encuentran, se validan, se confrontan y se fusionan las diferentes facetas que conforman la cultura de nuestros países en América.
En cierta medida, pese a su anarquía, el Círculo Literario cumple las funciones tradicionales del café literario, de la cantina, del taller, del salón de clases y del pasillo de murmuraciones, donde hay un rincón para quejarse hasta del mal tiempo.
Tendencias y variedades de todo tipo que no sólo se encuentran y se toleran, sino que a veces se casan y se divorcian, se bautizan y se entierran. Los latinoamericanos sueñan con las muchachas de labios de rompope y las muchachas sueñan ser robadas, con garañón y con matraca, y entre los tiros de la polecía. Y que conste que entre los autores hemos leído a Ramón López Velarde.
En fin, el Círculo es un espacio que permite a la comunidad evadirse del episodio de The Twilight Zone en que nos sume la enajenación de la subcultura propia de los inmigrantes. Nos permite tener un punto de referencia y re encuentro, de ejercicio de la identidad y de búsqueda de uno mismo. Hasta nos podemos burlar de los que dicen “aplicación” en lugar de “solicitud” y “oye, mán”, en lugar de “oye, hombre”.
Es un lugar donde no hay más concenso que el respeto y donde todos valen igual. Desde el escritor o declamador del más pequeño y mágico pueblo de maíz hasta el habitante cibernético de las urbes de ozono y de cristal.
En fin, es un refugio para quien quiere ser sí mismo con una sólida aura de identidad y de confianza. Es un lugar donde la literatura cumple su más mítica, mágica y necesaria función de unir a la comunidad con una cultura. Ofrecer pluralidad a las almas acorraladas, compartir los sueños, nuestras cursillerías y nuestros panfletos. Es un lugar libre donde se pueden hacer panfletos a la industria turística de Guatemala, Chile, El Salvador, Argentina, Honduras, etc. O donde se pueden lanzar con toda impunidad panfletos al amor romántico, a la religión, o a la democracia. Es un lugar donde los panfletos se vuelven gritos necesarios y espacio de validación de y derecho.
Y más importante que todo, es un espacio donde la lengua, aquella que decía Nebrija que siempre creció y fue compañera del Imperio (léase nación) y que junta creció, floreció o se derrumbó, puede de alguna manera existir. Dando pues garantía de identidad al universo espiritual, cultural y social de las naciones de América.
Del río Bravo a la Patagonia, la América de las Primeras Naciones, del maíz y de la papa, del águila y del Cóndor, del Tepeyac y Machu Pichu se encuentra en el camino plural de su lengua y su pujanza.
El Círculo Literario es el refugio de los corazones perdidos, un antro de luz, y sesiona por lo pronto, en las instalaciones de The Little Mountain Community Center, y tiene una dirección colectiva.
LA FUNDACION DE MEXICO-TENOCHTITLAN
Antigua ciudad imperial de los Aztecas
POR AGUSTIN SIERRA
La historia nos dice que los primeros pobladores del continente, americano llegaron de Asia, atravesando los helados archipiélagos de Alaska.
Siglos después, una tribu conocida como Los Aztecas salió de un mítico lugar llamado “Aztlán”, ubicado tal vez en las nevadas montañas de Saskatchewan, en la Columbia Británica o en las llanuras de Nuevo México; quizá más al Sur, de algún paraje boscoso de la Sierra Madre Occidental. Iban en busca de la tierra prometida por sus dioses y antepasados.
Lo cierto es que llegaron al Valle de México, uno de los más hermosos del mundo, a dos mil metros sobre el nivel del mar y ocupado por un inmenso lago de agua dulce que prometía respaldar los más audaces sueños de supervivencia y progreso.
Los guiaba una señal el águila parada en un nopal devorando una serpiente. Una mañana, cuando la claridad del amanecer reverberaba en los linderos del lago de Texcoco, la señal apareció.
Fundaron entonces Tenochtitlan, en una isla. Eso pudo haber sido hacia el año de 908.
Otras tribus ocupaban las riberas, pero el ingenio y creatividad de los Mexicas les permitieron edificar una ciudad perfectamente trazada, con cuatro grandes avenidas que la comunicaban con tierra firme y que dividían el territorio en cuatro “campas” o sectores, divididos a su vez en barrios o “calpullis”.
Al correr del tiempo edificaron lo que ahora se llamaría el “downtown” o centro de la ciudad: un bellísimo conjunto arquitectónico, perfectamente simétrico, con el Templo Mayor al centro, el templo de Quetzalcoatl y palacios con terrazas jardinadas, destinados a los altos dignatarios.
A principios del Siglo XVI México-Tenochtitlan había alcanzado un esplendor sólo comparable a las ciudades de Cuzco o Machu Pichu en el Perú.
Los Mexicas, descendientes de los antiguos Aztecas, no sólo crearon una gran metrópoli sino toda una cultura, un imperio que extendió su hegemonía hasta muy adentro de las tierras centro americanas.
Sin embargo, como ha sucedido históricamente con todos los imperios, la orgullosa y espléndida ciudad de México Tenochtitlan sucumbió ante los conquistadores europeos un fatídico 13 de agosto de 1521 y fue destruida, convertida en ruinas, desolación y muerte.
Los conquistadores edificaron una nueva ciudad. Sobre las ruinas de los antiguos templos construyeron los nuevos templos. Sobre las antiguas creencias impusieron nuevas creencias. Así, durante cerca de trescientos años, la ciudad del México colonial se desenvolvió somnolientamente hasta un día memorable de 1821 cuando el Ejército Trigarante de los insurgentes entró triunfalmente a la capital de un nuevo país independiente.
Más de mil años después la actual ciudad de México, antigua Tenochtitlan del imperio Azteca, es la urbe más poblada del planeta, con sus 25 millones de habitantes, la población entera de todo el Canadá.
LA HISTORIA DEL POEMA LAS FLORES DE ABRIL
El 19 de abril de 1995, Timothy McVeigh, un soldado de 27 años, veterano de la guerra del Golfo Pérsico, hizo explotar una bomba en un edificio del gobierno de los Estados Unidos en la ciudad de Oklahoma. Asesinó a más de 167 personas incluyendo a 19 niños.
El poeta compara dos realidades, la de Victoria en Canadá y la de Oklahoma en los Estados Unidos.
El poema está está estructurado con cuatro estrofas por el mes de abril y diecinueve línes, una, por cada niño muerto.
LAS FLORES DE ABRIL
En Victoria,
cuando los tibios
rayos del sol de abril
anuncian la primavera
las semillas que sembramos
hacen estallar nuestra explosión
de flores, de aromas,
de paz, de amor,
de ancianas bonitas,
de niños juguetones y niñas alegres.
En Oklahoma,
un soldado blanco,
un fascista americano
un veterano de la guerra
del Golfo Pérsico,
usa su fertilizante odio
para hacer estallar su explosión
de cardos, ortigas y cicutas,
asesinando más de 167 victimas.
¡DIECINUEVE NIÑOS Y NIÑAS!
de todas las razas
cuerpos pequeñitos,
cuerpos adoloridos,
cuerpos extirpados,
cuerpos destrozados,
agonía de niños heridos,
agonía de niñas ensangrentadas,
sangre que sale gimiendo
por mil caminos
en la fosa de hierro y cemento.
Sangre de niñas,
sangre de niños
en la aurora de sus vidas.
Sangre caliente
que rueda lenta
dejando sus ríos
de huellas rojas
como alfombras y tulipanes.
¿Dónde están las flores de Abril?
¿Dónde están las auroras de sus vidas?
Fascista, enemigo del sueño y del amor,
enemigo de la corona
de luz y alegría.
Soldado, yo te desprecio,
desprecio, tu miseria humana.
Militar, la muerte mana
de tus manos blancas,
voces de muerte,
lluvia de sangre,
charco de agonía,
sangre derramada de inocentes
que va a la mar.
¡SANGRE DE NIÑOS MUERTOS,
MUERTOS QUE NO SE OLVIDARAN!
¡MADRES, YO LES ACOMPAÑO EN SU DOLOR!
Hoy sus hijos son estrellitas fugaces,
hoy sus hijos son los Angeles de Oklahoma.
Yo,
un poeta latinoamericano,
escribo mi verso
con tinta verde de esperanza,
poema, que es mi canto,
que es mi melodía,
que es pura como el marfil,
que es pura como sus almas.
Yo, un poeta, les prometo
que tomaré cada gota de tu sangre,
sangre de niños asesinados,
sangre que convretiré
en flores, en aromas,
en diamante, en estrellas,
en luz, en arcoiris,
en mariposas, en palomas,
en burbujas de amor.
Hijas, hijos de Oklahoma,
su sangre es Las Flores de Abril.
Alejandro Mujica Olea
FUEGO HACIA LAS ALTURAS
Por José Santana
Dentro de mí está surgiendo, va como ave que emprende el vuelo hacia las alturas, aquello que me ahogaba en lo interno a mi corta edad de los 16 años y que no lograba decifrar porque no era aún el propicio momento para saberlo, mucho menos para hacerlos salir a la luz y compartirlo con mis hermanos.
Ahora surge con la fuerza del león y se eleva como el águila azteca para devorar de un sólo tajo a la serpiente venenosa del egoísmo y la mediocridad de los que tienen la fuerza y no la controlan, de los que pueden dar y sin embargo quitan. Quitan lo poco que mi indio tiene. Quitan la tierra que mi hermano siembra.
Quitan la vida al valiente, porque el cobarde siempre teme, pero no quitan y jamás lo harán, la libertad de mi indio, aunque en la misma cárcel se encontrare, porque la libertad es un estado de conciencia, la han adquirido con su esfuerzo y les nació del corazón.
Aquí está ya, brotando como el manantial que necesita romper y derramarse para así calmar la sed del que ha luchado. Para refrescar con ternura ami indio en la batalla herido. Para ahogar el ansia del calor y del temor del que viene siendo perseguido. Para así sumergirse en el elemental líquido del que ha sacrificado su sangre con valor por la opresión de su hermano querido.
Ahora tiene luz aquel fuego intenso que quemaba, que ardía en lo interno y que no podía volcarse hasta que este madurara y fuera capaz de transformarse en arco iris para que por el pudiera ascender mi indio hermano al Tlalocan (Paraíso)